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Política en Madrid
Tribuna
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Por qué los Pactos de Cibeles son menos interesantes de lo que puede parecer

"Ni una sola medida para que las asociaciones puedan recuperarse de tantos meses de pérdidas materiales y económicas, también humanas", escribe el presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales de Madrid

Almeida rubrica los Pactos de la Villa de Madrid
Almeida rubrica los Pactos de la Villa de MadridAYUNTAMIENTO DE MADRID (Europa Press)

Vamos para cinco meses de crisis pandémica y no terminamos de arrancar. Rebrotes del virus, falta de servicios sanitarios y un ambiente de crispación continua, guerracivilista en muchos casos, que no hace presagiar un resultado esperanzador. Sin embargo, en Madrid, como si de una rara avis se tratara, todos los partidos han llegado a un acuerdo para su reconstrucción, ¡los Pactos de Cibeles!

Madrid suele tener tirón y podría ser contagioso ese espíritu de acuerdo, de concordia. Justo lo que necesitamos en estos momentos difíciles. Unidad, salvar las diferencias, anteponer el bienestar general a los intereses de partido… es lo que parece que ha ocurrido en la capital. Pero, ¿es eso cierto? Ojalá lo fuera.

Bienvenidos esos Pactos de Cibeles, que contienen aquello en lo que todos están de acuerdo, lo evidente. Lo que falta, lo vetado y los excluidos son lo que los hacen mucho menos interesantes de lo que pueden parecer

Tras distintas propuestas, el Gobierno municipal accedió a montar una mesa de trabajo con una condición: todo acuerdo debería ser por unanimidad. Y entonces aparecieron las líneas rojas de la extrema derecha. Desde su enfermiza obsesión contra las asociaciones, impuso que los acuerdos solo fuesen negociados y suscritos por los partidos y que no pudieran contener medidas que rescatasen al tejido asociativo.

Ese tejido que cuando la Administración no estaba para atender a quien más lo necesitaba, cuando los bancos de alimentos estaban bloqueados por falta de voluntarios, cuando el 010 comunicaba y comunicaba, puso a disposición sus locales, sus recursos y el esfuerzo de mucha gente para que a nadie le faltase un plato de comida en la mesa, se quedase sin medicinas o sin una voz amiga al otro lado del teléfono.

A ese tejido, que lo ha dado todo por las personas de la ciudad, no lo verán en los Pactos de Cibeles. Ni una sola medida para que las asociaciones puedan recuperarse de tantos meses de pérdidas materiales y económicas, también humanas. Tampoco un agradecimiento o reconocimiento. No parecen por tanto los pactos de la concordia.

A la ultraderecha, auto reconvertida en convencida constitucionalista, se les olvida siempre los artículos 9.2 y 23.1 de nuestra imperfecta Constitución. Para ella el desarrollo efectivo de la participación ciudadana como complemento de la democracia representativa es un sacrilegio. De la Constitución sólo acepta lo que le interesa.

También se ha olvidado que Madrid tiene un Reglamento de Participación Ciudadana que regula, entre otros, el Consejo Sectorial de Asociaciones, órgano “que desarrolla funciones de asesoramiento y consulta en materia de asociacionismo”. Este importante instrumento ciudadano ha sido ignorado, impidiéndole cumplir su función. Para ellos es de esas cosas que, en el mejor de los casos, se consienten porque hay que cubrir las apariencias y, en el peor, soviets al servicio de los comeniños de la izquierda. Esto pasa cuando se deja a la minoritaria derecha ultramontana poner los límites de lo admisible. Y así nos va.

Bienvenidos esos Pactos de Cibeles, que contienen aquello en lo que todos están de acuerdo, lo evidente. Lo que falta, lo vetado y los excluidos son lo que los hacen mucho menos interesantes de lo que pueden parecer.

Quique Villalobos es el presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM)

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