Carlos Saura: un coreógrafo detrás de la cámara
La exposición ‘Carlos Saura y la danza’ repasa y arroja nueva luz a la íntima relación entre el cineasta y el baile con material inédito de su archivo personal
Todo el que conoce el trabajo de Carlos Saura (Huesca, 89 años) sabe que su trilogía de películas hechas de la mano del bailarín Antonio Gades en los años 80 revolucionaron el cine musical y elevaron al flamenco como nunca antes. Sin embargo, la nueva exposición que se puede ver en el Centro Cultural Fernán Gómez hasta el próximo 6 de junio llamada Carlos Saura y la danza demuestra que ese interés viene de antes y que su particular mirada hacia el baile, llena de admiración y sensibilidad, ha marcado toda su producción, en especial sus películas que abordan exclusivamente la danza y que son un híbrido único entre documental y musical. A través de fotos, dibujos y guiones inéditos del archivo personal del cineasta, además de un repaso de estas obras dedicadas al baile, se arroja nueva luz sobre una íntima relación y se erige ahora, también, como un coreógrafo detrás de la cámara.
Es algo que se descubrió mientras se montaba la muestra. La comisaria de la exposición, Ana Berruguete, conocía su producción de películas musicales y de danza, pero la sorprendió la admiración que se le tenía dentro del sector del baile. “Él ha hecho lo que ha querido y le ha salido bien. Ha fusionado estilos, ha querido buscar los orígenes del flamenco, ha puesto danza al fado. Ha innovado dentro del género sin una voluntad de sentar cátedra ni de didactismo ni de investigación, sino por puro placer, pasión y vocación”. La exposición, precisamente, pretende mostrar esto.
El proyecto nació en el seno de la productora cultural madrileña La Fábrica, que tenía la idea de hacer algo especial para el Día Internacional de la Danza (29 de abril). La colaboración para publicaciones y exposiciones entre ambos ya estaba cimentada y la fórmula suele arrojar oportunidades nuevas. “Con Carlos siempre hay posibles exposiciones. Es una persona que abarca tantas disciplinas artísticas y es tan prolífico que da la sensación de que siempre podrá seguir haciendo exposiciones de su trabajo desde diferentes perspectivas”, explica con entusiasmo la comisaria.
Trabajar con Saura además es muy fácil, añade Berruguete; y ahora más, por las circunstancias de la pandemia, que obligan a ser más eficiente, y por la absoluta libertad que otorgó el cineasta al proceso -a pesar de su edad él constantemente está pensando en otros proyectos-. “La exposición es el resultado de una revisión del archivo personal de Saura, que es amplísimo porque lo guarda todo, aunque la recopilación fue rápida gracias a la colaboración de Eulalia Ramón y Anna Saura, esposa e hija, y la detallada clasificación de todo”. Las pruebas de ello se pueden ver en las fotos o dibujos expuestos, que tienen escrito a mano detalles como los sujetos retratados, fechas e incluso la cámara utilizada.
Ya que la exposición busca recrear el universo creativo que gira en torno a los procesos de trabajo de Carlos Saura, este material que hasta ahora nadie conocía habla por si solo. Los dibujos y las fotografías son un tesoro que deja ver el detrás de cámaras antes de que siquiera estén rodando; como un pequeño esquema que plantea la progresión del color de la luz en Flamenco, Flamenco (2010) de acuerdo a la hora a través de un círculo pintado con acuarela -empezando en el atardecer y terminando en el amanecer-.
Aun así, la exposición sigue una narrativa clara, no es una mera colección aleatoria de material de archivo. Está dividida en dos partes: la primera es interpretativa de la manera en que Saura se aproxima a la danza, mientras que la segunda es una revisión por la parte de su filmografía dedicada exclusivamente a la disciplina.
Al inicio se resaltan tres aspectos fundamentales, uno por sala, que definen a la danza como género, pero también son claves en el cine y en los ballets de Carlos Saura. Son Cuerpo, Movimiento y Espacio, que para Saura son “un todo”. En Cuerpo, domina la imagen fija. Es una galería iconográfica de famosos bailarines en acción. Comienza con su trabajo como fotógrafo del Festival Internacional de Música y Danza en Granada en 1956 y continúa con fotos de los rodajes en varias de sus producciones. En Espacio, se recrean las claves fundamentales de los escenarios en las películas de danza de Saura: pantallas con luz retroproyectada, una iluminación que insinúa una hora del día y los espejos que remontan a un ensayo. Esta zona es interactiva y el público puede sentirse bailarín también.
Pero es en Movimiento, donde la pieza central es una reproducción audiovisual de fragmentos de películas, en la que se comunica la particularidad de su relación con el baile. “Es un poco lo que ha hecho diferente el cine de Saura y cómo él se ha vuelto coreógrafo a su manera, o incluso bailarín, porque él baila con la cámara cuando acompaña los cuerpos de los bailarines en la danza a través del espacio”, comenta Berruguete, en un instante reflejando ese “todo” al que aspira el veterano cineasta con sus películas de baile.
En medio de las dos grandes secciones de la muestra hay una sala dedicada a su trabajo con Antonio Gades. No podía faltar, asegura la comisaria, aunque en esta ocasión funciona de bisagra entre las dos partes. “Podríamos haber abierto un melón y descubierto muchas cosas más, pero nos tocó simplificar. Igualmente es un capítulo muy importante dentro de la exposición”. Con material también inédito de la Fundación Antonio Gades, como carteles, el guion de la coreografía para Fuego (1989) y piezas de vestuario originales de Bodas de Sangre (1981) y de Carmen (1983), se da fe de la complicidad de un binomio creativo icónico.
Esa relación supone el inicio del cine musical de Carlos Saura. Por lo tanto, es el pistoletazo para el repaso, a través de más fotos y dibujos de los rodajes, de su filmografía específicamente sobre el baile, que acaba con inéditas imágenes de El rey de todo el mundo, película que explora la música y la danza mexicana, y que está prevista a ser estrenada este año. Porque, con 89 años, Saura no deja de trabajar, y la danza sigue siendo su musa; tanto, que cuando vio por primera vez la exposición, el día de su inauguración, se emocionó y aseguró que era la muestra más bonita que le habían hecho nunca.
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