Historia sonora de la angustia de una familia esperando noticias de la UCI
Un locutor de radio cuenta la enfermedad de su padre en un podcast llamado ‘Buscando Una Luz’
A medida que iban llegando las noticias de la llegada del coronavirus a España, Javier Izuzquiza, un economista de 66 años que se dedica a la gestión de alquileres, empezó a asustarse. Tuvo miedo hasta de contar que tenía síntomas, no quería ser uno más de los infectados. Cuando empezó a sentirse enfermo, su esposa, su hija y su yerno también tenían síntomas, pero a Izuzquiza el virus lo llevó el 26 de marzo a parar a la cama de la UCI de un hospital en Madrid. Allí sigue, 90 días después.
Su hijo, Francisco Izuzquiza, de 34 años, un locutor especializado en radio online y podcasting, decidió empezar a escribir un guion en forma de carta en donde iba contando todo lo que estaba viviendo durante el confinamiento. Cuando su padre fue ingresado, la carta terminó siendo un podcast y la forma que encontró su hijo para contarle a su padre todo lo que había pasado en su ausencia.
Este lunes se estrena en Podium Podcast con el título de Buscando Una Luz. Cinco episodios diarios sobre lo que ha vivido la familia Izuzquiza durante los meses más difíciles de la pandemia, contado en primera persona por Francisco y con la aprobación de la editora general, como Izuzquiza ha decidido llamar a su madre, Luz, que ha estado acompañándolo en cada borrador del guion que escribió entre lágrimas. “Es la historia más difícil que he vivido y contado nunca”, confiesa Izuzquiza.
“Esta mañana, en la UCI, mi madre le ha puesto a mi padre el teaser de Buscando Una Luz”, cuenta entre risas y para su sorpresa esta ha sido la conversación que han tenido:
Luz: “El lunes sale un podcast sobre ti”.
Javier: "¿Sobre mí? ¿Pero salgo yo?"
Luz: "Claro, es sobre tu historia".
Javier: "¡Qué bien! ¡Voy a ser famoso!"
“Y se lo ha hecho poner en bucle”, cuenta Izuzquiza. Cada episodio dura 13 minutos y está acompañado de las canciones que lo han ayudado a mantener la calma en esta situación tan difícil. “Si tuviera que escoger solo una canción diría que con la quemmás me he identificado, en estos meses, es una que se llama Mi lugar sin ti de Marcos Cao”, afirma.
El objetivo que busca cumplir Izuzquiza es concientizar a la gente que escuche su historia sobre el compromiso que tenemos que tener todos en este momento de supuesta nueva normalidad. “El virus sigue entre nosotros y tenemos que ser responsables por las personas que tenemos a nuestro alrededor”, afirma. Todos los beneficios del podcast serán donados a Cruz Roja España.
Para Izuzquiza lo más duro de estos 90 días ha sido la sensación de impotencia que da la virtualidad. Enterarse de los partes médicos por un mensaje de WhatsApp, saber las actualizaciones del estado de alarma por una notificación en el móvil y no poder ver su padre durante tantos días fue lo más difícil de llevar. “Nada de lo que estaba pasando era tangible”, reflexiona Izuzquiza.
Cuando por fin los dejan ir al hospital a ver a Javier, su familia no sabía si estaba yendo a despedirse. La imagen de Javier Izuzquiza era la de un hombre en coma inducido que aparentaba 20 años más que la última vez que lo vieron y con 20 kilos menos que la última vez que cenó en casa.
Estaba conectado a un respirador y a una máquina de diálisis. Las máquinas hacían por Javier todas sus funciones vitales. “Es un milagro que esté vivo”, afirma su hijo, que ya está más tranquilo porque, aunque su padre sigue en el hospital, va mejorando día a día. “Ojala el caso de mi padre hubiera sido tan leve como para que hubiera estado en Ifema”, dice Izuzquiza. “No quiero hablar de política y entiendo que ha sido una situación muy difícil de gestionar, pero lo que no puedo entender es que se haya hecho propaganda política en medio de tanto dolor”, critica Izuzquiza.
La realidad en los hospitales era peor de lo que se mostraba en los medios de comunicación. “El personal sanitario nos ha salvado a todos”, afirma Izuzquiza que recuerda que los médicos de su padre le contaban que, a veces, había tantos ingresos en la UCI que tenían que meter a tres o cuatro personas en una misma habitación. Cuando se acaban las camas, usaban todas las camillas y, cuando estas también se acaban, los pacientes terminaban en el suelo esperando a ser atendidos. “Trabajaron en unas condiciones terribles y con muy poco material, con su labor no se bromea”, defiende Izuzquiza.
Francisco Izuzquiza ha querido revivir el dolor que le supone la historia de su padre para contar al mundo que lo que estamos viviendo no es un invento chino ni una tontería. “Ha sido liberador, la mejor terapia”, confiesa.
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