Sax y la persiana alicantina, un invento centenario para combatir el calor de forma sostenible
Esta localidad de 10.000 habitantes concentra el 90% de la producción nacional del sector de la protección solar
Gran parte de los pueblos y muchos de los cascos antiguos protegidos de España, principalmente en el sur, tienen instalado en sus casas un sistema artesanal para combatir el calor. Aporta ventilación y protección solar, por lo que es capaz de mantener el interior de las viviendas en una temperatura constante y fresca. Ejerce además de muro de contención contra moscas y mosquitos, protege la intimidad de los propietarios e incluso sirve de ornamento decorativo. Y todo ello, sin consumo eléctrico. Se trata de la persiana alicantina, una patente creada en el municipio alicantino de Sax (9.988 habitantes) que cumple este año un siglo y que, ante el progresivo avance del calentamiento global y el cambio climático, se ha convertido en una alternativa para generar sombra “de manera sostenible y con gran ahorro energético”, sostiene Pedro Giménez, gerente de la fábrica Giménez Ganga, que sigue dedicando una parte de su producción a la elaboración de estas persianas.
La historia de las persianas alicantinas, y de la concentración del 90% de la producción nacional de este sector en Sax, se remonta a 1916. Vicente Barceló Santonja, que compaginaba su producción agraria con su faceta de inventor con varias patentes registradas, comenzó a dar vueltas sobre la posibilidad de aprovechar los sarmientos de la vid, uno de los principales cultivos de las comarcas del interior de Alicante, donde se ubica Sax, que hasta ese momento se consideraban desechos. Inspirado por las cortinas de bambú asiáticas, Barceló redujo los leños de la vid a “pequeños canutillos que se hervían, se pelaban y se engarzaban verticalmente con alambres”, cuenta el historiador local Alberto Ochoa. Así nació la Gran Fábrica de Cortinas Orientales de los Hermanos Barceló, en plena industrialización modernista. Y las cortinas que siguen utilizándose en viviendas y establecimientos del sur peninsular, aunque ya con elementos fabricados en plástico.
Siete años después, en 1923, Barceló creó la patente con la que explotó la industria. Ideó la persiana alicantina, formada por lamas horizontales de madera engarzadas con lo que en el diccionario sajeño se llaman grampiñones, unas grapas metálicas. Fue toda una revolución, afirma Ochoa. Alrededor de la firma de los Barceló nacieron nuevas empresas hasta la eclosión definitiva en los años sesenta del pasado siglo, cuando se juntan hasta 14 fábricas en Sax, el mismo número que hay ahora, después de un resurgimiento en 2013. El espaldarazo “en el sector de la protección solar se produjo cuando se prohibió fumar en interiores, sobre todo en los bares”, recuerda Giménez. Tras la ley antitabaco de 2011, Giménez Ganga, que comercializa sus productos bajo la marca Saxun, y todas las factorías de su entorno destinaron la mayor parte de su negocio a cerramientos de aluminio, pérgolas, persianas de seguridad para establecimientos, entoldados y todo tipo de productos destinados a dar sombra y protección climática en exteriores. En 2020, “la pandemia”, con la que las terrazas se hicieron imprescindibles, “nos enseñó que íbamos por el camino correcto”, comenta el gerente.
En la firma fundada en 1959, a cuyo frente está la segunda generación de propietarios, fueron avanzando en el desarrollo de sus productos con una fuerte inversión en I+D+i. Da empleo a 831 trabajadores y está instalada en 70 países. Pero decidieron seguir con las persianas alicantinas “para dar servicio a los clientes de toda la vida, los que nos dieron de comer al principio”, reconoce Giménez. En una de sus naves, continúa el único proceso artesanal de toda su producción. Los rollos de persiana, ya engarzados con grapas galvanizadas, llegan desde Soria, donde se cortan las lamas fabricadas con madera de pino local. Posteriormente se cortan a la medida que pida el cliente y un operario coloca el remate terminal y el montante, que es de donde se cuelgan en la pared. Después se pintan a mano, sumergiéndolas en bañeras que contienen nueve tonalidades disponibles de tintes, principalmente marrones y verdes. Tras escurrir la pintura durante 20 minutos en una parrilla y un secado de varias horas, se instala la carrucha por la que pasa la cuerda que permite subirlas y bajarlas. Finalmente, se embalan en plástico, también a mano, y se envían por todo el país. La distribución principal abarca toda la zona mediterránea española. “También distribuimos algo de la producción en Portugal y, esporádicamente, con aplicación más decorativa, en Francia e Italia”, puntualiza Giménez.
Sax, situado entre Elda y Villena, en el interior norte de la provincia de Alicante, es el epicentro de la generación de sombras. “La industria de la persiana es uno de los principales motores económicos” del municipio, declara la alcaldesa, Laura Estevan (PP). “Prácticamente todas las familias tienen algún miembro trabajando en estas grandes empresas”, prosigue Estevan, que atribuye a esta industria el hecho de que Sax sea “uno de los municipios con una tasa de paro más baja de toda la provincia”. Los datos que maneja el consistorio señalan que el sector, con un “panorama prometedor impulsado por la creciente concienciación sobre la importancia de eficiencia energética”, emplea a más de 10.000 personas en todo el país, señalan fuentes municipales, “de los que 2.000 trabajan en Sax”. La producción anual “sobrepasa los 1.000 millones de euros, de los que más de 500″ nutren el sistema sajeño, cuyas empresas concentran “alrededor del 90% de la producción nacional”.
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