_
_
_
_

Las lagunas de los jóvenes sobre memoria democrática: “La Guerra Civil fue porque el pueblo se rebeló contra Franco”

Un estudio revela profundas carencias históricas en estudiantes y trabajadores de 16 a 30 años

Soldados republicanos son capturados por las tropas franquistas en el frente de Somosierra durante la Guerra Civil.
Soldados republicanos son capturados por las tropas franquistas en el frente de Somosierra durante la Guerra Civil.Hulton-Deutsch Collection (CORBIS)
Natalia Junquera

Un investigador pregunta al grupo, una chica y dos chicos, estudiantes de primero y segundo de bachillerato (16-17 años) en centros públicos de Madrid, cómo saben lo que saben de la Guerra Civil española. Responden que “por el colegio”. Uno de ellos advierte, no obstante, que no dio tiempo a que se la explicaran, pero que los llevaron a ver “un cuadro de los fusilamientos de Franco en El Prado” [se confunde, probablemente, con la obra de Goya sobre el 3 de mayo de 1808]. El investigador pregunta por las causas de la guerra. Uno de los chavales responde: “Una persona pensaba que la sociedad no estaba bien, que había que acabar con la gente que no era perfecta, que no seguía su pensamiento sobre la raza aria…”.

—¿Pero te refieres a la II Guerra Mundial o a España?

—No, aquí también.

—¿La raza aria?

—Sí, claro, Franco seguía la cosa de la raza aria.

—¿Cómo estalló la guerra?

—La gente estaba en contra de la dictadura y se rebelaron.

—¿Y después de la guerra qué pasó?

—Después de la guerra murió Franco y ya llegó la democracia y el Gobierno.

Este grupo coincide en el siguiente relato: la Guerra Civil estalló porque “el pueblo se rebeló contra la dictadura de Franco”, de tipo “fascista”. Sitúan el conflicto “entre los cincuenta y sesenta”. Los exiliados, dicen, fueron “los seguidores de Franco a los que tuvieron que echar del país”. Es decir, todo al revés.

Si no hubiera habido Guerra Civil, ahora estaríamos peor, en bancarrota”
Un estudiante de Valencia

En Valencia, otro investigador charla con dos chicas y un chico de entre 16 y 17 años, estudiantes de secundaria en un centro privado:

—¿Dónde estaría España si no hubiera habido Guerra Civil? ¿Qué creéis que habría pasado?

—Estaríamos, creo, peor aún, porque, por lo que tengo entendido, Franco dio el golpe de Estado porque se estaba empezando a matar gente y había mucho descontento de la población. Creo que ahora estaríamos en bancarrota —dice el chico.

—Yo pienso igual —comparte una de las chicas—. Gracias a la Guerra Civil, luego, tras la muerte de Franco se pusieron de acuerdo los republicanos y los partidarios de Franco e hicieron la Constitución. Si no, España hubiese seguido como república y a lo mejor ahora no tendríamos rey ni Gobierno.

Son extractos del trabajo de campo para elaborar un informe sobre “las barreras entre los jóvenes para acceder al conocimiento de la memoria democrática”, realizado por el instituto de investigación social y de mercados CIMOP para la Asociación de Descendientes del Exilio Español. Se ha financiado con una subvención de 12.000 euros del Ministerio de la Presidencia y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, lo presentará con la asociación el 6 de octubre en el Ateneo de Madrid.

Se trata de un estudio cualitativo en el que participaron, entre mayo y junio de este año, jóvenes de 16 a 30 años de Madrid, Sevilla y Valencia, tanto en entrevistas en profundidad como en conversaciones en grupo; pertenecientes a clases medias-bajas y medias-altas; de centros privados y públicos, estudiantes de secundaria, universitarios y de Formación Profesional o trabajando ya en distintos sectores. “En los actos conmemorativos”, explica Pilar Nova Melle, presidenta de la asociación, “nos llamaba la atención que nunca había jóvenes y quisimos saber por qué, para corregirlo, para acercarnos a ellos”. “Cuando algunos directores de instituto nos invitan a dar alguna charla, ya vemos que el desconocimiento es total. Lo único que les suena es la Transición. Pero los jóvenes tienen derecho a conocer su propia historia y toda ignorancia es siempre manipulable, de ahí la afición de los dictadores a quemar y prohibir libros”.

Estas son las principales conclusiones del estudio.

Madrid, “la más desmemoriada”

Los investigadores han detectado que lo que más influye en el grado de interés, conocimiento y sensibilidad de los jóvenes hacia la memoria histórica, ahora llamada democrática, es la experiencia familiar —si sus abuelos o bisabuelos les hablaron de ella— y la geografía, siendo Madrid “la más desmemoriada” del estudio, donde “menos referentes” de memoria pública encuentran. Destacan que “la memoria gráfica de la Guerra Civil es pobre frente a la de la II Guerra Mundial”: los entrevistados saben describir un campo de concentración nazi, pero no tienen “una imagen mental de dónde se produjo la represión franquista”.

Uno de los entrevistados, de 16 años, valenciano, explica que incluso visitó el campo de Auschwitz (Polonia) y que le había “impactado mucho la sala llena del pelo de las víctimas, sus objetos personales...”. Pero durante toda la charla no hace referencia a la represión y la violencia franquista más allá del frente de guerra, es decir, a los paseos, las mujeres a las que rapaban la cabeza y a las que hacían beber aceite de ricino... El sociólogo Rafael Rodríguez, director de Investigación de CIMOP, concluye que el trabajo de campo pone en evidencia que el franquismo “no está aún suficientemente presente en los currículos escolares”, por eso los alumnos muestran esas lagunas sobre la historia española más reciente y especialmente, acerca de la represión.

Desconocimiento sobre la II República

La imagen de ese periodo histórico, afirma Rodríguez, es, “en general muy borrosa”, aunque entre los jóvenes que mostraron un nivel de conocimiento más asentado, sí se defiende como un tiempo de avance en derechos, entre los que algunos de los jóvenes entrevistados citaron el matrimonio civil o el sufragio universal. La mayoría, no obstante, no supo identificar el retrato de Clara Campoamor, abogada, política y escritora que defendió en el Congreso el voto femenino, aunque a algunos les sonaba el nombre.

Clara Campoamor en un acto por la concesión del voto femenino en la Asociación Nacional de Mujeres de Españolas, al que asiste el ministro Fernando de los Ríos.
Clara Campoamor en un acto por la concesión del voto femenino en la Asociación Nacional de Mujeres de Españolas, al que asiste el ministro Fernando de los Ríos.

Los republicanos, izquierda radical, no demócratas. Relativización del golpe

Ese desconocimiento dominante sobre la II República lleva a los jóvenes entrevistados a identificarla solo con la izquierda, como si la derecha política hubiese estado excluida, y con un periodo “convulso y peligroso”, lo que a su vez, deriva en cierta “relativización” del golpe de Estado de 1936, planteado, a menudo, como un “enfrentamiento entre bandos”: “Los anarquistas y comunistas” frente a los franquistas —salvo en el caso de uno de los grupos de Madrid, que cree que la Guerra Civil se originó por la rebelión del pueblo contra la dictadura de Franco—.

Ese concepto de republicano como representante político de la izquierda radical reduce, a su vez, la imagen de las víctimas republicanas, que no solo fueron políticos o líderes sindicales destacados, sino también campesinos, jornaleros, maestros... que fueron fusilados o encarcelados dentro del plan de exterminio de Franco al que Paul Preston se refiere como “el holocausto español”.

Discursos politizados. Del “alzamiento” al “revisionismo histórico”

Algunos de los entrevistados, fundamentalmente en Madrid y en Sevilla, se refieren al golpe de Estado de 1936 como “alzamiento” y a las políticas de memoria como “revisionismo histórico”. El director del estudio explica que en algunos jóvenes “ha calado el discurso de Vox, a veces de forma consciente y otras no”. La mayoría de los entrevistados mostró desconfianza y hastío hacia la clase política, pero para algunos de ellos, añade Rodríguez, la formación de ultraderecha no es percibida como un partido más, sino como un elemento antisistema que, como tal, puede resultarles más atractivo.

Algunos entrevistados se refieren a las leyes de memoria como una forma de “revertir una situación de injusticia” y otros, como un intento de “reescribir el pasado”. La mayoría se mostró de acuerdo en apoyar la apertura de fosas comunes para dar digna sepultura a los desaparecidos, incluyendo a los republicanos enterrados sin consentimiento familiar en el Valle de los Caídos, pero al tiempo, se repitió “como un cierto mantra” ―afirma el estudio―, la idea de “no reabrir heridas del pasado”. El concepto de memoria histórica, añaden los investigadores, aparece sometido a “una fuerte politización”.

Exhumación de la fosa común de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando (Sevilla), el 2 de junio.
Exhumación de la fosa común de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando (Sevilla), el 2 de junio.PACO PUENTES

“El vacío histórico de la dictadura”

“Ha sido muy evidente”, afirma el estudio, “el desconocimiento de la dictadura por parte de los jóvenes, incluso en la aproximación a través de la Historia escolar, probablemente en un intento de reforzar el salto a la Transición posterior [de la que hablan más y de forma espontánea]”. Es, explica Rodríguez, “como si en lugar de 40 años hubiese durado dos días”.

Confusión entre exilio y emigración económica. ¿Se fueron o los echaron?

El exilio es “otro agujero negro” en el imaginario de los jóvenes, según el estudio. La mayoría de los entrevistados lo reduce a intelectuales y personas pudientes que se habían significado públicamente. “Para salir del país tienes que tener recursos, no te puedes ir andando”, llega a decir uno de los chavales, obviando que la huida a Francia, por ejemplo, fue en muchos casos así: largas serpientes humanas cruzando los Pirineos a pie. Durante una de las conversaciones, preguntados por cómo acabaron 9.000 españoles en campos de concentración nazis, uno de los entrevistados afirma: “Como aquí los encarcelaron a todos y ya no cabían, Franco los mandó para allá”. Una de las entrevistadas, cuyo abuelo paterno se exilió en Tánger al final de la Guerra Civil, explica que huyendo del franquismo “por miedo a morir” se toparon con los nazis, pero, preguntada por los españoles que ayudaron a liberar París, pregunta, a su vez: “¿Por qué decidieron luchar contra los nazis y no contra el franquismo?”.

Cuando se les muestra un artículo sobre el exilio de más de 1.500 profesionales sanitarios al terminar la Guerra Civil, una de las jóvenes replica: “¿Pasa una guerra, puedes ayudar a salvar muchas vidas y te vas? Al final, lo que buscaban era una vida más estable, decidieron irse a otro país donde seguramente no tendrían tanto trabajo. Dudo mucho que su vida corriera peligro”. Una compañera añade: “No sé hasta qué punto corrían riesgo los sanitarios dejando a tanta gente tirada y sufriendo”.

Paralelismos con el presente. “Son las dos Españas”

Todos los entrevistados definen a Vox como una formación radical y algunos de ellos otorgan ese mismo adjetivo “a la mayoría de los partidos situados a la izquierda del PSOE, especialmente a Unidas Podemos”. Domina la imagen de que el sistema político actual es más radical que el que derivó de la Transición, “caracterizado como más moderado y más bipartidista [de las primeras elecciones democráticas salió un Parlamento con 12 siglas distintas]. Una de las entrevistadas en Valencia asegura: “La política de hoy está bastante reflejada en lo que pasó, es muy parecido, son las dos Españas”. Otra chica advierte: “Se están cometiendo los mismos fallos”. Los participantes en el estudio que más incertidumbre e inseguridad manifestaron sobre el presente y que más incidieron en paralelismos entre el clima político de la II República y el actual fueron los estudiantes de universidades públicas de Sevilla.

Causas y soluciones

La incorporación del estudio de la represión franquista en los colegios e institutos es una de las principales novedades de la ley de memoria democrática, pendiente de aprobación definitiva. Un acuerdo entre la Secretaría de Estado de Memoria y la de Educación ha permitido incluir ya este año esos contenidos en los decretos de enseñanzas básicas de ESO y Bachillerato, lo que dirigentes del PP y Vox calificaron de “adoctrinamiento”. En su informe sobre España de 2014, el relator de Naciones Unidas Pablo de Greiff dedicó un apartado específico a la educación lamentando que “algunos libros de texto” continuaran refiriéndose a la Guerra Civil “en términos genéricos perpetuando la idea de una responsabilidad simétrica”.

El otro apartado en el que incide el estudio es el de la comunicación. En un contexto en el que los jóvenes desconfían de la política y de los medios, se propone buscar enfoques y formatos que permitan acercarlos a su propia historia. Pilar Nova, presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio, explica que están trabajando en cuatro podcast con historias de exiliados y que abrirá una cuenta en la red social TikTok.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_