Decenas de municipios catalanes sufren cortes diarios de agua pese a las lluvias
Los vecinos continúan sufriendo cortes diarios en el suministro y sobreviven con camiones cisterna
No aparecen en un recuento oficial, pero están ahí. Alejados del bullicio de las grandes urbes. Hasta 30 municipios del interior de Cataluña, según la Federación de Municipios de Catalunya (FMC), se preparan para vivir el verano con el agua justa. Mientras la Generalitat planea suavizar aún más las restricciones para el área metropolitana de Barcelona y Girona, las poblaciones rurales continúan con cortes diarios en el suministro de agua, pozos bajo mínimos, fugas en la red de abastecimiento y contaminación en los acuíferos. Son los agujeros negros de la sequía extrema que vive en los últimos tres años Cataluña.
Andreu, de unos 60 años, es uno de los más de 2.000 vecinos afectados de Vallirana (15.795 habitantes, Baix Llobregat), la primera localidad en solicitar la fase de Emergencia de manera voluntaria, que no puede beber agua de grifo desde hace dos meses. Las lluvias de abril provocaron un episodio de turbidez en uno de los pozos principales, que todavía no se ha solucionado. “Nos dijeron que iba a ser un par de días, pero aquí seguimos, duchándonos con agua no apta para el consumo humano”, cuenta sentado en un banco del Parc de Font, donde el Ayuntamiento instaló un camión cisterna para abastecer a los vecinos. “Muchos subían las cuestas cargando garrafas”, afirma Andreu, quien pide una reducción de los recibos porque “no tenemos acceso real al agua”.
Las recientes lluvias no han aliviado a todo el territorio catalán por igual. En Falset, capital de la comarca del Priorat (Tarragona), están llegando desde hace una semana dos cisternas diarias para recuperar el nivel de su depósito principal, al 40% de su capacidad, y reparar la sequía que sufren los otros siete pozos municipales. Una solución que el Ayuntamiento no descarta alargar a todo el verano y que supone un gran esfuerzo económico para las arcas locales. En Vacarisses (Barcelona), que se encuentra en fase de Emergencia I, las precipitaciones tampoco han alimentado los mermados acuíferos de los que dependen. “Tiene que llover mucho más”, dicen por teléfono desde el Consistorio, que no descarta tomar medidas más urgentes de cara al verano.
La Federación de Municipios de Catalunya utiliza la denominación de “lista no exhaustiva” para avisar que al menos 30 municipios en 2024 camiones con cargamentos de agua para paliar los estragos de la sequía, pero puede que haya muchos más. La gran mayoría de estos ayuntamientos han solicitado subvenciones para realizar obras específicas como conectarse a una red de abastecimiento, como la ATL o la del Ebro, y garantizar el acceso de la población a agua de boca. Tampoco existen datos oficiales de los municipios que sufren cortes diarios en el suministro por el frágil estado de las tuberías, como ocurre en Cabrera d’Anoia (Barcelona) o L’Espluga de Francolí (Tarragona), donde se pierde el 60% y el 40% del agua que llega por las tuberías, respectivamente.
En estos dos municipios, los vecinos almacenan desde al menos dos años toda el agua posible en depósitos de 500 litros o más durante las pocas horas en las que se puede abrir el grifo. Son, junto a los camiones cisterna, el único recurso para disponer del preciado líquido. Enric Sánchez es el portavoz de la Plataforma Aigua Per Cabrera, cuyos miembros se manifestaron hace unas semanas frente a la sede de la Diputación de Barcelona en la capital catalana para reclamar soluciones inmediatas. “Parece que la sequía ha desaparecido porque ha llovido mucho, pero los vecinos de Cabrera seguimos con cortes de 11 horas desde octubre de 2023 y no a todos les llega el agua. Precisamente hoy (el pasado viernes) ha habido otro reventón en las tuberías”, explica Sánchez a EL PAÍS por teléfono.
Las obras para que Cabrera esté conectada a la red de ATL terminarán en 2025, pero no solucionará el problema de las fugas. “Nos darán más agua a un precio más caro para seguir tirándola. El final de la reparación de las tuberías, si todo va bien, estará lista en 25 o 30 años. Y las de amianto no se van a cambiar, van a poner una funda porque es más barato y porque el Ayuntamiento debe dinero por todos sitios”, asegura el portavoz, quien ha instalado un depósito en su casa para las horas en las que no tiene acceso a agua.
En L’Espluga de Francolí todo sigue igual. El Consistorio explica por teléfono que todas las viviendas han adquirido un tanque para las horas sin agua. Los camiones cisterna son fundamentales para sobrevivir. “Esta semana han llegado 70 camiones y nos ha costado alrededor de 20.000 euros”, detallan desde el gabinete de prensa. En los últimos dos años, solo ha habido una semana en la que los tráileres no han tenido que descargar agua gracias a las lluvias de mayo. “El verano será horrible. Pero, cuando pase, ya habremos terminado las obras para conectarnos a la red del Ebro y mejoraremos”, afirman esperanzados. El Ayuntamiento de L’Espluga adaptó el Plan Especial de Sequía (PES) a la grave falta de agua del municipio. “Nosotros superamos el escenario de Emergencia III del PES. Aquí, los habitantes no pueden gastar más de 90 litros diarios”, señalan desde el Consistorio.
Las lluvias han corrido la cortina entre los municipios de Cataluña. Pero el agujero negro está ahí. “El problema no es la sequía. Hay agua para todos. Pero mientras no arreglen las redes de suministro, seguiremos desperdiciándola casi toda”, sentencia Sánchez.
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