Una renta mínima contra la aporofobia
La evidente insuficiencia de las ayudas actuales obliga a las instituciones a tomar iniciativas extraordinarias
Aporofobia. Es el trastorno que parecen sufrir en España y, particularmente en la Comunidad de Madrid, toda esa pléyade de liberales y ultras que desde hace días se vienen oponiendo con ferocidad al denominado ingreso mínimo vital. Un temor a los pobres y a su pobreza, un rechazo incomprensible cuando hablamos de establecer una renta mínima que en la región más rica del país ya existe desde hace décadas, pero con muchas deficiencias e insuficiencias. Tres de cada cuatro solicitudes para percibir la ayuda son rechazadas por los servicios sociales de la Comunidad.
No entendemos ni compartimos la opinión de la presidenta Díaz Ayuso, para la que la renta mínima no puede ser “un sistema para cronificar el desempleo y depender eternamente del Gobierno”. ¿Acaso piensa que la gente que está en riesgo de pobreza lo está por gusto? ¿Qué tiene que ver la cronificación del desempleo con la percepción de una renta destinada a paliar necesidades vitales y primarias como de las que estamos hablando?
Gente que no tiene recursos para afrontar la próxima semana, el próximo mes, y a la que esas fantasías de las que hablan los de la ‘paguita’ y sus representantes políticos no les sirven para dar de comer a sus familias
Cuando asistimos al bochornoso espectáculo de esa gente que tilda de ‘paguita’ una ayuda de estas características, solo podemos sentir vergüenza y pena por una forma de pensar como esa, que siente aversión por los que menos tienen o, cuando menos, ninguna empatía por las personas que peor lo están pasando. Son expresiones que rezuman odio, un odio social que la derecha liberal y la ultraderecha azuzan y alimentan desde las instituciones.
La crisis a la que nos enfrentamos va a ser durísima. Y necesita de soluciones urgentes, nada de paños calientes, ni declaraciones de buenas intenciones, ni amonestaciones enraizadas en posiciones ideológicas ultraliberales. No. Estamos hablando de gente que no tiene recursos para afrontar la próxima semana, el próximo mes, y a la que esas fantasías de las que hablan los de la ‘paguita’ y sus representantes políticos no les sirven para dar de comer a sus familias.
Antes de la pandemia, el 20% de la población madrileña -1,3 millones de personas- estaba en riesgo de pobreza. Ahora, los efectos del coronavirus incrementarán ese porcentaje. Muchas de esas personas, que ya sufrían unas condiciones laborales precarias, verán como a partir de ahora el paro y la crisis económica las arrastra hacia un preocupante escenario de riesgo y exclusión social sobrevenida. Miles de trabajadores y trabajadoras que verán mermados sus ingresos y, por tanto, entrarán en una situación desesperada.
La evidente insuficiencia de las ayudas actuales obliga a las instituciones a tomar iniciativas extraordinarias. Estamos hablando de rentas de supervivencia para personas que no tienen posibilidades de obtener ingresos, ni en la economía formal ni en la informal, durante mucho tiempo. Consideramos que es urgente ese ingreso mínimo vital impulsado desde el Gobierno central y complementado por las comunidades autónomas para asegurar una vida digna.
Jaime Cedrún es secretario general CCOO Madrid
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