Un agosto sin La Paloma
"Las fiestas nos salvaban este mes, ahora es la ruina", declara Toni Bonanno, vicepresidente la Asociación de Empresarios de La Latina
El verano de Madrid sucederá este año sin sus fiestas más castizas: las de la virgen de La Paloma. La crisis del coronavirus ha dejado a la capital sin el festejo del barrio de La Latina y en el parque de Las Vistillas. “Depresión”, es la palabra que utiliza José Luis Campos, de la Agrupación de Madrileños y Amigos Los Castizos para describir un agosto sin La Paloma. “Nos va a faltar algo… salir a la calle estos días y no ver lo que hemos visto todos los años nos afecta en lo anímico”, lamenta Campos, presidente de este colectivo fundado en 1984 y dedicada a recuperar y mantener las tradiciones de la capital.
La crisis del coronavirus ha dejado a la capital sin ninguna fiesta popular desde marzo, y por lo menos hasta octubre. Ni San Isidro, ni San Cayetano, ni San Lorenzo (estas dos últimas previas a La Paloma). Pero las de la Virgen de Agosto son, defiende Campos, las más castizas: “San Isidro son las fiestas de toda la ciudad y son más plurales, pero en La Paloma la gente que se queda en Madrid sabe que si viene a la Plaza de la Paja nos va a ver vestidos castizos y nos va a ver bailar un chotis, un pasadoble y una mazurca”. Ni siquiera, asegura, podrán celebrarlo a nivel individual porque la gente de la Agrupación, que solía quedarse en agosto para participar en la celebración popular, se ha marchado de vacaciones.
En el bar Bonnano, como es tradición, la Virgen de la Paloma preside la puerta y dos mantones cuelgan de los dos balcones que hay encima de la puerta. Sin embargo, no existe el ambiente de festejo que suele acompañar a esta decoración. “La Paloma era lo único que nos salvaba agosto”, declara Toni Bonnano, su dueño, vicepresidente de la Asociación de Hosteleros de La Latina, que agrupa a 50 locales del barrio. “Aquí ahora es la ruina, desde junio estamos al 30% de beneficios de media entre los bares y restaurantes que hemos vuelto a abrir, que será alrededor del 40% de los locales de la asociación”, lamenta Bonnano, cuyo bar cumplirá en diciembre 25 años en la Plaza del Humilladero.
Estas fiestas permitían a los bares de la zona hacer contrataciones extras: este año todavía tienen a trabajadores en ERTE. “Entendemos las medidas por la situación de pandemia y de brotes” remarca Bonanno. Su crítica, explica, pasa por considera que desde el Ayuntamiento de Madrid no se ha apoyado a la hostelería del distrito Centro. Los hosteleros de la zona pedían que a los bares sin terraza se les permitiera sacar una o dos mesas, ocupando zonas de aparcamiento, medida que no se les ha concedido. “En Ponzano, por ejemplo, han podido sacar más terrazas, pero a los del distrito Centro nos han abandonado”, zanja Bonanno.
El concejal del distrito Centro, José Fernández (PP), ha explicado que “hay que evitar como sea las aglomeraciones de público” para evitar los contagios. Los 200.000 euros previstos para los escenarios, artistas y actividades culturales y deportivos de las fiestas irán destinados a ayudas sociales, ha declarado Fernández. La suspensión de La Paloma es “dura para todo”, ha señalado el edil.
El Ayuntamiento sí mantendrá la tradición de bajar el cuadro de la Virgen en la Iglesia de San Pedro el Real, en la calle del Nuncio, popularmente conocida como la iglesia de La Paloma. Al ser la patrona de los bomberos de Madrid, son estos los únicos encargados de descender el lienzo, de 70 kilos. Este año, será el suboficial Juan Carlos Campaña quien bajará el cuadro de 70 kilos. No habrá, sin embargo, ofrenda floral ni procesión.
También se celebrará un acto a las 11.00 horas en el Patio de Cristales de la Plaza de la Villa, presidido por el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, en reconocimiento a los trabajadores y organismos por la gestión durante la pandemia de la covid-19. Posteriormente se entregarán las tradicionales “Palomas de Bronce-Bomberos de Madrid”. Almeida y Villacís acudirán más tarde a la misa en la Iglesia de la Paloma, cuyo aforo estará reducido a 50 personas.
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