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Maestros y sanitarios, trabajadores cada vez más quemados: “Hay demasiada carga laboral”

El sindicato Ustec apunta que el porcentaje tan elevado de docentes que se plantean dejarlo se debe a la degradación de las condiciones laborales, la falta de definición del sistema educativo y la sobrecarga de trabajo

Burnout maestros y sanitarios
Verónica, una profesora quemada con las condiciones de trabajo de los profesionales de la educaciónGianluca Battista

Verónica Maireles, de 43 años, estudió traducción e interpretación en la Universidad de Granada y hace tres años que se cambió a la docencia para dar clases de inglés en diversos centros de Cataluña. Actualmente trabaja en el instituto Joaquim Rubió i Ors, en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), pero dejar la profesión le ha pasado muchas veces por la cabeza. Un motivo claro; los trámites burocráticos: “Rellenar informes, cambiar cada año las programaciones acordes a una ley educativa que se modifica constantemente o tratar con las familias”, le alejan cada vez más de su objetivo como docente. “Nuestras condiciones laborales ya no son tan atractivas como antaño; antes el sueldo de un profesor era un buen sueldo, pero hoy en día y, si tenemos en cuenta el aumento del nivel de vida, nuestro salario es bastante mediocre”. Y argumenta otro motivo de peso: “La figura del maestro ha perdido el respeto desde todos los ámbitos”.

Verónica no es un caso aislado. Cada vez son más los trabajadores del mundo de la educación y la sanidad que padecen el síndrome del burnout. Así lo refleja una encuesta que publicó el sindicato Ustec (el mayoritario del sector), durante el pasado mes de octubre. Este cuestionario, que contestaron al completo más de 10.000 maestros de la escuela pública (un 8% del total de docentes del ámbito público catalán), concluye que uno de cada tres profesores catalanes estaría dispuesto a abandonar la profesión. Xavier Díez, coordinador del estudio, ha abundado que el porcentaje tan elevado de docentes que se plantean dejar su trabajo se debe a “una creciente degradación de las condiciones laborales, una falta de definición del sistema educativo, una sobrecarga de trabajo que va en aumento y un cierto caos pedagógico que deriva en que nadie sabe exactamente cómo debe funcionar la escuela”.

La carga de tareas, cada día mayor, es una de las presiones que denuncian los maestros. Indaga en ello José Vila, de 45 años, que imparte clases de biología en el Instituto Vila Romana de La Garriga (Barcelona), y que afirma que “hay demasiada carga laboral”. José cuenta que, a raíz de la pandemia, se han multiplicado las labores que no están relacionadas directamente con la principal función de los profesores: dar y preparar las clases. También incide en la atención individualizada hacia los alumnos, un apartado en el que cada vez se les exige más. “Cada vez tenemos más alumnos con necesidades educativas concretas. Hay que tratar a los estudiantes con una aproximación diferente: con pruebas, informes y evaluaciones individualizadas”. Todo esto, añade, “repercute en el horario, con muchas horas de trabajo oculto y una conciliación con la vida familiar que se va complicando”.

El descontento se extiende al ámbito sanitario y, en concreto, uno de los sectores más tocados es el de los técnicos superiores sanitarios. Lo demuestra una encuesta del SIETeSS (Sindicato Estatal de Técnicos Superiores Sanitarios) que han respondido 400 técnicos de los 5.000 que hay en el total del territorio catalán. El nivel promedio de hartazgo con la profesión en una escala del 1 al 10 es de 8,6 puntos. Algunos de los motivos más mencionados son los salarios insuficientes, la falta de reconocimiento profesional o el exceso de carga laboral. Y aunque son pocos los que responden que están considerando buscar trabajo fuera, una gran mayoría argumenta que no se lo han planteado, pero sí que están muy insatisfechos.

Àlex, técnico superior sanitario que denuncia las injusticias laborales y de formación que se viven en su profesión
Àlex, técnico superior sanitario que denuncia las injusticias laborales y de formación que se viven en su profesión Gianluca Battista

Àlex Badenes es técnico superior sanitario especializado en imagen para el diagnóstico y medicina nuclear. Trabaja en el Hospital de Bellvitge, y comienza su discurso abogando por la importancia de estos profesionales dentro del organigrama del sector de la salud y pidiendo más reconocimiento. Àlex fundamenta su queja en tres focos principales: asegura que “en todos los países de la Unión Europea la formación de Imagen médica y Radioterapia (donde se instruyen, entre otros, los posteriores técnicos especializados en imagen para el diagnóstico y medicina nuclear) se realiza a través de un grado universitario, mientras que en España sigue siendo un ciclo superior” y añade que “faltan horas de formación y horas de práctica”; en segundo lugar, demanda una “reclasificación de la categoría de los técnicos superiores sanitarios”, puesto que en los Presupuestos Generales del Estado aprobados en el año 2008 se les asignó un grupo de clasificación B, pero siguen cobrando como si aún fueran del grupo C; por último, reivindica que “las mejoras que se acordaron en el tercer acuerdo (el último pacto laboral sellado entre los sindicatos y la Generalitat para los sanitarios del ICS) son desproporcionados”. Àlex se queja de que del aumento total para la mejora de las condiciones del personal sanitario, de unos 320 millones anuales, tan solo se destinó un 0,18% a los técnicos superiores.

A raíz de este acuerdo el sector se mantuvo en huelga hasta el pasado enero, cuando se concertaron futuras negociaciones con el ICS y el Govern. Carmen Romero, técnica de laboratorio clínico desde hace 25 años, explica que “el año pasado, en época de huelga, había doce personas de baja” en su hospital (el Hospital de Bellvitge). Sus compañeros, confirma, “cogieron la baja por estrés y por depresión”. Carmen expresa que hay cinco técnicos que se han ido y que incluso tiene una compañera que se ha ido a trabajar a un supermercado porque no aguantaba más esta situación de tensión permanente. Por último declara que se ha planteado dejar la profesión y que, de hecho, ya ha enviado dos currículums.


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