Pasajeros de la R1 de Rodalies: “Queremos un buen servicio, si viene de la Generalitat o de Madrid nos da igual”
Los viajeros reciben con indiferencia el anuncio de traspaso de competencias de la línea del Maresme
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“La fiabilidad del servicio es deplorable, las incidencias son constantes y a primera hora del día los usuarios viajan como sardinas”, critica Tomás, un estudiante que depende de la línea R1 de Rodalies para llegar a la universidad. La línea sale desde Molins de Rei, se detiene en las estaciones principales de Barcelona y cruza todo el Maresme hasta la estación de Maçanet-Massanes (Girona). “Es raro el día que cumplen los horarios”, añade Laura, una estudiante de enfermería que se adelanta dos trenes para asegurarse que llegará puntual a clase. La usuaria explica que los trayectos son particularmente incómodos cuando los trenes fallan, se llenan las estaciones y el siguiente debe tragar el doble de pasajeros.
La puntualidad y la frecuencia son las principales críticas que recibe la primera vía férrea de la península ibérica. La R1 se eliminará del catálogo de líneas de control estatal, el primer traspaso de estas características que se realiza fruto de los acuerdos entre PSOE y ERC para la investidura de Pedro Sánchez. Traspasar esta línea es posible porque cumple los requisitos de que nazca y muera en Cataluña y de que su trazado evite interconexiones con tramos ferroviarios considerados de interés general. Por lo tanto, el enlace ferroviario —y todas sus carencias— pasarán a ser responsabilidad de la Generalitat.
Pese a la relevancia política de la noticia, entre los viajeros cunde la indiferencia y el escepticismo. “Queremos un buen servicio, si viene de la Generalitat o de Madrid nos da igual”, resumía Mari Carmen, jubilada y pasajera habitual en el trayecto de la capital catalana a Premià de Mar. A esa opinión se le suma Ana, personal de limpieza en un hospital de Barcelona, quien tiene dudas sobre si habrá mejoras pero cree que si hay modificaciones “se verán a largo plazo”.
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También hay quien tiene una mirada puesta en los Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, con fama de ser más fiables, y considera el traspaso una buena noticia. “Si lo gestionan como los ferrocarriles, nos facilitará la vida”, considera Laura, universitaria que debe ir y volver todos los días desde Cabrera hasta Sants. Por ahora, las infraestructuras continuarán a cargo de Adif hasta la creación de una empresa mixta Generalitat-Estado que pueda asumir sus competencias.
El Departamento de Territorio ha enumerado las infraestructuras incluidas en el traspaso. La Generalitat estará a cargo de 73 kilómetros de vía general, 17 de estacionamiento de trenes, ocho túneles y los pasos a nivel inferiores y superiores que cruzan la vía, así como las estaciones y los bajadores de la línea del Maresme.
El mantenimiento de las estaciones ha sido el blanco de las quejas entre los consistorios afectados. El alcalde de Premià de Mar y concejal de Movilidad y Territorio del Maresme, Rafa Navarro, señala que la única estación de su municipio tiene un mantenimiento “muy pobre”, donde las escaleras mecánicas y los ascensores están “continuamente estropeados”. La alcaldesa de Maçanet de la Selva, Natàlia Figueras, espera que la Generalitat pueda percibir mejor las necesidades de los municipios al tratarse de una administración más cercana. Sus habitantes acuden a la estación de Maçanet-Massanes, un enlace ferroviario importante porque confluyen dos líneas más, la R11 desde Barcelona hasta Francia y la R2 Nord desde el Aeropuerto el Prat hasta la misma estación. La alcaldesa denuncia que la carretera para acceder en coche es estrecha, el parking es muy limitado, el entorno está descuidado y los pasajeros no tienen ningún servicio en la estación donde pasan “muchísimas horas” por los retrasos.
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“Solo será bien visto si hay una mejora, si lo único que hacen es un cambio de nombre no hace falta que lo traspasen”, afirma el alcalde de Caldes d’Estrac, Albert Batlle. A pesar del recelo, los consistorios de la zona coinciden que el cambio de manos podría ser una oportunidad para mejorar el servicio. “Necesitamos que la Generalitat invierta en Rodalies, cosa que el Estado no ha estado haciendo”, critica el alcalde de Calella, Marc Buch. La principal preocupación que ha detectado entre los ciudadanos es que el medio de transporte no es fiable y algunos se decantan por el bus como alternativa, “que no responde a ningún criterio de eficiencia ni de sostenibilidad”.
Amenazada por el cambio climático
La subida del mar, el desprendimiento de arena de las playas y los temporales son factores que amenazan la supervivencia de la vía. A los ayuntamientos les consta que Adif actúa cuando detecta un riesgo inminente, aunque los temporales han llegado a detener el servicio de la R1 por desprendimientos en el talud que separa la vía del ferrocarril de la costa.
No es casualidad que la R1 esté delante del mar. La vía férrea nació hace más de 170 años para conectar los centros industriales desarrollados a lo largo de la costa del Maresme y especialmente en Mataró. Ahora, que divida la playa del paseo supone un inconveniente. “Prácticamente todos los alcaldes del Maresme querríamos que no estuviera donde está”, afirma Navarro. Los municipios afectados defienden un soterramiento de las vías, aunque el alcalde de Premià tiene claro que es “un proyecto megalómano” que no llegará a ver en vida.
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