Inversión millonaria para dar una segunda vida a la antigua nave de motores de Arganzuela
Acciona rehabilita el edificio con un proyecto de Norman Foster y cede 2.400 metros cuadrados de zonas verdes para uso público al Ayuntamiento de Madrid
Una enorme nave de motores sobresale a escasos metros de las vías del tren en el distrito madrileño de Arganzuela. Tras años de abandono, ha vuelto a cobrar vida. Lo que antiguamente fue propiedad de la Sociedad de Gasificación Industrial se ha convertido en un complejo de oficinas sostenible. La empresa de infraestructuras y energías renovables Acciona ha invertido alrededor de 50 millones de euros en su rehabilitación, según ha desvelado su presidente ejecutivo, José Manuel Entrecanales, a preguntas de este periódico durante la inauguración este jueves. Es el doble de lo que pagaron por comprar el edificio hace cinco años: 23 millones de euros. “Es un ejemplo icónico de circularidad, regeneración y sostenibilidad urbana”, ha defendido el director. La nueva construcción, que conserva la fachada de ladrillo, está rodeada de zonas verdes: 350 árboles, 28.000 plantas de especies locales, bancos, caminos de gravilla y fuentes de agua. De los 12.000 metros cuadrados de estos jardines, la compañía ha cedido 2.400 para uso público al Ayuntamiento de Madrid.
Unas barras de metal separan la esplanada abierta a los ciudadanos del espacio privado. En su interior, el material estrella de la estructura desmontable es la madera de castaño, que absorberá más de 1.600 toneladas de CO₂. “La estructura es deformable. Si quieres quitar un piso, puedes hacerlo”, ha explicado su presidente. Se trata de un proyecto del arquitecto británico Norman Foster, quien en 1993 empezó a trabajar en la cúpula de cristal del parlamento alemán, el Reichstag.
Su modelo de arquitectura biofílica —tendencia de incorporar elementos de la naturaleza en interiores urbanos— tiene un propósito medioambiental y científico. “Recientes estudios indican que el contacto con elementos naturales en el espacio de trabajo, mejora el bienestar y aumenta la productividad”, explican desde Acciona, que ingresó el año pasado 8.104 millones de euros, un 25% más que en 2020.
La infraestructura de cinco plantas, ubicada en el número seis de la calle de Ombú, alberga un suelo de baldosas plateadas, decenas de ventanales en forma de arco y un techo de madera. Son 19.500 metros cuadrados y tiene una capacidad de 800 personas.
El laberinto salvaguarda espacios de trabajo y áreas de reuniones alrededor de un patio con cubierta ajardinada que conduce a un gran parque. Pero ¿quién se instalará en la nueva construcción? De momento, se desconoce. “Todavía no lo sabemos. Será de nuestra propiedad y estará destinado al alquiler”, ha avanzado Entrecanales. Los trabajadores de la empresa no utilizarán sus instalaciones, porque pronto ocuparán un nuevo campus de Acciona, ubicado en el Complejo Mesena-Gran Vía de Hortaleza, que sigue en construcción.
Más de un centenar de asistentes acudían este jueves a la junta de accionistas de la compañía. Tras dos años de reuniones telemáticas por la pandemia, han aprovechado su primer encuentro presencial para abrir las puertas del pabellón, del que se han reutilizado 10.000 toneladas del ladrillo original.
Los pisos escalonados se sitúan bajo un techo histórico. En los recovecos de su interior se conservan los vestigios de la construcción del arquitecto español Luis de Landecho Jordán, quien también se encargó de diseñar el Hotel Ritz y el Ateneo. Durante el siglo pasado fue una planta de gas natural que suministraba energía a las áreas circundantes.
La cabina que cuelga del techo, las columnas originales de piedra gris con acabados florales que soportan la estructura, la escalera de caracol y los ventanales en forma de arco son los reductos del inmueble levantado entre 1903 y 1909. Y que, consagrado como símbolo de expansión económica de la ciudad de la época, se ha conservado en este enclave madrileño.
Tras las vigas de acero que decoran las grandes vidrieras, se observan varias grúas que construyen nuevos edificios en los solares aledaños, junto a la estación Méndez Álvaro. Se trata de una zona concurrida por los clientes de las salas de cine y del centro comercial ubicados junto a una de las entradas a la capital, que conecta al sur con la autopista M-30. A cinco minutos de Puente de Vallecas, una zona de bloques humildes y comercios locales.
Dentro de la nave, entre el vaivén de copas de champán y el servicio de cáterin, aparecía el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que, de manera simbólica, ha cortado una cinta roja. El presidente de la empresa le ha entregado una pequeña escultura: “Hemos calculado las emisiones de carbono durante la vida del alcalde. A sus 47 años, ha emitido 573 toneladas en su huella de carbono. Él se mueve más porque hace campañas políticas y siempre va en moto... Esperamos que pronto lo haga en una eléctrica”, decía chistoso el presidente durante el acto. El alcalde, por su parte, no ha dado declaraciones, y se ha limitado a realizar un recorrido por el amplio y luminoso edificio.
Al alzar la vista, un tragaluz central da paso a la luz natural hacia el interior. Con el objetivo de reducir la necesidad de luz artificial que consume energía, también se han incorporado placas de silicio que generan electricidad. La construcción tiene una calificación energética que cumple con los estándares de Edificio de Consumo Casi Nulo de la Comisión Europea. “No basta con un impacto negativo. Hay que cambiar hábitos y sustituir las infraestructuras obsoletas”, ha declarado Entrecanales, que ha alertado de la urgencia climática durante el evento celebrado este jueves en la recién reformada nave de motores en la capital.
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