Madrid, paralizada por un Gobierno en minoría y marcado por las diferencias entre sus socios
El Ejecutivo de Díaz Ayuso, formado por PP y Cs, suma desencuentros y no ha aprobado ninguna ley
Todo empezó en agosto de 2019. Tras largas semanas de negociaciones, Isabel Díaz Ayuso logró presidir el primer Gobierno de coalición de la historia de la Comunidad de Madrid, formado por PP y Cs, gracias al apoyo externo de Vox. Desde entonces, la parálisis. El Ejecutivo regional no ha conseguido aprobar ninguna ley, se divide cada semana por una nueva polémica, y muestra que está unido alrededor de un único pegamento: evitar que el PSOE, que el verano pasado ganó las elecciones autonómicas por primera vez desde 1987, gobierne Madrid.
“Respetamos el nombramiento, pero no lo compartimos”. La frase, pronunciada en enero por Ignacio Aguado, vicepresidente regional y líder de Cs, resuena en la Real Casa de Correos de Madrid como un trueno. Primero, porque la pronuncia delante de Díaz Ayuso. Segundo, porque se refiere al fichaje de Miguel Ángel Rodríguez, exsecretario de Estado con José María Aznar, como jefe de gabinete de la presidenta. Y tercero, porque en una escena inusitada confirma en público las discrepancias que vienen manteniendo los dos socios de gobierno, antes y después de ese capítulo.
Sobran los ejemplos. Cs, el aliado del PP, el que había votado la investidura de Díaz Ayuso, el que había vetado al socialista Ángel Gabilondo, da sus votos para que la Asamblea de Madrid pueda abrir una investigación sobre el caso Avalmadrid. Da igual que el organismo busque aclarar las condiciones en las que una empresa participada por el padre de la presidenta accedió a un aval de 400.000 euros, o que quepa la posibilidad de que la líder popular sea llamada a declarar (lo que finalmente no ocurre). El partido de Aguado lo apoya. Díaz Ayuso lo ve como una traición.
La crisis del coronavirus, con sus 15.000 muertos vinculados a la enfermedad, solo ahonda en las diferencias de fondo y forma. PP y Cs chocan por la gestión de las residencias, donde han muerto ya casi 6.000 personas; la conveniencia de las salidas de niños en el estado de alarma; mantener o bajar los impuestos; pedir que Madrid entre o no en la fase 1 de la desescalada; o negociar o no con el PSOE un pacto presupuestario.
Cuando se resuelven los conflictos estratégicos, quedan los prácticos, que son los que han bloqueado la actividad legislativa del Gobierno: el PP está dispuesto a llegar a acuerdos con Vox, un partido de extrema derecha al que Cs intenta obviar, actuando como si fuera innecesario, cuando tiene la llave de todas las votaciones en la Asamblea.
¿El resultado? Madrid ha tenido que prorrogar los Presupuestos de 2019, porque el Gobierno no tiene apoyos para unos nuevos; y el Ejecutivo perdió en marzo la votación para aprobar una batería de rebajas fiscales, la única medida que ha llevado a la Cámara desde agosto de 2019… precisamente porque Cs no aceptó un acuerdo entre PP y Vox.
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