“Da pena que Ciudadanos se haya escorado por buscar el poder”
El ganador de las elecciones reflexiona sobre el pacto PP-CS-Vox y sobre su futuro
Tras convertirse en el primer socialista que gana unas elecciones en la Comunidad de Madrid desde 1987, Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) observa con preocupación cómo PP, Ciudadanos (Cs) y Vox negocian para hacer presidenta a Isabel Díaz Ayuso. "No tengo otro plan que luchar por la investidura hasta el final", advierte, pese a que todo apunta a que las derechas lograrán el poder. Después de eso, su futuro es una incógnita.
Pregunta. En el mitin de cierre de campaña, dijo que entendería que el PSOE no le haga candidato una tercera vez si no gobierna. ¿Sigue pensando lo mismo?
El PSOE pedirá un informe jurídico sobre la entrada de Vox en la Mesa de la Asamblea
El PSOE pedirá un informe jurídico a los servicios de la Asamblea de Madrid para saber si el PP, Cs y Vox han respetado el Estatuto de autonomía al copar la Mesa de la Cámara. La norma recoge la obligatoriedad de tener en cuenta el resultado electoral en el reparto de los puestos del organismo, que deben ser repartidos de forma proporcional al número de escaños. Sin embargo, Vox ha acabado teniendo un representante en detrimento de Más Madrid, que se quedó sin ninguno, pese a que la formación de Íñigo Errejón tiene más diputados (20) que la de Rocío Monasterio (12).
"Vamos a ver según ese informe qué hacemos", explica Ángel Gabilondo, el líder del PSOE en la Asamblea, sobre la posibilidad de apoyar el recurso ante el Tribunal Constitucional que va a plantear Más Madrid, o de presentar uno propio. "Yo fui el primero que le dije a Errejón que creía que lo que se está haciendo aquí contraviene el Estatuto", añade. "Creo que ha habido un atropello", recalca. Y remata: "Encontramos muy razonable que se muestre la disconformidad. Me parece que Más Madrid tiene razón. Es la primera vez en la historia que hay un grupo, y en este caso son dos, que no tienen representación en la mesa: Más Madrid y Podemos".
La combinación estratégica de los votos de PP, Cs y Vox permitió a la derecha dominar la Mesa por cinco votos a dos, por lo que tendrá en sus manos el control del ritmo de la legislatura. Así, Cs tendrá una presidencia y una secretaría, el PP una vicepresidencia y una secretaría, y Vox una vicepresidencia. El PSOE, por su parte, logró en aquella votación una vicepresidencia y una secretaría. Esos puestos, según explica Gabilondo, también servirán para que se escuche la voz de Más Madrid y Podemos.
Respuesta. Cuando digo que mi puesto está a disposición del PSOE, parecería una novedad, pero estoy así desde el primer día. Soy muy poco ruidoso para entrar y salir de los sitios. Si en un momento determinado el PSOE piensa que puedo hacer algo de servicio público, tengo cierta tendencia a decir sí. Tampoco pensé nunca que quería ser rector, el que quiere ser rector desde niño es un peligro. La llamada viene un poco de los otros. Y con el PSOE, lo mismo. Fueron ellos los que pensaron que yo [podía ser candidato]... y si en un momento dado piensan que yo no, no tengo problemas. Sé ponerme a un lado.
P. ¿Seguiría como diputado sin ser el líder o portavoz?
R. Claro que soy capaz de eso. Si es donde creo que puedo hacer un mayor servicio público. No quiero dar la lata tampoco. Lo de ser portavoz o no depende del partido. Lo de ser diputado o no, depende de la ciudadanía. Pero me da lo mismo la fila uno que la cuatro. Estoy al servicio de un proyecto, y si no fuera presidente... Me dicen que no haga estas hipótesis. Yo no quiero ser otra cosa. No tengo otro plan que luchar por la investidura hasta el final.
P. ¿Será ministro si no logra la investidura, como parece, y Pedro Sánchez forma gobierno?
R. Eso me parece desconsiderado en muchas direcciones. Hay que formar un gobierno, hay personas que han trabajado durante once o doce meses con mucha voluntad de acierto, y no debemos andar los demás tocando las narices, por los alrededores, postulándonos y dando saltitos porque queremos ser no sé qué. Yo no quiero ser nada. Yo quiero cumplir aquí la labor por la que estoy, y si alguna vez, por alguna razón, viene otra cosa, no será porque yo la ande persiguiendo.
P. ¿Cuándo fue la última vez que habló con el presidente?
R. El día de las elecciones es la última vez que he hablado expresamente con él. Otra cosa es que estemos en comunicación indirecta una y otra vez. Le dije que acepto lo que ocurre, que trabajaré hasta el final, y que mi final será, probablemente, cuando ya no sea capaz de nada por luchar por aquello en lo que he creído, que es que en Madrid hace falta un cambio. Eso es lo que me preocupa más de lo que pase: que se consolide un modelo.
P. ¿Y cómo se combate eso?
R. Me paso el día animando a los demás, estimulando, diciéndoles que no hay que rendirse jamás, que hay que luchar por lo que uno cree, donde nos corresponda, que no podemos claudicar. Me paso el día haciendo ese discurso. También me lo digo a mí mismo. No puedo claudicar. La ciudadanía quiere estabilidad. Pero si la estabilidad es retroceder en algunas cosas, la gente se inquieta. Da pena que algunos partidos, Ciudadanos por ejemplo, que hablaba de regeneración, finalmente, por razones de búsqueda de poder, se escoren hasta querer aglutinar espacios de derecha sumándose a la derecha de la derecha, como dice Esperanza Aguirre, o la extrema derecha, o la ultraderecha. Todo esto es muy preocupante. Pero no es el temor del miedoso, es el temor del responsable, el temor del que sabe que los derechos y las libertades conquistadas se pueden perder.
P. ¿Por qué no incluyó ningún guiño a Ciudadanos en su documento marco para negociar la investidura?
R. No hicimos un documento para gustar a Ciudadanos, sino para abordar los problemas de Madrid. Queríamos trabajar en una propuesta conjunta. Era el mismo documento para Más Madrid y para Unidas Podemos. Era el campo de juego para poder establecer lo que podría ser una alianza, un acuerdo de diferentes que creen que pueden trabajar juntos si ponen como prioridad resolver los problemas de Madrid. No era una triquiñuela de cómo puedo decirle a este lo que le gusta oír para que así le guste yo.
P. ¿No es así como están negociando PP, Cs y Vox?
R. Me preocupa la deriva de la política hacia transacciones. Y me preocupa también que los espacios que se estaban construyendo para la moderación, el diálogo o el acuerdo, ahora son sustituidos por bloques enfrentados que bloquean la salida más mesurada. Y me preocupa que lleguen a las instituciones partidos que defienden unos valores que yo no comparto en absoluto. Hay que tener entereza e integridad, hay que luchar, hay que llevar hasta el final el apoyo de la ciudadanía, porque hemos ganado las elecciones. Eso te da una responsabilidad.
P. ¿Le ha dolido que Ignacio Aguado le caracterizara como un radical para justificar su veto a pactar con el PSOE?
R. No, porque no es verdad. Fue una estrategia. Sirvió para que mi entorno me tomara el pelo: el peligroso Gabilondo. Les hacía reír. Si alguna vez me ha tomado el pelo la gente que me quiere es porque quiere que sea más radical, un poco más extremo en mis posiciones. Pero para extremista no doy. Prefiero la coherencia, persistir, es lo que lleva al progreso. No me ha dolido. Me ha extrañado.
P. Al comienzo de la pasada legislatura, Aguado y usted parecían tener una gran sintonía. Se hablaba incluso de que el líder de Cs aplaudía sus intervenciones. Ahora están en polos opuestos. ¿Qué ha pasado?
R. Si aquí viniera un psicólogo, igual diría que las dos cosas son lo mismo. Que en la segunda parte está la expresión de la primera. Que es compatible que alguien por el que tienes admiración, suponiendo que la tenga, acabe siendo una persona contra la que combates. Es casi de libro.
P. ¿Es matar al padre?
R. O al abuelo. A la edad que tengo... Por lo que sea, tiene necesidad de distanciarse políticamente. Todos me dicen: '¿pero qué le pasa contigo?' Yo no lo sé. Él sabrá. Siempre he dicho que no excluyo a nadie y que quien excluye se autoexcluye. ¿Qué le pasa? ¿Qué le pasa? No creo haber hecho nada. Probablemente él piensa que no tiene ninguna agresividad conmigo, aunque quienes lo ven creen que sí.
P. ¿Usted ve esa agresividad?
R. A veces sí, a veces no. Hay que tener integridad y entereza para no entrar en esas cosas. Son cosas del juego de la política, que a mí me gustan poco. No quiero con eso enturbiar lo que me preocupa: ¿podemos trabajar juntos para resolver los problemas de los madrileños? ¿o hay tal desconsideración personal que crees que eso me desautoriza para trabajar contigo? Yo quiero hablar con ellos de educación primaria, dependencia, del empleo para jóvenes, vivienda... no de si les caigo bien o mal.
P. En campaña, admitió que le querían sin colmillo. ¿Debió ser más duro, más agresivo?
R. Uno siempre quiere más, pero cuando estás aglutinando mayorías, si te tiras hacia un lado, pierdes el otro. Nosotros queremos una cosa un poco más abierta, más transversal, no sectaria o partidista. Yo soy así. Si a alguien le doy un zasca, el que se queda mal soy yo. Me quedo mal yo. Cuando odias creo que te haces más daño a ti que a aquel a quien odias. El otro se va tan contento a casa, y yo duermo mal. Es una forma de ser. Una forma de entender la vida y la política: yo soy muy insistente. No sé si se logra más con esa persistencia de gota fría permanente que con un arrebato o un calentón. Hasta que me muera, yo voy a seguir siendo así. Sé que es discutible.
P. ¿Cómo vivió su familia su campaña?
R. Uno de mis hijos me dijo: como ciudadano quiero que ganes, como hijo tengo más dudas. Los correos que me mandan mis hijos son emocionantes. Se sienten orgullosos. A veces me dicen: 'Tú lo que tendrías que hacer es coger un traje de baño e irte a bañar a Zahara de los Atunes'. Lo dicen con el cariño de un hijo que te quiere, y con la admiración de que luches por lo que crees y muestres que eso es un valor en la vida.
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