Crónica de una victoria vecinal en el parque Santander, que Esperanza Aguirre quiso convertir en campo de golf
Los vecinos del distrito madrileño de Chamberí disfrutan desde este domingo de una zona verde tras una lucha de 17 años
Hay días como los de este domingo en los que David vence a Goliath. Una lucha de 17 años de los vecinos del distrito madrileño de Chamberí sin precedentes ha desembocado en que se abra a las 7.00 de este domingo un parque de 55.000 metros cuadrados, el nuevo pulmón verde de la zona. El espacio se ha construido sobre el Tercer Depósito del Canal de Isabel II en Chamberí, el distrito con menos zonas verdes por habitante de la ciudad. El solar fue requerido por la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre en 2006 para construir un campo de golf. Lo hizo argumentando que era una actividad “de interés general”. Precisamente, ese lema que esgrimió Aguirre fue el título del documental donde los vecinos de la asociación Parque sí Chamberí relatan la lucha para recuperar su espacio público: una batalla judicial en la que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid acabó dándoles la razón y sentenciando en 2018 al Canal de Isabel II a construir un parque. En paralelo a su lucha judicial, los vecinos se reunieron cada domingo para manifestarse en contra del campo de golf. Cinco años después se abre al público un parque diseñado en su mayor parte por los vecinos que van a utilizarlo. Unos 200 se han reunido este domingo a las 12.00 para recorrerlo en el último “domingo verde” organizado por la asociación.
Aunque la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha decidido abrir el parque al público a una semana de las elecciones del 28 de mayo —sin inauguración oficial por estar en periodo de campaña electoral— quedan muchas cosas que perfilar. Carmen Ochoa, una de las representantes de la asociación Parque Sí Chamberí, ha liderado al grupo de visitantes por el parque explicando qué parte del diseño ha sido propuesto por la asociación vecinal en los talleres de participación y qué zonas han sido ideadas por la propietaria del espacio, la empresa pública regional Canal de Isabel II. “El parque ha abierto este domingo pero es probable que vuelva a cerrar en breve porque hay zonas sin terminar que necesitan que entre maquinaria. La Comunidad de Madrid se ha dado mucha prisa por terminarlo en estos últimos tres meses”, recuerda, ya que la obra comenzó hace “unos tres años”.
El paseo ha empezado por el suroeste del parque, donde hay una pradera de 5.000 metros cuadrados “multiusos” sombreada con unas estructuras metálicas en los bordes y con un escenario escalonado, completamente vacía porque el césped aún está creciendo. “Aquí se pondrán unos toldos de lado a lado en verano”, explica Mercedes Arce, también del núcleo duro de la asociación, que ahora es de unas 12 personas, pero han llegado a ser más de 50 en el pasado. Sin embargo, la asociación va a pedir que se pongan enredaderas en las estructuras metálicas para reforzar y naturalizar la sombra. “Se podrá hacer un picnic, una merendola, actos de institutos como una graduación, o incluso jugar al golf”, bromea ante el público. El sol pega fuerte y los 1.066 árboles nuevos, recién plantados, aún no dan sombra. Parte de ellos formarán una frontera natural rodeando todo el parque para crear una barrera contra la polución y el ruido.
Una de las iniciativas del Canal de Isabel II ha sido crear un parque de los sentidos. Paredes llenas de plantas y ornamentales y olorosas que se pueden tocar y oler, que, según ha indicado Ochoa, es para las personas ciegas. “Está bien, pero si luego no lo riegan como suelen hacer a ver cuánto dura”, ha comentado una vecina mientras la comitiva paseaba por la zona.
El espacio, que antes estaba bloqueado por el campo de prácticas de tiro de golf, ahora se puede atravesar por un eje grande vertical y varios horizontales para acceder a todas las zonas del parque, ya repletas de gente. El eje vertical pretende ser, cuando crezcan un poco más los árboles, que ahora lucen escuálidos, una arboleda cubierta con una estructura de metal. Ochoa propone poner una lona de cañizo por encima para paliar el sol que hace que el paseo se haga duro. Al este del parque están todas las instalaciones deportivas que han logrado los vecinos: un campo de fútbol que sirve a la vez de hockey hierba, canchas de baloncesto, de atletismo, de voleibol o una pista de patinaje sobre ruedas. También una zona sombreada con estructuras metálicas con bancos y sillas debajo. “Es una zona wifi para poder trabajar al aire libre, pero debe ser que se han olvidado de poner las mesas”, critica Ochoa.
Al oeste del parque está la zona de juegos, llena de críos y rodeada de árboles frutales. Las instalaciones, puestas sobre un campo de arena, han sido diseñadas para que niños con distintas capacidades motoras puedan subirse. Más al norte está la zona acuática, que rebaja la sensación térmica con solo acercarse. Sin embargo, esta es una de las áreas que más ha decepcionado a los vecinos: ellos esperaban unas fuentes que permitieran jugar a los niños entre ellas e incluso meterse para refrescar los pies. Pero las fuentes están aisladas por unos bloques de hormigón donde casi hay que hacer parkour para subirse y poder acercarse al agua. “Son fuentes inaccesibles y muy profundas, son peligrosas para los niños y vamos a intentar que las rehagan”, sentencia Ochoa.
Detrás de las fuentes, desde el centro del parque, se divisan tres trozos de roca falsa. Tiene anclajes a modo de rocódromo de dudosa fiabilidad, ya que una niña se ha apoyado ligeramente en uno y se ha caído al suelo, tornillo incluido. También hay un parque de calistenia que ha doblado su tamaño respecto al que había antes de la obra en la zona.
Ochoa mira el parque por el que ha luchado durante 17 años y siente una sensación agridulce por dentro. Aún no se cree que lo hayan conseguido: “Estoy muy contenta pero no es el parque que habíamos pedido. Quedan muchas cosas por modificar y mejorar, pero no hemos recibido respuesta de la presidenta del Canal de Isabel II, ya le hemos mandado tres cartas con nuestras peticiones”. El proceso de participación vecinal para el diseño del parque se produjo en la época de presidencia de Cristina Cifuentes, pero desde que Ayuso llegó al Gobierno “se han cortado las comunicaciones con la Comunidad de Madrid”, explica Ochoa. “Nos hubiera gustado ver el proceso de las obras y pedir todo lo que vamos a reclamar ahora desde el principio”.
Aunque Ochoa considere que les queda lucha, la asociación Parque Sí Chamberí se ha convertido en un modelo de referencia para otras protestas vecinales que se están dando en Madrid. Ochoa se está encargando de asesorar a los vecinos de Arganzuela que están luchando para que la Consejería de Transportes e Infraestructuras no tale la arboleda de casi 60 años de Madrid Río. “Les da esperanza ver que están siguiendo los mismos pasos que dimos nosotros”, explica Ochoa. Hay veces que gana la gente.
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