El Empordà y la Costa Brava ven la luz tras dos años y medio en emergencia por sequía
Las últimas lluvias dan aire al sector turístico del Alt Empordà, pero los agricultores no sabrán de cuánta agua disponen hasta abril


Hace apenas un año, a las puertas de la temporada turística los hoteleros miraban al cielo por si podrían o no llenar sus piscinas y ofrecer un suministro normal de agua a sus clientes. Los agricultores veían como tenían que retrasar la siembra, o directamente cambiar sus cultivos. Y los ayuntamientos aplicaban restricciones de agua. Aunque esta situación afectó al conjunto de Cataluña, el norte de la Costa Brava y sobre todo el Empordà fueron la zona cero de la sequía. Estas escenas quedan muy lejos tras casi un mes de lluvias sostenidas y esta semana 34 municipios han salido de la fase de emergencia en la que permanecían desde hace casi un año y medio. Alcaldes, sector turístico y, en menor medida, agricultores, ven la luz al final del túnel.
Las lluvias caídas las últimas semanas en el Alt Empordà, la zona más castigada por la sequía, han aumentado el nivel de agua en el acuífero Fluvià-Muga y en el pantano Darnius-Boadella. Por ello, el Comité Permanente de Sequía de la Agencia Catalana del Agua (ACA) ha suavizado las restricciones y ha sacado a 34 municipios del estado de Emergencia. Las medidas han sido bien recibidas en general. Para el presidente de la Federación Catalana de Campings, Miquel Gotanegra, “es oxígeno, clave para poder hacer nuestra actividad”. Apuesta por seguir siendo eficientes “porque no hay vuelta atrás”. Los agricultores, los más afectados, sabrán el 4 de abril qué cantidad de agua recibirán. Temen quedar en una zona intermedia, que no les permita pedir ayudas por sequía, ni tener suficiente agua para una buena cosecha. “Somos los del ‘si queda’”, lamenta el agricultor Enric Guanter de Vilabertran en referencia a que el suyo es el último colectivo en recibir agua.
Esta primera desescalada de restricciones será realidad la semana que viene al publicarse en el Diario Oficial de la Generalidat. Los 22 municipios que abastece el acuífero Fluvià-Muga -que se encuentra a 15’8 metros sobre el nivel del mar, frente a los 14’4 metros de enero- como la Jonquera, Sant Pere Pescador o Peralada, pasarán a Excepcionalidad y se mantendrá la reducción de la dotación de riego agrícola en un 40% (frente al 80% en fase de Emergencia). El pantano Darnius-Boadella, está a un 38’2% de su capacidad, el triple que en 2024, cuando estaba al 11’6%. Pasará a fase de Alerta, lo que beneficiará a los 12 pueblos que abastece, como Figueres, Cadaqués o Castelló d’Empúries.
A pesar de la mejoría, se mantienen las actuaciones para disponer de más agua en el futuro. El ACA ha sacado a licitación la redacción del proyecto para construir una Estación de Regeneración de Agua (ERA) en la depuradora de Figueres que producirá 100 litros por segundo y estará acabada en 2027. La instalación aumentará la disponibilidad de agua en la cuenca de la Muga como recurso alternativo para riego agrícola y reducirá la dependencia del pantano. Ya se hizo una obra de emergencia que aporta caudal de Figueres a la Muga y se construyen cinco pozos en Peralada para mejorar la extracción y gestión del acuífero.

La desescalada ha sido bien recibida por municipios y sector turístico. Pero nadie tira cohetes. “No nos podemos despistar, debemos seguir como ahora, para minimizar el consumo de agua de manera eficiente”, afirma Gotanegra, que apunta que desde el 2000 el sector del camping ha rebajado a la mitad el gasto de agua por persona. Cree en un Turismo sostenible: “Que no falte agua no significa que debamos tirarla”, conviene.
Como ejemplo, el camping la Ballena Alegre, en Sant Pere Pescador, uno de los más grandes de Girona con capacidad para 4.000 personas, que tomó medidas que mantendrá. “Es buena noticia, pero es mejor no bajar la guardia, seguiremos con el ahorro de agua que impulsamos desde hace años, como si siguiéramos en Emergencia”, afirma su director, Toni Castellar. Han cambiado césped por jardines secos con planta autóctona, tienen cuatro máquinas que captan la humedad del aire -8.000 litros- y se usa para rellenar las piscinas, cuentan con un sistema de riego de goteo vinculado a una estación meteorológica que no riega si no lo ve necesario y han cambiado tuberías.
Los agricultores no están tan contentos. Esperan qué dotaciones les dará la comisión de desembalse. Algunos preferían seguir en Emergencia, quieren que se llene el pantano. La estrella de los cultivos del Alt Empordà es el maíz, que consume mucha agua y da buenos rendimientos, pero llevan años de sequía en los que han tenido que plantar cereales de secano que producen mucha menor ganancia. En noviembre y diciembre volvieron a verse obligados a plantar estos cereales en el 80% de los campos porque no había agua. Al cambiar la situación temen quedarse con una cosecha reducida otra vez, escasas ganancias y que además no les den ayudas por sequía.
Enric Guanter tiene 39 años y desde los 17 trabaja las 300 hectáreas de su familia en Vilabertran, Peralada y Cabanas. Espera a ver qué le dejan plantar en los pocos campos que falta sembrar. “Espero que llueva, porque los que ya tenemos sembrados nos darán cosechas con un 30%-40% de pérdidas respecto al maíz”, indica. Recuerda que llevan cinco años de sequía en los que han “seguido pagando el mantenimiento de los canales de riego y el agua, en algunos casos miles de euros al año”. Critica que son siempre los últimos, que la poca agua que cayó en 2024 “fue para hoteles y turistas” y que tampoco benefician al sector las medidas que se toman. Pero reconoce que deben mejorar, riegan por inundación en lugar de con sistemas sostenibles como el gota a gota o la aspersión.
Jordi Colls, de 33 años hace 10 que trabaja las 100 hectáreas de campos de manzana, calabaza y cereales en Sant Pere Pescador y Vilamacolum. En su zona estarán en Alerta y tendrán más agua. “Es muy positivo porque nos dará algo para vivir, pero no es suficiente hasta que podamos volver a la normalidad o nos paguen ayudas”, sostiene. Recuerda: “Si podemos regar un 40%, tenemos un 50% de pérdidas”. Los frutales han sufrido menos restricciones: “Fuimos los únicos que nos salvamos y tuvimos un poco de agua; no fue una gran campaña, pero no fue sólo por la sequía”, recuerda.
Para la edil de Figueres, Núria Bartrolich “pasar de Emergencia a Alerta es un cambio muy importante; la dotación de agua aumenta muchísimo”. Advierte de que mantendrán “las medidas de ahorro que se pueda”, aunque las que más afectan a vecinos como las duchas de espacios deportivos se levantarán: “Estamos muy contentos de poderlas normalizar”, admite. Llama a la “prudencia y contención” para que no cese el hábito de ahorrar agua, “porque las reservas ahora son buenas, pero somos zona turística y con el buen tiempo llegan los visitantes y el gasto de agua aumentará”.
En el Port de la Selva, en el Parque Natural del Cap de Creus, multiplican la población por diez cada verano: pasan de 1.000 a 10.000 habitantes en agosto y acostumbran a tener graves afectaciones, en este caso no por falta de agua, sino porque su acuífero se saliniza. El consistorio confía que podrán pasar “un verano sin problemas de suministro”.
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