Un paseo por el Madrid más silencioso que se recuerde
El pitido de los semáforos sin peatones ni vehículos es la banda sonora de unas constantes vitales bajo mínimos. Escúchalo en este vídeo
Madrid amanece este Viernes Santo enferma de confinamiento, con el sudor de la lluvia resbalando sobre el asfalto. La neumonía bloquea los pulmones de Sol, Callao, Gran Vía o la Plaza Mayor. El virus la mantiene intubada a la incertidumbre y la soledad. Triste, sombría, llorosa, oscura… El pitido de los semáforos sin peatones ni vehículos es la banda sonora de unas constantes vitales bajo mínimos. Más silenciosa aún con el cierre, en el tradicional festivo, de algunos de los pocos comercios que estas semanas quedan abiertos.
Las calles son ese pasillo de urgencias hacia el quirófano por el que se apresuran vehículos con sirena, autobuses y algún que otro taxi. Deambulan los sin techo sin paraguas. Y sin rumbo. Mucho más visibles ahora. Uno suelta alaridos por Preciados. Compiten en presencia con los uniformados, que piden sin parar los papeles al reportero. Una vez, otra… Y los no uniformados. También legión. Una vez, otra... “Será mejor que se cuelgue el carné del cuello”. “Madrid así es muy golosa ¿verdad?”, comenta uno de los agentes que, tras solicitar por los papeles, pregunta si podría tener la foto que el reportero les ha hecho. Escenas de Viernes Santo en una ciudad moribunda que, por desgracia, este domingo todavía no va a resucitar.
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