_
_
_
_

“Me hicieron ‘bullying’ porque no entraba dentro de los cánones”

Celia Rodríguez busca dar visibilidad a la alopecia para reducir el impacto psicológico que genera en las mujeres

Celia Rodríguez, joven mostoleña afectada por alopecia.
Celia Rodríguez, joven mostoleña afectada por alopecia.KIKE PARA
Idoia Ugarte

Celia Rodríguez (Madrid, 29 años) llega con una peluca rubia, pero no duda en quitársela para hacerse la foto. Es alegre y extrovertida, una chica de barrio a la que se le empezó a caer el pelo a los cuatro años. Profesora en un colegio público, su objetivo es luchar porque se eduque a los niños desde pequeños en la diversidad. Porque las mujeres calvas existen y Celia se ha empoderado tras un largo camino en el que no faltaron obstáculos. Ahora inspira a otras mujeres que también quieren liberarse.

¿Con qué edad se le empezó a caer el pelo?

Se me empezó a caer a los cuatro años. Mi madre me cubría las calvas con mi propio pelo, que era rizado con unos tirabuzones muy monos. En sexto de primaria, con 10 años, ya fui consciente y empecé a llevar pañuelitos, con algún mechón saliendo por fuera como si tuviese pelo.

¿Cómo fue la reacción en el colegio?

Jugaban a quitarte el pañuelo, pero no me afectaba, me daba un poco igual en el colegio. Pero en primero de la ESO, con la adolescencia, sí que fue más duro. Me decían que era calva, que me quitase la peluca y comentarios en clase que los profesores dejaban hacer. Llevaba peluca, pero nada que ver con la de ahora, tenía que usar diadema para que no se viese el empiece, iba pegada y era una odisea, igual te levantabas dos horas antes para ponerte todo eso.

¿Se sentía insegura?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Totalmente, noto mucho el cambio de no valorarme nada, de sentirme súper poca cosa. En primero de la ESO no era yo, me hicieron bullying porque no entraba dentro de los cánones. En segundo sí que me creció el pelo por un tratamiento que seguí y lo llevaba cortito, ahí tenía ya todo para que me aceptasen.

¿Por qué dejó el tratamiento?

Era muy agresivo y me generaba reacción alérgica, tenía eccemas y ampollas por la loción que me echaba mi madre con un pincelito. Era tanto dolor que dije se acabó. Además, hubo un efecto rebote brutal y se me cayó todo el pelo que tenía, hasta las pestañas y las cejas. Eso sí que fue horrible, porque me quitó toda la expresividad a los 14 años.

¿Cuándo decidió aceptarse?

Ha sido totalmente progresivo. Cada vez lo iba sabiendo más gente de mi círculo y me empecé a ver mejor en el espejo. Un día me hice una sesión de fotos y esa fue la primera ruptura, me sentí muy bien y me gustó mucho la experiencia. Me hice Instagram también y me daba subidón el feedback que recibía, eso me animaba y me empoderada mucho. Para trabajar sí que la llevo para no llamar la atención. Todavía tanta mirada ajena de golpe satura, pero lo llevo mucho mejor, no habría sido capaz de quedarme sin peluca en la calle hace dos años.

¿En qué ámbitos le ha afectado mostrarse sin pelo?

En lo laboral no me ha afectado, aunque es una cosa que pretendo usar en el futuro para educar en diversidad. En mis relaciones sentimentales sí he recibido comentarios de igual no estoy preparado para verte sin nada, o esto es muy personal, quizá demasiado personal. He sentido un poco de rechazo por parte de los hombres. Al principio decía vale, lo entiendo, es un shock para él, pero otras veces pensaba que no tenía por qué aguantar eso. Con las chicas jamás he tenido ningún problema.

¿Te ha ayudado conocer a más mujeres con alopecia?

Me ha salvado la vida porque, cuando se me cayó el pelo por el efecto rebote, me encerré en casa, mi primer confinamiento fue ahí, no salía ni a por el pan. Los de la Comunidad de Madrid venían a darme clases a casa porque no iba al instituto. Mis padres contactaron con una niña que vivía en Galicia más pequeña que yo. Su familia nos invitó a pasar el verano allí y vi que ella lo llevaba muy bien. Eso me dio una lección de vida. Me acuerdo que estaba en la ventana de mi habitación después de aquel viaje y pensé: “Va a ser duro volver, pero hay que hacerlo”.

¿Cree que a las mujeres se las juzga más?

Sí, cuando los hombres no tienen pelo no se piensa que tienen cáncer, por ejemplo. Lo mismo pasa con los hombres mayores, que son considerados sexys y, en cambio, las mujeres mayores ya no son guapas. Ellos siempre son útiles en todos los aspectos de su vida, no entran dentro de ningún canon y pueden llevar el pelo como quieran o no llevarlo y no pasa nada. Y es que ni se cuestiona, ni siquiera te lo describen como un hombre calvo.

¿Cómo cree que se podría cambiar?

Con mucho tiempo, paciencia y educación. Yo cuando me fui a vivir a Inglaterra había un programa infantil que lo presentaba una mujer que no tenía brazo y me impresionó mucho. Estás visibilizando y normalizándolo eso y consigues que los niños, cuando van por la calle y ven a una persona sin brazo o sin pierna, no lo vean extraño.

¿Por qué se ha atrevido a mostrarse tal y como es?

Me he atrevido por las demás, porque en realidad me da vértigo. A raíz de mostrarme más estoy recibiendo un montón de mensajes de chicas y eso ya me vale para exponerme y estar en primera línea si consigo que esa persona salga del momento en el que yo he estado. Hay que ir poquito a poco, no pasa nada por tener días bajos. Solo pido que cuestionemos de donde viene todo esto, que los estereotipos están para destruirlos. Hay que terminar con esos resquicios de normalidad que aseguran que solo hay un patrón, porque el mundo es diverso pero no nos lo hacen ver así.

Estereotipo de género

La alopecia es un trastorno que afecta por igual a ambos géneros, que puede darse a cualquier edad y que no tiene tratamiento curativo. Sin embargo, el impacto psicológico y emocional es mucho más fuerte en las mujeres en parte por la falta de visibilidad y el tabú que rodea a esta condición. El proyecto 'Mujeres calvas' de Sandra Román busca combatir esta desinformación para que la calvicie femenina no se viva en soledad, escondida bajo una peluca, ni se asocie con una pérdida de feminidad y belleza, algo que no les sucede a los hombres. Se estima que en la actualidad hay un 20% de mujeres de entre 30 y 40 años que sufren de alopecia, y el porcentaje aumenta a partir de la menopausia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_