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La resistencia del PSOE y Sumar frustra la mayoría del PP y Vox y deja abiertas todas las posibilidades

Feijóo gana, pero Sánchez crece en votos y escaños y deja caer que intentará volver a gobernar

Confeti en el balcón de Génova al término de la comparecencia de Alberto Núñez Feijóo. Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

Hace solo una semana, el PP soñaba con 168 escaños y una victoria aplastante que le permitiera gobernar en solitario, sin Vox. Pero una resistencia de la izquierda muy superior a la esperada, con un PSOE que contra todo pronóstico mejora ampliamente sus resultados de 2019, ha dejado a Alberto Núñez Feijóo con una victoria tan ajustada que ni siquiera suma con Vox, UPN y Coalición Canaria. El resultado en votos es aún más sorprendente que el que reflejan los escaños: el PP gana las elecciones al PSOE por poco más de 300.000 votos. Es una victoria, pero tan pequeña, muy parecida a la de José María Aznar en 1996, que deja muy mal sabor de boca en la cúpula popular, que en ningún momento dudó de que sumarían mayoría absoluta con Vox.

Los números son tan estrechos que dejan la gobernabilidad en el aire: el bloque actual tendría 172 escaños, y necesitaría al menos la abstención de Junts para hacer presidente a Pedro Sánchez, y el bloque de la derecha solo tiene 171 siempre que el PNV se mantenga con el PSOE. El Parlamento que sale de las urnas permite que Sánchez pueda repetir su mayoría, aunque esta vez necesitaría la abstención de Junts y el voto afirmativo de ERC y Bildu, y hace muy difícil que Feijóo lo logre, porque no tiene los apoyos para salir investido salvo que haya cambios en las posiciones iniciales de partidos clave como el PNV. “El bloque involucionista ha fracasado. Son más los españoles que quieren que España avance y así va a seguir siendo”, gritó un Pedro Sánchez eufórico mientras las bases del PSOE gritaban “¡No pasarán!” en la puerta de su sede. El presidente dejó caer así que intentará gobernar. “Han hecho fracasar la suma de la derecha”, admitió Santiago Abascal, líder de Vox. Mucho menos claro, Feijóo insistió en que intentará una investidura —”mi obligación es abrir el diálogo para intentar gobernar nuestro país de acuerdo con la victoria electoral”— y pidió a todos los demás que no lleven a España al bloqueo, mientras los militantes madrileños enfervorecidos gritaban “¡que te vote Txapote” y “¡Ayuso!¡Ayuso!”. El líder del PP sin duda intentará esa investidura como ganador de las elecciones, pero es muy probable que no lo consiga y a partir de ahí llegará la oportunidad de Sánchez.

La sorpresa y frustración que se vivía en la sede del PP contrastaba con la alegría incontenible en la del PSOE. Pese a la derrota electoral, que Feijóo intentará explotar para exigir a los socialistas que se abstengan para dejarles gobernar, Pedro Sánchez ha logrado algo que parecía imposible hace menos de dos meses, cuando decidió dar el enésimo salto al vacío adelantando unas elecciones generales al día siguiente de la debacle de las autonómicas y municipales del 28 de mayo: mejorar sus resultados de 2019 en votos —más de 700.000— y en escaños —dos más— e incluso poder soñar con buscar una mayoría aún más compleja que la actual pero no imposible para poder gobernar. Los socialistas creen que podría bastar con una abstención de Junts para poder tener una mayoría superior a la del PP con Vox y el apoyo de UPN y Coalición Canaria.

La situación que dejan las urnas en el Congreso es muy compleja, casi imposible de resolver. La posibilidad de bloqueo es un hecho, aunque el desastre de la última repetición electoral, la de 2019, puede servir como antídoto para evitar esa tentación. En este momento hay dos mayorías posibles, en función de lo que han ido diciendo cada uno de los partidos, aunque quedan por delante muchas semanas de complejas negociaciones. Por un lado está la más evidente, la del PP con Vox, UPN y Coalición Canaria, un partido al que muchos colocan con los populares porque están gobernando con ellos en las islas. Pero esta suma se queda en 171, muy lejos de la absoluta con la que soñaba Feijóo y que muchos sondeos dieron por hecha en las últimas semanas, aunque no el del 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER.

Pedro Sánchez celebra junto a Begoña Gómez, Santos Cerdán y María Jesús Montero los resultados del PSOE en las Elecciones Generales este domingo.Foto: NACHO DOCE (REUTERS) | Vídeo: EPV
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La otra mayoría posible es la del PSOE con Sumar, que ha logrado resistir en 31 escaños —tenía 35 Unidas Podemos— aunque se ha quedado a 20.000 votos de lograr la tercera posición, que vuelve a ser para Vox. A ellos tendría que añadir, como tiene ahora, los votos del PNV, ERC, Bildu y BNG, algo factible para una investidura aunque siempre complejo. Esos grupos suman 172 escaños, uno más que los 171 del bloque del PP. Pero ahí la llave decisiva la tendría Junts, el partido de Carles Puigdemont. En esta fórmula, Sánchez no necesitaría el voto afirmativo de Junts para ser presidente, algo difícil de imaginar, pero le bastaría con la abstención. Aun así, es una mayoría aún más compleja que la actual, con lo cual hay mucho partido aún por delante para tener claro cuál de las dos opciones podría imponerse o si el bloqueo conduce a nuevas elecciones. “No haremos presidente a Pedro Sánchez a cambio de nada”, señaló Míriam Nogueras, cabeza de lista de Junts, en la noche electoral.

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Los independentistas pueden ser decisivos, pero el resultado en Cataluña ha sido desastroso para ellos. ERC ha perdido seis escaños, Junts uno —tenía ocho con PDeCAT— y la CUP los dos que tuvo. Nueve escaños en total se han dejado los independentistas en estas elecciones, que han ido especialmente bien para el PSC. Este resultado demuestra que la política de Sánchez, que ha implicado un acercamiento diferente al conflicto político y ha incluido los indultos y la creación de una mesa de diálogo, ha sido premiada de nuevo por los catalanes —ya lo fue en las elecciones autonómicas y después en las municipales, ambas ganadas por los socialistas— pero ha castigado al otro gran partido de ese acuerdo, ERC. Por el contrario, esa política parecía haber castigado a los socialistas en las municipales y autonómicas de mayo en el resto de España, pero no lo ha hecho en las generales, donde ha habido una inesperada y muy fuerte reactivación del voto del PSOE en la recta final de la campaña.

Feijóo sufre una gran frustración porque sabe que a pesar de haber ganado por la mínima en votos y tener 14 escaños más que los socialistas es perfectamente posible que no logre gobernar. El expresidente gallego, que venía de cuatro mayorías absolutas aplastantes en su tierra, no dejó la Xunta para quedarse como líder de la oposición a Sánchez. Todos los planes del veterano político gallego pasaban por gobernar como su principal aliado interno, Juanma Moreno, que logró la mayoría absoluta en Andalucía arrebatando muchos votos al PSOE, o algo muy cercano. Moreno ganará puntos ahora dentro del PP mientras Feijóo podría sufrir para defender un resultado que nadie esperaba dentro de este partido.

Los primeros dirigentes consultados esta noche electoral mostraban en privado su decepción y hablaban abiertamente de bloqueo, por tanto no tenían encima de la mesa la posibilidad de gobernar, que daban absolutamente por hecho hace pocos días. La recta final de la campaña de Feijóo ha sido especialmente desastrosa, sobre todo después del error de libro en la entrevista de TVE, donde dio datos falsos y lejos de corregirlos retó a la periodista que se lo hacía notar, Silvia Intxaurrondo, a pedir disculpas. Después Feijóo decidió no ir al debate a cuatro, algo que muchos consideraron otro error, y vio cómo se reactivaba la polémica por su amistad en los 90 con el narcotraficante Marcial Dorado. Ahora el líder del PP intentará a toda costa que Sánchez le deje gobernar con su abstención, como ya había apuntado en la campaña, pero las posibilidades de que eso suceda son mínimas y mucho más con un resultado en votos y escaños tan estrecho como este.

Mientras, Sánchez ha logrado una vez más algo que parecía imposible, como casi siempre en toda su carrera política. El político al que muchos daban por desahuciado después de las elecciones municipales ha hecho una campaña muy desigual, que arrancó con mucha fuerza gracias a los gobiernos del PP y Vox, que activaron claramente el voto progresista, y luego se vino abajo con un debate cara a cara en el que tuvo un muy mal día en el peor momento. Pero la capacidad de Sánchez de levantarse una y otra vez después de caer se vio de nuevo a partir del fin de semana pasado, cuando recuperó sus mensajes fuertes en los mítines. La última semana los socialistas y algunos sondeos que no se podían publicar por ley pero se seguían realizando ya mostraban que había mucha recuperación del voto de izquierdas, especialmente socialista.

La candidata de Sumar, Yolanda Díaz, llegaba a la sede de su partido en Madrid el domingo.Foto: SAMUEL SÁNCHEZ | Vídeo: EPV

Yolanda Díaz, la líder de Sumar, también mostró una resistencia muy superior a la esperada y empezó a recuperar muchos votos en los últimos días, especialmente después del debate a cuatro, donde ella fue la que más brilló. Díaz estaba eufórica y hablaba abiertamente de victoria la noche electoral. “Había mucha gente preocupada, hoy creo que la gente va a dormir más tranquila. La democracia ha ganado, sale fortalecida. Hemos ganado”, decía una dirigente emocionada, con la voz rota. Díaz ha logrado recomponer el espacio a la izquierda del PSOE y garantizar así su continuidad y la posibilidad incluso de volver a gobernar en coalición con los socialistas.

Mientras, Vox ha tenido un resultado discreto aunque haya logrado mantener la tercera plaza, y esos escaños pueden ser inútiles, la peor pesadilla para Santiago Abascal, que ya se veía como vicepresidente de España después de pactar con el PP en Castilla y León, la Comunidad Valenciana y Extremadura. La ultraderecha española mantiene una fuerza importante, pero si no logra gobernar el fracaso político es importante porque además la recuperación del PP hace que cada vez la relación sea más desequilibrada a favor del partido grande del bloque de la derecha, lo que hará a Vox cada vez más irrelevante.

Santiago Abascal, líder de Vox, comparece ante sus simpatizantes en la sede de su partido en Madrid este domingo.Foto: JAIME VILLANUEVA | Vídeo: EPV

La campaña, los pactos del PP con Vox y una última semana de vértigo, que claramente ha movilizado el voto progresista mucho más de lo previsto, han cambiado totalmente el escenario previsto y han frenado lo que casi todos daban por hecho, esto es, el Gobierno de Feijóo con Abascal al estilo de la Comunidad Valenciana. Sánchez hace bueno una vez su Manual de resistencia y la derecha española se queda de nuevo al borde de un gobierno que tenía al alcance de la mano como en 2012 en Andalucía, cuando Javier Arenas también decidió, como Feijóo, no ir al debate y después admitió el error. Todas las miradas estarán ahora puestas sobre el líder del PP, que lo tenía todo para gobernar y ha fracasado en el intento. El panorama político español queda completamente abierto y la investidura en el aire. España ha votado empate entre dos bloques, pero los números dan que uno de los dos, el de la actual mayoría, tiene un escaño más. Y eso puede ser decisivo para gobernar el país. Si no, habrá repetición electoral.

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