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Amigos ilustres y hummus malasañero (toma 6)

El día que Aute se erigió en artista de masas y la eclosión definitiva de La MODA, pura espontaneidad burgalesa

Los chicos de la M.O.D.A. en su actuación en Madrid en la Joy.
Los chicos de la M.O.D.A. en su actuación en Madrid en la Joy.

Un cantautor culto erigido en ídolo multitudinario a raíz de un disco brillante y novedoso. Y unos chavalines en camisetas de tirantes que son únicos alborotando al personal.

Entre amigos, de Luis Eduardo Aute

(Movieplay, 1983)

El bombazo lo soltó el propio Luis Eduardo Aute, en el programa de Mercedes Milá, el 4 de febrero de 1983. “Dentro de exactamente un mes, grabaremos un disco en directo en Madrid entre amigos”, anunció en horario de máxima audiencia. La idea se había ido fraguando durante el otoño, en sucesivos encuentros con músicos y allegados en su azotea de la calle de General Díaz Porlier. Allí se discutió el concepto y el repertorio, y se grabaron bocetos en una grabadora de casete Philips con la que Luis Eduardo siguió trabajando hasta el final de sus días.

Lo de los álbumes con invitados ilustres hoy parece moneda corriente, pero entonces constituía una auténtica revolución. Aute había aprovechado un viaje a Varadero para transmitirles la invitación a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, y aquí se la confió a Serrat y Teddy Bautista, entonces aún más reconocido como el fundador de la banda Canarios que por su incipiente trayectoria en la ejecutiva de la SGAE. El 4 de marzo, en sesiones de tarde y noche en el Teatro Salamanca (Conde de Peñalver), se registró para la historia aquel doble elepé, Entre amigos. Y el éxito fue superlativo: número 1 en las listas de ventas y una gira de más de 80 conciertos, entre mayo y las Fiestas del Pilar, en Zaragoza. El madrileño de Manila pasó de cantautor de culto a héroe de estadios.

Nadie había previsto un cataclismo así. Tampoco Movieplay, una discográfica modesta que había publicado los dos trabajos previos en estudio (Alma y Fuga, de 1980 y 1981) y alquiló una sencilla mesa de 16 pistas para la grabación, pese a la insistencia del director artístico de la banda, Luis Mendo, por disponer de 24 canales. Aute, fallecido este 4 de abril, había admitido en el libro 201 discos para engancharse al pop-rock español: “Lo recuerdo como uno de los días de más nervios de toda mi vida. Tenía terror, terror y terror”. Mendo se sonríe hoy al rememorarlo. “Estábamos un poco atacados ya desde las 10 de la mañana, con el ensayo general. Pero en el primer pase salió todo medio bien y del segundo, ya menos tensos, se escogieron casi todas las tomas”.

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A los nervios contribuyó el hecho de que Milanés y Rodríguez llegaran en avión desde La Habana el mismo día del concierto, sin músicos ni equipaje. “Silvio, de hecho, tocó con una guitarra española Ibáñez que yo acababa de comprarme para el Conservatorio”, concreta Luis Mendo. “Y le gustó tanto que acabó haciéndose con otra idéntica”. Aute ya había convocado a un par de amigos un año antes en el Teatro Alcalá: Luis Pastor y Pepa Flores (Marisol), para la que andaba componiendo un disco íntegro. Pocos recuerdan tal antecedente, pero el autor de Al alba se convenció aquella noche de que contar con colaboraciones ilustres podía dar buenos resultados.

Todavía no ha salido la luna, de La Maravillosa Orquesta del Alcohol

(Prmvr, 2016)

¿Qué hacían siete veinteañeros burgaleses, con solo un par de álbumes en el mercado, planteándose grabar tres noches consecutivas en la Joy Eslava? “Sobre todo, comprobar si tenían razón todos los que nos insistían en que la banda en directo les motivaba mucho más que con los discos”, admite David Ruiz, la inconfundible voz rasgada que comanda a estos obreretes mesetarios del folk-rock, surgidos en el populoso barrio del Gamonal, el más combativo de la capital castellana. Era el final de la gira de La primavera del invierno (2015) y las entradas se habían agotado para las noches del 20, 21 y 22 de octubre, así que ¿por qué no probar suerte? El resultado, 21 canciones en sucesión prieta, bulliciosa y efervescente, con Iseo y Quique González como voces invitadas; una suerte de fotografía sonora de los característicos éxtasis de sudor y alboroto que acostumbran a provocar estos muchachos de las camisetas blancas de tirantes.

Casi todo el material publicado proviene del viernes 21. “En el primer día se nos notaba tensos y en el tercero, cansados”, revela Ruiz, el único que regresaba al hotel, todo modosito, tras cada bolo. “Quienes no tienen que cantar siempre prolongan un poco más las celebraciones”, admite con resignación. Eso sí, el sábado, tras el tercer concierto, festejaron el éxito por todo lo alto en la sala Fun House. “Se apuntó también Quique [González] y no paramos hasta ver salir el sol”.

Aún más emotiva resultó la comida del domingo, desfallecidos pero felices, en una terraza de Malasaña. “Uno de esos sitios modernos, todos iguales, en donde siempre te ponen hummus y te lo cobran a precio de foie con ibérico”, describe David con socarronería. “En esa comida nos miramos y nos dijimos: ‘¡Joder, lo hemos hecho!’. Dos años más tarde estábamos tocando en el WiZink, pero hace poco volví a escuchar Todavía no ha salido… y me llevé una grata sorpresa. Es muy digno. ¡No me avergüenzo!”.

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