Magnum como refugio climático. Y no, no tiene relación con los helados
Al fresco de la galería Ponce + Robles se puede disfrutar de la primera exposición conjunta de las tres fotógrafas españolas de la mítica agencia: Cristina García Rodero, Cristina de Middel y Lúa Ribeira
El verano parece un tiempo propenso para hablar de islas; en el invierno pegan más los refugios. En la versión idílica de las primeras, uno sonríe relajado en largas playas de arena fina y agua transparente; en la de los segundos, la calma llega frente al calor de una chimenea y un paradisiaco paisaje nevado que se ve a través de una ventana. Es verano en Madrid, y en la capital, nada de estas islas y refugios ideales; pero sí de otros. La ciudad se convierte en una gran isla de calor ―como una gran fuente de barro que mantiene la temperatura; esa que cuando sale del horno no puedes tocar durante un buen rato― que necesita refugios climáticos. Refugios que, al contrario que uno de sus significados habituales: lugares para protegerse del frío en la montaña, ofrecen espacios para protegerse del calor del asfalto. Y ante la falta del empuje de las administraciones para crear estos espacios gratuitos, más vale que corra el boca a boca de los que encontramos los ciudadanos. Por eso traigo este, que además tiene que ver con Magnum, los helados no, la agencia fotográfica.
No se podría calificar de refrescante la exposición Llibrets de Festes; sí, el espacio que la acoge hasta este viernes (¡corran!), la galería Ponce + Robles. La muestra gira en torno a las fiestas de primavera de la Comunidad Valenciana ―las Fallas, las más reconocibles―, pero el fuego que se exhibe no quema, como sí lo hace el de la calle. Y en este oasis se puede disfrutar del privilegio de ver por primera vez una muestra de las tres fotógrafas españolas de la agencia Magnum juntas. Qué lujo sería oírlas comentar el proyecto, ese acercamiento a las celebraciones populares desde la mirada de cada una. Ojo, que pudo hacerse: parte del trabajo de edición de las autoras se compartió hace un año en unas jornadas en Castellón. ¿Qué pensaría la más joven, Lúa Ribeira, ante el hecho de fotografiar esta fiesta junto a la persona que probablemente mejor haya retratado las tradiciones populares españolas, la veterana y consagradísima Cristina García Rodero? Y cómo se tomarían ellas dos trabajar sobre un terreno sobradamente conocido por la alicantina, también consagrada, presidenta de Magnum, Cristina de Middlel. Disfrutona, como se suele mostrar, y plasmando su visión de las fiestas de sus vecinos; precisamente ella, que podría ser un ejemplo prototípico del concepto ciudadana del mundo.
El resultado de Llibrets de Festes las muestra juntas, pero no revueltas, el sello de cada una está en cada fotografía, como si llevaran su marca de agua incorporada. Los niños de García Rodero recuerdan a los que ya retrato décadas atrás en su proyecto de documentar de manera antropológica España. España oculta se puede ver hasta el 18 de agosto en el Círculo de Bellas Artes, otro refugio climáticos: el gratuito, que han creado en su salón de baile, y la espléndida exposición. El Trono de los angelitos de 2023 inmortalizado para Llibrets de Festes es, más de 30 años después, esa imagen tomada en Morella (Castellón) en 1987, Los angelitos. Como si el tiempo se quedase congelado y los niños pequeños vestidos de ángeles no cambiasen su actitud de un siglo a otro. Tan etéreos y reales a la vez.
Real es la fallera retratada por De Middel, se enciende un pitillo mientras mira a la cámara con cierto desdén. Su actitud choca con la solemnidad que se espera del traje que viste y, a la vez, mete al espectador en los pensamientos de la protagonista de la instantánea. Las imágenes de esta artista pueden contrariar a quien las observa, pero esa es parte de la gracia de su oficio para ella: hacerse preguntas. También pueden descuadrar las fotografías de Lúa Ribeira en esta serie de fiestas, imágenes descontextualizadas, el después de una noche de celebración en un descampado, que podría ser de la Comunidad Valenciana o de cualquier sitio. En los márgenes de las ciudades siempre están estos lugares sin nombre, homogéneos, indistinguibles hasta que, algo, un detalle, la forma de la cubierta de una nave, una pintada en un muro, hace que reconozcas el tuyo.
Las galerías como oasis, como refugio y como isla. Igual la fotografía, y también como viaje. Estas artistas, para saborearlas cual helado de una tarde de verano. Ribeira y García Rodero tienen más exposiciones en Madrid (a una temperatura ideal). De Middel recogió en enero sus Cartas al director, pero sus puestos de helados están por todo el mundo. Ahora, por ejemplo, en Los encuentros de Arlés (Francia), donde, a través de sus redes sociales, se ha vuelto a mostrar disfrutona y eso lo contagia. Es ironía, es una rendija que enseña lo que no se ve a primera vista. Ribeira es el margen, somos nosotros, es lo que no esperas. Y García Rodero, García Rodero es el más bello espejo.
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