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Nàquera, el municipio de Vox y refugio del Gobierno republicano, se enreda con la banderas LGTBI

La población valenciana, de 7.700 habitantes, está en el punto de mira por la decisión del Ayuntamiento con alcalde ultra de retirar las enseñas, lo que empieza a enfrentar a algunos vecinos

Ferran Bono
Sede de Vox en la localidad de Nàquera, donde gobierna.
Sede de Vox en la localidad de Nàquera, donde gobierna.Mònica Torres

Nàquera está ubicado en un entorno privilegiado. Casi un tercio de su enorme término municipal forma parte del parque natural de la Sierra Calderona, el pulmón verde de Valencia, a 30 kilómetros de distancia. Allí la burguesía más acaudalada de la ciudad encontró un remanso de paz para veranear y construyó unas espléndidas mansiones a principios del siglo XX, que serpentean entre pinos por sus colinas. Algunos chalets aún conservan su antigua magnificencia, como La Casona, que fue la residencia temporal de Jesús Hernández, ministro de Sanidad e Instrucción Pública, y de su familia, cuando el Gobierno de la Segunda República se trasladó a Valencia entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, durante la Guerra Civil española. Juan Negrín, entonces presidente, vivió en otro chalet cercano, El Pinaret, ambos emplazados en la entonces lujosa urbanización de La Carrasca, a unos centenares de metros del núcleo urbano de la localidad más poblada de España (7.728 habitantes) en la que ganó Vox en las últimas elecciones municipales con 1.138 respaldos (el 29%). El joven Iván Expósito, del partido ultraderechista, es ahora el alcalde de uno de los últimos refugios del Gobierno republicano.

Nàquera ha sido objeto de numerosas noticias esta semana por la decisión del nuevo Ayuntamiento, surgido del pacto entre Vox (cuatro concejales) y PP (tres concejales), de retirar las banderas LGTBI de las dependencias municipales. El punto 15 del acuerdo dice textualmente: “Promoción de los valores constitucionales. Cumplimiento de la ley de banderas, no colocando banderas LTGBI en balcones y fachadas de instalaciones municipales”. El también polémico punto 16 añade: “Sustituir las concentraciones de ‘No a la violencia machista’ por ‘No a la violencia’ o ‘Condenamos toda violencia’. El ideario habitual en estos temas de Vox plasmado por escrito y admitido por el PP.

Una bandera LGTBI en el balcón de un domicilio en Nàquera, en una imagen tomada el pasado miércoles.
Una bandera LGTBI en el balcón de un domicilio en Nàquera, en una imagen tomada el pasado miércoles.Mònica Torres

Un paseo por la población el pasado miércoles permitió observar varias banderas LTGBI colgadas en balcones de domicilios particulares. También varias de España, alguna en homenaje a los legionarios. “Faltaría más que no pudiera poner en el balcón de mi casa la bandera que yo quisiera”, apuntaba un vecino junto a un enseña con los colores del arco iris. Se muestra disgustado por el triunfo de la ultraderecha y temeroso por las medidas que puede adoptar el Ayuntamiento o las reacciones que puede causar entre una parte de la ciudadanía si una de sus primeras decisiones ha sido retirar la bandera LGTBI que estaba en el Ayuntamiento. Vive desde hace décadas en el pueblo, “religioso, conservador, sí, pero como otros”, y no ha tenido problemas de convivencia por su reconocida homosexualidad.

La situación, no obstante, se ha calentando y enconado esta semana. Este periódico fue testigo de cómo un hombre criticaba la bandera que pendía de un balcón bajo el cual estaba pasando y mascullaba que había que retirarla, y de cómo otro vecino le contestaba que cada uno hace en su casa lo que quiere. Otro joven denunció en Radio Valencia Cadena SER que colgó la bandera arcoíris en su balcón tras conocer el programa de gobierno del alcalde y que, horas después, dos hombres empezaron a increpar su gesto desde la calle, amenazando con lanzarle piedras. Acabó retirando la bandera.

“Aquí cada uno vive como quiere y no se persigue a nadie. Hay homosexuales como en otros sitios, también en el Ayuntamiento. Se dicen muchas cosas, pero aquí somos demócratas. Eso de que nos quieran pintar de que somos muy de derechas... ¿Y los otros no son muy de izquierdas? Se vota mucho a las personas. Y creo que el alcalde es un buen chico ”, asegura Manolo, panadero. Son varios los vecinos que inciden en que se vota a las personas y se penaliza anteriores gestiones. “Está claro que aquí vivimos muchos heterosexuales. ¿Nos va a tocar hacer una bandera para nosotros? Todos somos iguales, hay que respetar la ley de banderas y Vox defiende los valores de toda la vida”, se pregunta María Araceli, sentada en la terraza de un bar. “Y la bandera española ya lo cubre todo”, opina su amiga Raquel, que rechaza que se enfrente a los vecinos por este motivo como “hace 70 años”. María Araceli recuerda la confiscación de casas por parte de la República durante la Guerra Civil. En este sentido, Manolo sugiere que en el voto tradicionalmente conservador de Nàquera puede tener algo que ver la represión republicana. Otro vecino se pregunta por qué entonces en otros pueblos de la comarca, en los que también hubo presencia republicana, el voto es distinto. En 2019, Vox ya fue el partido más votado en las elecciones generales, si bien no se presentó entonces a las municipales.

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Una bandera de los legionarios en un balcón de Nàquera.
Una bandera de los legionarios en un balcón de Nàquera. Mònica Torres

La mayoría de vecinos apuntan como explicación de ese voto conservador a la burguesía establecida allí y, sobre todo, a la elección de alguna de las múltiples urbanizaciones del municipio como residencia de muchos militares que trabajan en el cercano cuartel de la OTAN establecido en Bétera hace más de 20 años. La pandemia del coronavirus provocó, además, un aumento de vecinos en las urbanizaciones, que concentran cerca de la mitad de la población del pueblo y son muy reivindicativas en sus denuncias de falta de servicios municipales en comparación con el núcleo. “En el núcleo histórico ganamos nosotros”, apunta el concejal socialista Víctor Navarro sobre las últimas elecciones. “Tradicionalmente, siempre ha ganado el PP en el pueblo. Nosotros hemos estado en el poder dos veces pero en coalición”, explica. Recuerda que la bandera LGTBI ha estado colgada en el Ayuntamiento desde 2011 sin causar ningún problema y subraya que no es “normal” que un punto del acuerdo de gobierno recoja precisamente retirar esa enseña a favor de la igualdad de derechos.

El alcalde y su equipo de gobierno rehusaron el pasado miércoles pronunciarse sobre la polémica y se remitieron a un comunicado que acababan de publicar. Una portavoz señaló a este periódico que querían ser cuidadosos y conocer antes el funcionamiento del Ayuntamiento para establecer contacto directo con los medios. El comunicado asegura que “no se está prohibiendo el uso de las señas de identidad del colectivo LGTBIQ+ en los distintos espacios públicos del municipio” y que defienden la necesidad de seguir “el protocolo de banderas en los edificios municipales, tal y como se cumple en otras instituciones”. Además, el equipo de gobierno condena la “manipulación mediática que se está vertiendo por diferentes medios de comunicación e incentivada por los partidos de izquierdas municipales y autonómicos, con el único objetivo de desestabilizar al actual gobierno local”. Ha corrido por las redes un vídeo del pleno de constitución del Ayuntamiento en el que el alcalde levanta la sesión sin ceder la palabra a los portavoces de la oposición y entre el aplauso del público. Este domingo, Vox ha denunciado en su cuenta de Twitter pintadas e insultos en la fachada de su sede en Nàquera. “La izquierda intolerante y sectaria es incapaz de respetar el mandato de las urnas, la democracia”, han censurado desde el partido.

Los europarlamentarios socialistas han remitido una pregunta a la Comisión Europea para que se pronuncie sobre el veto a la bandera LTGBI en dependencias municipales y la eliminación del término “machista” en las concentraciones, por si vulnera la legislación de la UE relativa a la no discriminación por motivos de orientación sexual.

La Casona, el chalet de la urbanización La Carrasca que fue residencia temporal del ministro de Sanidad e Instrucción de la II República, Jesús Hernández, y su familia durante la Guerra Civil.
La Casona, el chalet de la urbanización La Carrasca que fue residencia temporal del ministro de Sanidad e Instrucción de la II República, Jesús Hernández, y su familia durante la Guerra Civil. Mònica Torres


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Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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