Toni Cantó, éxito garantizado
Lo criticable hubiese sido que al nuevo fichaje de la Comunidad le pidiesen hacer de Madrid la capital europea del eslovaco o del serbocroata
En esta política de hoy colonizada por vendedores de humo y mercachifles que te prometen la Luna, es de alabar la gente que aún tiene los pies en el suelo y prefiere fijarse metas tal vez modestas, pero llenas de realismo. La Comunidad de Madrid nos acaba de ofrecer un magnífico ejemplo al anunciar que su objetivo es hacer de la ciudad “la capital europea del español”. Si tenemos en cuenta que en ningún otro país de Europa se habla español —bueno, un poquito en Andorra— y que Madrid es la mayor urbe de España, tal propósito parece claramente al alcance de la mano. No hay más que echar un vistazo a los países de nuestro entorno para constatar que casi todos han logrado conquistas similares. Lisboa, por empezar en lo más cercano, es ya la capital europea del portugués, como Roma lo es del italiano, Praga del checo, Varsovia del polaco o Vilnius del lituano.
Por eso se entiende perfectamente la perplejidad de Toni Cantó, el encargado por el Gobierno regional de cumplir esa tarea, ante lo que él mismo ha descrito como “la virulencia con que la izquierda” ha acogido su nombramiento. Pocas veces una institución pública habrá creado un organismo como esta Oficina del Español de la Comunidad de Madrid que, antes incluso de empezar a trabajar, ya tiene garantizado el cumplimiento de sus objetivos. Lo criticable sería que se hubiese encargado a Toni Cantó hacer de Madrid la capital europea del eslovaco o del serbocroata. Eso sí que sería engañar a la gente. Pero convertir Madrid en la capital europea del español no es que esté al alcance de la mano, es que está ya en la mano misma.
Toni Cantó es de esas personas que llegaron felizmente hace unos años con la misión de regenerar nuestra vida pública. Para ello sacrificó una profesión en la que había triunfado, no como la vieja casta de politicastros que no han tenido en su vida más oficio ni beneficio
Toni Cantó es de esas personas que llegaron felizmente hace unos años con la misión de regenerar nuestra vida pública. Para ello sacrificó una profesión en la que había triunfado, no como la vieja casta de politicastros que no han tenido en su vida más oficio ni beneficio. En su trayectoria ha demostrado un olfato semejante al de esas aves que son capaces de intuir anticipadamente cuándo se avecina la tormenta y emprenden el vuelo a tiempo para buscar refugio. Nuestro hombre barruntó la tempestad en UPyD y escapó antes de que lo atrapase. Luego vio venir los rayos y truenos que se iban a cernir sobre Ciudadanos y se puso rápidamente a salvo.
Se entiende la indignación de Toni Cantó contra la “izquierda y el nacionalismo”, que lo están linchando para ocultar su odio al español. No es la gente como él, sino la izquierda la que se dedica a vivir de la mamandurria, como bien denunció hace años Esperanza Aguirre, la iniciadora de la larga historia de éxito de la Comunidad de Madrid. Ahora la próxima conquista es inminente: convertir a la única capital europea donde se habla español en la capital europea del español. Casi nada.
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