Ir al contenido
_
_
_
_

Ayuso, insumisa de la memoria

La presidenta madrileña trata de sortear en los tribunales la aplicación de la ley estatal. Víctimas del franquismo relatan las torturas sufridas en la antigua DGS, actual sede del Gobierno regional

Natalia Junquera

La presidenta madrileña, que suele utilizar en su discurso referencias a la Guerra Civil y la dictadura para hablar del Ejecutivo —“el Gobierno promueve el guerracivilismo en todo”; “basta de blanquear el Estado dictatorial de Sánchez”; “así es como funciona una dictadura comunista”...—, rechaza que una placa recuerde que la sede de su Gobierno fue durante el franquismo, escenario de detención y torturas. Argumenta el Ejecutivo madrileño que la decisión viene de “un autócrata” (en alusión al presidente del Gobierno) y que se trata “de una resolución sectaria, contraria a la verdad”. La verdad, que pueden acreditar los que pasaron por sus dependencias durante la dictadura, es que el edificio que alberga hoy al Gobierno madrileño fue, durante el franquismo, la sede de la Dirección General de Seguridad (DGS), cuyos responsables, entre otros, Antonio González Pacheco, Billy el Niño, interrogaban y torturaban a hombres y mujeres que habían sido detenidos por defender, precisamente, uno de los lemas de Ayuso: la libertad. A colocar al detenido con las esposas debajo de las piernas y ponerlo a caminar, para que se clavaran en las muñecas, lo llamaban “el pato”; A simular que iban a arrojarte por la ventana, “un Grimau” [por Julián, el dirigente comunista, fusilado en 1963, que según el Régimen había intentado suicidarse en la DGS, algo que, según su abogado, no era posible: la policía declaró que había roto el cristal con la cabeza, pero no tenía corte alguno en la cara].

Las palizas en la antigua Dirección General de Seguridad eran tan brutales que muchos de los detenidos recuerdan como un alivio el momento en el que abandonaban las dependencias de la DGS para ingresar en prisión. “La primera vez que pasé por allí”, recuerda Nicolás Sartorius, cofundador de CCOO, en 1001, la lucha que alumbró la democracia, “fue en 1962. Me pegaron todo lo que quisieron. Eran funcionarios de policía que, al pasar a la Brigada Político Social, recibían un plus. Lo llamábamos el plus de la tortura. He visto a gente luchadora y maravillosa echarse a llorar porque habían dicho algo. He conocido a otros que, al ver que no iban a aguantar, echaron a correr contra un radiador para quedar sin sentido y que hubiera que detener el interrogatorio. La DGS era el momento más complicado y salir indemne, es decir, no haber dicho algo que pudiera perjudicar a otros, era una liberación. Para mí, pasa a Carabanchel desde la Dirección General de Seguridad fue como pasar de la cárcel a la libertad”.

José María Galante, fallecido en 2020, describía así su paso por la DGS: “A Billy el Niño le encantaba el mote que le habían puesto. Una vez, me tenía esposado al radiador en un despacho, me dio un culatazo y me dijo: ‘Has tenido el honor de que te pegue un culatazo Billy El Niño’. Era muy peligroso porque no tenía muchas luces y sí una impunidad absoluta. Se ponía delante de ti a hacer gestos de kárate, te daba una patada y te decía: ‘Eres un gran saco de golpes’. No era un funcionario que torturaba, era un torturador compulsivo, disfrutaba haciéndolo”. Felisa Echegoyen, quien también sufrió torturas en la DGS y falleció recientemente:, hacía un relato similar: “Billy El Niño olía mucho a alcohol. Era bajito, feo, con los ojos saltones. Tenía 28 años, solo dos más que yo. Y disfrutaba torturando. Se le notaba porque en medio de la furia, al pegarte bofetadas y patadas, tenía un gesto de placer, de satisfacción”.

Tomás Montero, portavoz de la asociación Memoria y Libertad, lamenta la actitud de Ayuso. “Espero que impere la ley estatal de memoria, la razón y la justicia. La dictadura fue un periodo nefasto para las libertades de todos y sobre todo para las personas que fueron masacradas allí. Me parece penoso que se argumente que fue un corto periodo de tiempo el que se usó para reprimir. Es muy desagradable no contar en algo tan obvio como esto con el apoyo del Gobierno de Madrid”.

Pero la declaración como lugar de memoria de la Real Casa de Correos es solo el último de una larga lista de enfrentamientos entre Díaz Ayuso y el Gobierno central a propósito de la ley de memoria democrática. El PP madrileño ya presentó en la Asamblea regional el pasado enero una proposición no de ley para instar al Gobierno a proponer la derogación de la norma por “alentar el guerracivilismo como estrategia política”. Para Ayuso, se trata de una ley “falsa, sectaria y autoritaria” que solo busca “blanquear al entorno de ETA” - no hay referencia alguna a la banda terrorista en el texto-. La baronesa popular asegura que la norma “dinamita la Transición”, pese a que el preámbulo incluye loas a ese periodo -“El espíritu de nuestra Transición política ha sido la base de la época de mayor esplendor y prosperidad que ha conocido nuestro país”- y sostiene, desde hace años, que busca “enfrentar de nuevo a los españoles”, Pero no consta enfrentamiento alguno entre ciudadanos a propósito en la apertura de fosas y otras políticas de reconocimiento a las víctimas del franquismo ni desde 2022, cuando entró en vigor la ley de memoria democrática, ni desde 2007, cuando se aprobó su predecesora, la conocida como ley de memoria histórica. Los únicos enfrentamientos han sido de escaño a escaño. El “guerracivilismo” solo ocupa lugar en los discursos y declaraciones de la presidenta madrileña, quien acusa al Gobierno de promoverlo para zanjar cualquier polémica regional. Por ejemplo, ante la situación de las universidades públicas y la intención del Ejecutivo de endurecer los requisitos para las privadas. ”Están buscando el guerracivilismo“, dijo. Todo es guerracivilismo, menos la Guerra Civil.

Cuando a finales del año pasado, el Gobierno anunció más de un centenar de actos para celebrar la transformación de España desde la muerte de Franco en el 50 aniversario de su muerte, Ayuso tuiteó: “Para que no haya dudas: Pedro Sánchez ha enloquecido. Como su Gobierno está en sus últimas horas, ha decidido quemar las calles y provocar violencia con grupos muy minoritarios, que últimamente salen justo cuando él lo pasa mal. La Comunidad de Madrid, garante de la Transición, la libertad y la Constitución, no se sumará a un solo de estos eventos e iniciativas promovidas por Sánchez. Madrid, con la democracia y contra el guerracivilismo”. Diez meses y decenas de actos -exposiciones, charlas, coloquios...- después, los únicos enfrentamientos registrados figuran en los diarios de sesiones de la Asamblea de Madrid y en la premonición - falsa- del tuit de la presidenta madrileña.

El aspecto de la “insumisión” con la ley de memoria que más preocupa al Gobierno es el de la Educación. El artículo 44 de la norma establece que “el sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas, desarrollando en los libros de texto y materiales curriculares la represión que se produjo durante la guerra y la dictadura”. Además, obliga a “las administraciones educativas” a adoptar “las medidas necesarias” para formar al profesorado al respecto. En este sentido, se incluyó en un decreto de enseñanzas mínimas la enseñanza de la represión franquista en los institutos, pero el PP y Vox consideran esos contenidos una forma de “adoctrinamiento”. “Hay que evaluar”, afirma el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, “el grado de cumplimiento de la ley de memoria en las aulas porque estamos viendo porcentajes preocupantes de jóvenes que aseguran que preferirían vivir en una dictadura porque no saben lo que es. Comunidades como Madrid han convertido esto en una guerra ideológica, en lugar de permitir que se enseñe la propia historia con rigor”. Fue precisamente el Gobierno de madrileño el que recientemente retiró un curso para formar al profesorado sobre cómo abordar el franquismo y la memoria en las aulas.

Varios estudios han mostrado, por un lado, el desconocimiento entre los estudiantes sobre la represión franquista, y por otro, porcentajes alarmantes de jóvenes que afirman que en determinadas circunstancias preferirían vivir en un régimen autoritario a hacerlo en una democracia o que creen que los años del franquismo fueron “buenos” o “muy buenos”. Por ese motivo, gran parte de las actividades del programa España en libertad, por el 50 aniversario de la muerte de Franco, están enfocadas a los jóvenes. La secretaría de Estado de Memoria Democrática ha organizado charlas en una veintena de universidades.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_