Beade: el pueblo del alcalde de tiempos de Franco que el PP pos-Feijóo ya no quiere
Por primera vez en medio siglo hay intriga electoral en este municipio de Ourense de 372 vecinos. Senén Pousa, que gobierna desde 1974, concurre con una lista independiente tras ser apartado sin aviso de Baltar
El verdadero futuro de Beade (Ourense) cruza la avenida del Caudillo en el carrito de cuatro plazas que compró por Amazon la encargada de la Casa Nido. El quinto niño en edad preescolar en este municipio de 372 almas, algo mayor que los cuatro bebés del cochecito con toldo cargado de libros y juguetes, camina al lado con cara de enfado; quizás porque va a dar la una y aprieta la hora de comer o porque no cabe en el transportín. La cuidadora los ha llevado de paseo hasta la sombra de los plátanos que adornan la entrada de la iglesia de Santa María —una joya de pasado milenario y leyendas de tesoros templarios— y allí les ha leído un cuento, entre los carteles de dos candidatos novatos: el del PSOE, grapado a un árbol, y el del PP, en un enorme panel azul que incluye, en letra pequeña, todo el programa electoral. El templo de Santa María, más que por su rotunda belleza, se hizo famoso en Galicia durante años por las concurridas misas que el alcalde que sigue al frente del Ayuntamiento desde 1974, Senén Pousa, pagaba de su bolsillo, dedicadas a Franco por el 20-N. “A la gente buena no, pero a Franco le hacen falta muchas misas”, bromea ahora Mara Pousa, hija de Senén, que con su hermano va de suplente en la lista independiente que encabeza el regidor que ha dado al PP y, antes a Alianza Popular, casi medio siglo de gobierno local. Su Agrupación de Electores por Beade (AEPB) fue improvisada a contra reloj después de que el 17 de febrero, en un pleno municipal, el alcalde, que ahora tiene 84 años, se enterase por boca del entonces portavoz del PSOE, Miguel Carreiro, de que el PP preparaba una lista sin contar con él.
La noticia es, desde entonces, “la comidilla” del pueblo, describen varios clientes del bar Celta, que congrega casi más mujeres que hombres a la hora del vermú, o más bien la hora del vino de O Ribeiro, en este ayuntamiento en el corazón de la comarca vitivinícola, donde las casas se apiñan en torno a la travesía Caudillo y luego todo son laderas peinadas de vides. El carrito con los niños de la Casa Nido pasa por delante del Celta y luego tuerce hasta perderse. Parece una metáfora del escenario político del pueblo: con cuatro candidatos nuevos, recién subidos al viaje electoral, al tiempo que ha caído en desgracia “el de siempre”, el niño mayor apeado y triste. Hasta los vecinos que abiertamente dicen que no votan a Senén Pousa definen como “ruindad”, “canallada”, “traición”, “vergüenza”, “puñalada trapera”, la maniobra del PP tras la marcha de Alberto Núñez Feijóo a Madrid, algo que no saben si tiene que ver. Y todos señalan a “Saltarín” o “Baltarín junior”, dicen en referencia a José Manuel Baltar, el heredero de la presidencia provincial del partido (y pendiente de juicio por conducir a 215 kilómetros por hora), el hijo del autoproclamado “cacique bueno”, José Luis Baltar.
Después de enterarse a través del PSOE de que el PP prescindía de él, el alcalde que sostiene el bastón de mando desde que se lo entregó en la dictadura el gobernador civil telefoneó varias veces a José Manuel Baltar para pedirle explicaciones. Asegura que todavía sigue esperando respuesta. Se pregunte a quién se pregunte, en el bar Celta o en el Kuma, al pie de la carretera general, las personas confirman “el bajón” que han visto desde entonces en el único alcalde que han tenido. Su propia nieta, Susana Fernández Pousa, séptima en la lista de AEPB, también lo dice: “Para él el Partido Popular era lo primero, lo ponía por encima de su propia familia”. Tras “el mazazo”, Mara cuenta que rompió y tiró “a la basura” la foto de Feijóo que ella tenía junto a su cama. “Del rebote, me afilié a Vox”, confiesa, aunque luego ella misma, su hija, su hermano y otros vecinos confluyeron en la lista de Senén, que “no tiró la toalla” cuando superó en 2019 un cáncer de colon y no la tira ahora. Aunque tiene, quizás por primera vez en su vida, miedo de lo que pase el 28 de mayo. “Hay expectación”, “hay polémica”, admiten los vecinos. Las elecciones están candentes en Beade como nunca lo habían estado. “Soy alcalde desde antes de que existiera la política”, resume Pousa, reacio a “hacer declaraciones” sobre lo ocurrido.
Su imagen fuera de Beade es la del peculiar alcalde preconstitucional que siempre da titulares porque se declara admirador de Franco. Con las misas por el dictador, que dejó de celebrar porque se enfadó con don Emilio, el cura, a causa de unas vides; su antiguo politono del Cara al sol en el móvil; y el retrato del Generalísimo presidiendo su despacho consistorial. El cuadro aguantó allí hasta que lo retiró a regañadientes por la ley de memoria histórica, y entonces se lo llevó a casa. En la familia ha perdurado más esta estampa que la del líder del PP español. “A Franco lo tiene ahí”, reconoce la nieta (que ejerció de alcaldesa el mes de su operación), “pero como si tuviese un póster de las Spice Girls”. La avenida sigue llamándose Caudillo “porque caudillos hay muchos”, apunta el alcalde, cuyos parientes, durante años y “por consejo de la Guardia Civil”, miraron debajo de cualquier vehículo en el que fueran a montarse “por temor a una bomba lapa”. En 2013, el Gobierno atribuyó a Resistencia Galega la olla cargada de pólvora prensada que explotó en el Ayuntamiento. “Mi abuelo siempre condenó las atrocidades, la guerra, la represión de la dictadura”, insiste Susana Fernández, que ya es una madre de 32 años, con el pelo pintado de colores e ideas más abiertas, “pero siempre dijo que a Franco le estaba muy agradecido porque lo trató muy bien cuando estaba haciendo la mili”.
Pousa, que nació el 27 de marzo del 39, “tres días antes de acabar la guerra”, apunta su hija, era “labriego y pobre” y aparte de esto “no fue otra cosa” en su vida más que alcalde. “Quiere a su pueblo, lo dio todo por el partido y nunca se aprovechó ni para conseguir trabajo para sus hijos”, asegura ella, que cobra un subsidio y asiste como parada a un curso de formación ocupacional sobre albañilería. El sueldo de Senén es “la pensión agraria”, aunque “cobra dietas por asistencia de 20 euros al día”, comenta Mara Pousa, “no tiene casa propia ni coche y hay meses que al final solo tiene cuatro euros en la cuenta”. “Para comprobar su poco apego a lo material, basta con fijarse en que siempre sale con la misma camisa en las fotos, que hay que andar lavándosela de seguido”, dice.
“Obnubilado” por el dictador
Según relata la familia, “conoció a Franco cuando estaba haciendo el servicio militar en Melilla”. El dictador “recibió en El Pardo a tres o cuatro chicos, quiso reunirse con ellos porque eran de Galicia, les habló en gallego y mi padre quedó obnubilado”, cuenta Mara. Un año antes de morir el Jefe del Estado, Pousa fue nombrado alcalde de un Beade al que no había llegado “la luz, ni el agua corriente, ni el asfalto”; y ya en AP, con Fraga, todo fue rodado “porque lo que pedía, se lo daba”. Hoy el León de Vilalba, que fue candidato a la Xunta con 82 años, es el único mandatario del PP que el veterano político “de antes de que existiera la política” sigue venerando. Su salida del Partido Popular abrió la veda electoral en el pueblo hasta tal punto que el 11% de los vecinos engrosa alguna de las listas. Si históricamente concurrían tres formaciones (el PP de Pousa, el PSOE y el BNG), y todo se repartía entre populares y socialistas (cuatro y tres concejales, respectivamente, de un total de siete) esta vez son cinco partidos, con el nuevo PP, AVIDE (Agrupación Veciñal Independente de Electores) y el partido del alcalde, AEPB, en liza. “Al principio”, recuerda la hija de Pousa, “no teníamos gente para la lista porque tenían miedo de enfrentarse al PP y perder el trabajo”, pero a algunos les acabó empujando “la indignación”.
A principios de marzo, el propio Baltar presentó a su nuevo candidato en Beade, Fernando Taboada. “Agradecemos el trabajo realizado por Senén Pousa durante todo este tiempo, su experiencia de gestión”, alcanzó a decir el presidente provincial, y a continuación proclamó que hay “otra forma de entender la política, con la participación, la transparencia, las ganas, la ilusión y el compromiso”. A las 23.58 horas de aquel mismo día de febrero en que el viejo mandatario local supo que el PP ya no lo quería, un alcalde popular de la comarca, que no desea ser citado, envió un wasap a Mara Pousa: “En estos momentos se me cae la cara de vergüenza por la forma en que se actuó desde el partido, y mira que les dije en más de una ocasión que hablaran con tu padre, que no come a nadie, que tiene carácter pero sabe ser responsable. Pero nadie se atrevió, ni los que en teoría eran sus mejores amigos y que le deben más de un favor [...] No se merece este tipo de actuaciones a estas alturas de su vida [...] Te pido discreción, empieza a haber mucha caza de brujas y por lo que veo a lo mejor no vienen los tiros de donde tú piensas”. Este final sigue siendo una incógnita para la suplente por la lista de AEPB.
Después de tres meses de debate, en el pueblo los vecinos no tienen claro por qué el PP apartó a su eterno candidato en el segundo pueblo más pequeño de la provincia justo ahora. “Por viejo no será”, dice la nieta, “si mantiene por ahí a otros a los que ya se les va la olla”. “Si es que en esta provincia”, ríe el panadero, “tenemos alcaldes Duracell”. “Yo a Senén nunca le votaría, aunque admiro que mantenga sus ideas y diga siempre lo que piensa, pero me parece que para los políticos y para los papas había que poner una edad de jubilación porque llega un punto en que todo caduca”, defiende Mari Carmen en el Kuma. “Pues yo creo que el PP padece de edadismo”, critica, por el contrario, la hija del regidor, “no se atreven a decirle ‘nos haces feo en el partido porque eres viejo”.
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