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“¡La Castellana es anchísima! Es insólito que no tenga carril bici”

Christina Rosenvinge, además de historia de la música española, es desde hace más de una década una firme defensora del uso de la bici en Madrid y el resto de grandes ciudades españolas

Christina Rosenvinge, con su bicicleta, en septiembre.
Christina Rosenvinge, con su bicicleta, en septiembre.Víctor Sainz
Héctor Llanos Martínez

Voy en un coche”, cantaba Christina Rosenvinge (Madrid, 56 años) junto a Los subterráneos a principios de los años noventa. Ironías de la vida, la cantante y compositora, además de ser historia de la música española, lleva más de una década convertida en firme defensora de la bicicleta como el medio de transporte adecuado en las grandes ciudades. Saca la suya a pasear por el centro de la ciudad para hablarnos sobre su activismo a dos ruedas.

En la canción se menciona que el coche era robado. Al menos hay algo de justicia poética en ella.

Es verdad. Pero en realidad la escribí inspirada en un Alfa Romeo que me había comprado de tercera mano. Ha habido un cambio de mentalidad muy grande desde entonces, porque hemos aprendido cosas que no sabíamos. Cuando yo escribí esa canción vivía a las afueras de Madrid. En esa época tener un coche era el símbolo de la libertad. Suponía regresar a casa por la noche cuando quisieras en vez de esperar al búho. Éramos muy inconscientes y no sabíamos el tremendo daño que hace la presencia de vehículos en la ciudad. Y no solo por lo que afecta al medio ambiente, también por cómo roba el espacio de los ciudadanos.

El Ayuntamiento de Martínez Almeida y el anterior de Manuela Carmena han tenido cierta voluntad para incluir la bici en la movilidad, pero les ha faltado valentía. Han sido decepcionantes.

¿Somos conscientes en Madrid de que el peatón tiene más derechos que el coche?

Creo que cada vez lo somos más. Habíamos aceptado el coche como algo inevitable; como una forma de urbanismo de la que ya no podíamos escapar. En la ciudad, es un invento muy anticuado. Es una máquina gigante que consume mucha energía y ocupa mucho espacio. Un sinsentido absoluto.

¿Cuál es su modelo de bici favorito?

La que más me gusta de las que tengo es un modelo neerlandés, pero es muy pesada y poco adecuada para Madrid. Así que para moverme aquí tengo una Mountain Bike híbrida, con ruedas de carretera, que me sirve tanto para ir a la Casa de campo como para subir las cuestas de la ciudad. Aunque también uso mucho BiciMad. Es un servicio que, sobre el papel, está muy bien.

¿Ha acertado el Ayuntamiento ofreciendo a los madrileños opciones como BiciMad y BiciMad Go para incorporar las bicis al centro?

No, pero no por BiciMad en sí. Creo que este Ayuntamiento al igual que el anterior de Manuela Carmena han tenido cierta voluntad, pero les ha faltado valentía. Han sido decepcionantes. No puede crecer el número de bicicletas cuando la mayor parte de las personas no se van a atrever a coger una mientras tengamos que circular entre coches en vez de tener un carril propio. Durante el confinamiento, con menos coches en circulación, Madrid se ha llenado de bicicletas.

¿No ve entonces en el ciclocarril, en el que coches y bicis comparten espacio, una solución?

Es algo que solo pueden hacer ciclistas muy experimentados con capacidad física para lidiar con la presión del tráfico. Eso deja fuera a personas mayores, a padres que llevan niños detrás o, simplemente, gente que no quiere circular detrás de un tubo de escape. Se ha demostrado que han fracasado porque no ayudan a incrementar el uso de la bici y en muchas ciudades en las que se implementaron se ha acabado haciendo carril bici. En París se han atrevido y se ha disparado el transporte en bicicleta.

¿En qué parte de la ciudad echa más de menos un carril bici?

El gran problema aquí es que hay muy pocos, no están conectados y están hechos con diferentes criterios. Resulta muy complicado moverse sin planear antes el trayecto. Pero es fundamental que haya un carril bici hacia la Universidad, por la calle de la Princesa hacia la Complutense. Y en la Castellana, de arriba a abajo. ¡Es anchísima! Me parece insólito que no se pueda hacer ahí. El único carril decente en Madrid es el de Santa Engracia, aunque es cierto que es un modelo que no se puede construir en todas las partes por cómo es la ciudad. Así que hay que ser imaginativos con las soluciones.

La asociación Pedalibre sale a las calles para pedir ese espacio en la Castellana y también para protestar por las restricciones que ha impuesto el alcalde de Madrid en el aparcamiento de bicis.

En Madrid, el número de bicicletas no supone un problema como para que haya que sacarlas de las aceras. Si hay bicicletas en esas zonas es porque no hay suficientes aparcamientos específicos para ellas. Y los que hay, como en la estación de Atocha, suelen estar ocupados por las motos.

Contra el sedentarismo

Formada en la infancia en el mundo de la la danza, las dotes de bailarina de Christina Rosenvinge le permiten tener la soltura necesaria para esquivar coches con su bicicleta, comenta entre bromas. La cantautora también defiende las formas alternativas de movilidad como una receta para combatir la vida sedentaria. “Sin tener un cuerpo deportista, porque me espanta meterme en un gimnasio, caminar y la bicicleta es una forma natural de hacer ejercicio a diario casi sin darte cuenta. Con eso y algo de yoga o pesas tres veces a la semana, te mantienes en forma”.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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