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Mr. Handsome, Ayusopasión y el ‘teamfacha’: por qué los memes en política son cada vez más importantes

Tres cuentas con alta capacidad para viralizar con humor temas políticos muestran el potencial de internet para tratar de influir en las elecciones

Pedro Sánchez Isabel Díaz Ayuso.
Tres imágenes vinculadas a memes de los políticos Santiago Abascal, Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso.

“Mi género porno favorito es Pedro Sánchez en Bruselas y no lo sabía”, dice uno de los tuits más célebres de la cuenta Mr. Handsome, que celebra sin pudor el físico y la presencia del presidente del Gobierno en Twitter. “La verdad es que es un bombonazo”, responde una usuaria. “Ha nacido un latin lover”, escribe otra, entre docenas de mensajes de aprobación.

La persona creadora de Mr. Handsome sigue siendo anónima. Solo aseguró el 8 de marzo que era una mujer: “Me preguntan mucho ‘quién está detrás de Mr. Handsome’ y no sé hasta qué punto es relevante. Al final solo soy una persona que un día estaba en su casa y tuvo una idea en redes que ha funcionado”, dice. Explicó a EL PAÍS por correo electrónico cuál es el objetivo de una cuenta como la suya: “Más que crear un meme, mi intención era aprovechar uno ya existente para darle un toque positivo y que permitiera transmitir el mensaje político con facilidad”, añade. Esta idea de colar mensajes políticos mediante una mezcla de humor, ausencia de complejidad y mensajes para iniciados es la base de la influencia hecha meme.

Mr. Handsome, con sus más de 75.000 seguidores entre Twitter y TikTok, es solo un ejemplo del papel prominente de los memes en la política española. En Instagram y TikTok las cuentas de Ayusopasión hacen algo similar para sus 175.000 seguidores con la “presi” o “jefa” o “lady Madrid” Isabel Díaz Ayuso: “¡Qué guapa!”, escriben en una de sus últimas publicaciones, que se centran en el físico. En las últimas elecciones municipales se popularizó el “Que te vote Txapote”, una frase de Ayuso que se convirtió en meme de ida y vuelta: pasó de las redes a escenas reales, que luego se viralizaban de nuevo.

En esta precampaña, Vox tuiteó el número “33″ cuando faltaban “33″ días para las elecciones. Era un tuit junto a un vídeo que solo decía eso: “Sí 33 jaja”. Fue visto 1,5 millones de veces, más del triple que el tuit con el vídeo. Días después, su líder, aparece en un vídeo diciendo “33″. Tuvo 2,6 millones de visualizaciones. El “33″ se ha convertido en un número de apoyo a Fernando Alonso, el corredor de F1. La explicación del porqué es demasiado compleja, pero con saber eso es suficiente: con el meme de 33, Vox está sumándose a una corriente en redes que implica de manera irónica apoyo al corredor español y a la nostalgia de cuando ganaba mundiales. Que este año pueda volver a ocurrir es una vuelta al pasado, que es lo que quieren muchos votantes de Vox.

Se quiera o no, los memes son una parte creciente del debate político español.

Los memes, fragmentos de cultura popular que circulan rápido, no son nuevos. Tampoco su papel en política. Pero su increíble popularidad hace que empiecen a ser imprescindibles para entender cada ciclo electoral. La idea tradicional del votante era de alguien racional, que se informa y que vota para premiar o castigar a políticos, cuenta Clara Juárez, investigadora de la Universidad de Viena, que en su disertación comparó el comportamiento en internet de seguidores de Donald Trump, Bernie Sanders, Vox y Podemos. “Ahora empezamos a ver que, primero, la gente no está tan interesada ni lee tantas noticias y, segundo, a veces se premia o castiga a políticos por cosas fuera de su control. Hay un agujero ahí que no acabamos de entender”, sintetiza Juárez.

Ese agujero obliga a buscar otras teorías que expliquen por qué alguien escoge un partido, candidato o ideología: “Ha surgido algo llamado teoría de la identidad social, que entiende el mundo en base a grupos y nuestra pertenencia a ellos, lo que nos lleva a desarrollar actitudes en coherencia con estas afiliaciones”, explica Juárez. Es una manera más social de mirar la política y en la que encaja el papel de las redes.

El teamfacha es uno de los fenómenos que mejor ha explotado la presencia de internet en la política. Con memes y bromas, han ido colocando en el debate nacional asuntos que no hubieran entrado de otro modo y que han favorecido el crecimiento de Vox. “El teamfacha ejemplifica muy bien el discurso de extrema derecha presente en la juventud”, señala Juan Manuel González Aguilar, profesor de la Universidad Internacional de La Rioja. “Mensajes ácidos, sin ningún tipo de tapujos, en algunos casos satirizándose ellos mismos con la finalidad de humillar al oponente”. Tanto el líder oficioso del teamfacha, Españabola, como las personas detrás de Ayusopasión no han respondido a mensajes de este periódico. Fuentes del PP de Madrid aseguran no saber quién hay detrás de esta última cuenta.

Los memes circulan por redes más rápido que otro tipo de contenido. Su uso para popularizar ideas políticas es evidente: “Permiten un acercamiento fácil y rápido al electorado, a veces con mensajes superfluos o cargados de estereotipos”, detalla Guillermo Suárez-Tangil, investigador de Imdea Networks en Madrid. Y ahonda: “Suelen ser muy efectivos para acarrear mensajes simples, pero cargados de ironía”. Aquí por ejemplo Españabola explica abiertamente cómo usan el 33 para llevar a “normies” [usuarios incautos] hacia Vox gracias a admirar a Fernando Alonso:

La idea común del meme es una imagen con texto por encima, pero esa concepción se ha quedado vieja. “Aunque tendemos a pensar en un meme como una imagen con texto superpuesto, los memes en realidad aparecen en muchos formatos diferentes, incluidos audio y video, que han crecido mucho con TikTok”, aclara Ioana Literat, profesora de la Universidad de Columbia (EE UU). “Los memes también suelen tomar prestadas imágenes o clips de los medios dominantes, con el objetivo de mezclarlos o recombinarlos para generar significados nuevos, y a menudo subversivos”, describe.

El fenómeno fan en política

La extensión del concepto meme permite que sean un vehículo óptimo para la política. “Un meme solo es meme cuando habita muchos cuerpos. No se limita a un formato o un diseño”, define Marco López Paredes, director del Observatorio de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

La creadora de Mr. Handsome vio esa opción con claridad al empezar su perfil: “Todo parte de que, como persona de izquierdas, quería intentar que el mensaje político en el que creo se difundiera lo máximo posible de una manera honesta y entretenida”. La autora anónima cuenta que durante la pandemia se dio cuenta de que contenidos como las fancams (vídeos con musiquita e imágenes) funcionaban muy bien y que la gente tiende más a captar y compartir el mensaje político desde la emoción: “Me pareció que merecía la pena explorar esa vía y que además la figura de Pedro Sánchez tiene un componente casi épico, casi de prota de película que se enfrenta a todo y todos”, agrega. Ese rol abre el atractivo de Sánchez como candidato y la manera de transmitirlo es sencilla:

Algo parecido ocurre con Ayuso, que fascina a creadores de memes como heroína. O con Abascal, que sale a menudo en su caballo de típico señor español. El potencial memético de un candidato es algo que los partidos tendrán cada vez más en cuenta: de ahí que haya ahora un vicepresidente torero en Valencia. Manda un mensaje evidente sin hacer nada y encima hace rabiar a los rivales.

El meme te ubica en tu equipo

Otro papel esencial del meme es su capacidad para distinguir entre “vosotros” y “nosotros”: quién entiende y disemina nuestro meme es de los nuestros. Eso hace también que participar del grupo sea gratificante: “Hay dos ideas básicas”, resume Juárez, “una, que más gente se haga de tu equipo y, dos, indicar cómo debes ser para pertenecer a ese equipo, qué debe hacerte gracia. La teoría de la identidad social define quién pertenece y quién no”.

Los memes no siempre tienen un objetivo claro, a menudo comienzan con una broma interna. “Luego más personas se involucran en el proceso creativo”, describe Christina Neumayer, profesora de la Universidad de Copenhague, “y es probable que no todos tengan un objetivo político en mente, pero piensan que es divertido crear algo o ser parte de esa broma interna. Con esos memes podemos expresar una identidad política compartida, de nosotros contra ellos, a menudo criticando a la élite política y burlándose de ella, lo que a la inversa refuerza la polarización”, apunta.

Las charos es quizá el meme original español político que más cumple todos estos rasgos. En este caso ha servido para denigrar a un rival político. El término peyorativo charo consiguió reptar desde el submundo de los foros, donde se originó en 2011, hasta la actualidad: “Esas tipas de 40 años en adelante, tintes caoba, voz cazallera, y chapas propalestinas y del ‘No a la Guerra’. Esas que son acérrimas seguidoras de IU, o del PSOE en cualquier lugar de provincias y que buscan mantener su chiringuito”, decía el post original, que tiene categoría de leyenda en su entorno. El estereotipo, similar al ya en declive maruja, otro clásico español (o al Karen del internet anglosajón) se ha popularizado gracias a la campaña de Vox en redes, concretamente en aquellos lugares donde se hace política de manera informal.

La popularidad del calificativo se debe al giro de la política hacia la cultura pop en el ámbito de la comunicación en los últimos años. Esto ha permitido que el partido de Santiago Abascal utilice memes extremistas sin problemas, como la rana Pepe, conocido símbolo de la extrema derecha americana, en el Congreso de los Diputados. Ese uso es habitual entre partidos nuevos para hacerse notar: “Hemos investigado el uso de memes por parte de los partidos políticos (lamentablemente no en España), y también los usan sus cuentas oficiales; pero los usan más a menudo los partidos recién llegados, que intentan ingresar a la arena política y ganar visibilidad”, analiza Neumayer.

El concepto de charo ha tenido por supuesto una evolución gráfica, como buen meme. Tras años de emplearse en foros o grupos pequeños en redes, el término es hoy conocido por la mayoría de usuarios de redes interesados en política. La capacidad de bautizar ideas es un poder notable. Un momento determinante fue cuando usuarios insultaron a una periodista española del New York Times en 2019. El uso estratégico de las redes sociales no públicas por parte de Vox, especialmente para captar al votante joven, motivó al Ministerio de Igualdad a titular como “Charo” su última campaña navideña. También Más Madrid lo usó para rebatir la burla, con un spot publicitario para las elecciones autonómicas del pasado 28 de mayo.

El éxito de un meme concreto es difícil de prever, pero tiene algunos rasgos claros. “Son una forma popular de comunicación política en el ámbito digital y pueden tener un impacto significativo en el debate político. Y aunque no existe una fórmula exacta para crear memes políticos exitosos, sí tienen ciertas características: actualidad, humor, simplicidad, conexión emocional y compartibilidad”, enumera Andrea Carrillo Andrade, consultora e investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.

El humor juega un papel clave en la difusión de memes. La política, si hace reír, entra mejor. “Pero no solo el humor, sino también los límites de qué te parece ofensivo. Los participantes de derechas me decían que la izquierda no podía hacer humor porque, claro, todo el mundo era tan sensible“, sugiere Juárez. Reírse de esa sensibilidad del equipo ajeno es como una victoria, que une y provoca satisfacción.

El humor da, sin embargo, la opción de pisar territorios arriesgados o trolear demasiado (y, si alguien se escandaliza o se lo reprocha, excusarse con que todo era una broma). Pero el mensaje llega igual a quien debe llegar: “Pueden decirte que te has creído que eran franquistas, cuando todo era broma”, sostiene Juárez. “Nunca se sabe. Estos ejemplos se dan mucho en Forocoches. Resulta difícil hacer tareas de investigación o periodismo cuando no sabes si es en serio o se están riendo de ti”. Esa ambigüedad, tan propia de las redes, es perfecta para la política: todo queda bajo una turbia sombra graciosa, pero quien debe entender, lo entiende.

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