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El Liceu cierra la temporada de ópera con una fidedigna ‘Adriana Lecouvreur’

El teatro repone una elegante producción de la obra de Cilèa y apuesta por Aleksandra Kurzak, Freddie di Tomasso y Roberto Alagna tras sortear numerosas bajas

Momento de 'Adriana Lecouvreur' en el escenario del Liceu.
Momento de 'Adriana Lecouvreur' en el escenario del Liceu.
Àngels Piñol

Un vestuario fastuoso, pelucas, miriñaques, candelabros, un delicado ballet y un ramillete de voces fabulosas lideradas por la soprano Aleksandra Kurzak y el tenor Freddie De Tomasso, que se turnará con Robert Alagna en los roles protagonistas. El Liceo cierra este domingo la temporada con una fidedigna Adriana Lecouvreur y un viaje en el tiempo hasta el siglo XVIII en toda regla. Con una elegante producción firmada por el escocés David McVicar y repuesta por Justin Way, el Liceu ha apostado por reponer esta producción, que ya programó en 2012. La ópera del compositor italiano Francesco Cilèa, estrenada en 1902, estará en cartel desde este domingo hasta el 29 de junio en siete funciones.

No suele pasar algo así, pero el Liceu ha tenido que driblar una montaña de sobresaltos y bajas en el elenco inicialmente previsto para esta ópera de bellas arias y llena de música sublime. Del cuarteto inicial se descolgó primero Jonas Kaufmann, después Sonya Yoncheva y luego Anita Rachvelishvili; solo queda Ambrogio Maestri, que deslumbró con el papel de Gianni Schicchi de Il trittico la temporada pasada. “Hemos sufrido ciertas vicisitudes”, admitió el director general Victor García de Gomar. No han sido pocas: Kaufmann se desmarcó al apostar por otro compromiso en Viena -“Lo lamentamos mucho”, dijo-; Yoncheva no pudo al final compaginar cantar Adriana en Barcelona y Norma en Múnich; Rachvelishvili ha interrumpido su carrera por cuestiones de salud y Eleonora Buratto, del segundo reparto, también canceló su presencia. “Lo importante era hacer Adriana con voces interesantes, queridas y les damos la bienvenida”, afirmó García de Gomar. Aleksandra Kurzak debuta en el papel Adriana.

El telón se alza y aparece un busto de Molière y la vida entre bambalinas de la compañía de la Comédie Française en la que la actriz Adriana Lecouvreur, que aparece en su tocador, es la reina sin discusión. Producida por el Liceo y otros grandes teatros -la Royal Opera House, la Ópera de París, la de Viena y la de San Francisco-, la escenografía es generosa y no regatea en palacios, escalinatas y en representar un delicioso teatro dentro del teatro. La ópera narra la vida de la citada actriz, amante de un noble y fallecida en extrañas circunstancias. El libreto alimenta la leyenda de que fue víctima de los celos de una princesa que le envió un ramillete de flores envenenadas. El final encaja en el final trágico de las grandes damas de la ópera. Y triunfar con Adriana Lecouvreur es, dicen en el Liceu, la garantía de obtener el certificado de diva.

Freddie De Tommaso y Aleksandra Kurzak, en un momento de la obra.
Freddie De Tommaso y Aleksandra Kurzak, en un momento de la obra.SERGIO PANIZO (Liceu)

“Después de haber hecho Madame Butterfly y Tosca, me ilusiona mucho hacer esta ópera. Estoy agradecida por la oportunidad que me dan. Toco madera: cuatro funciones en cinco días es mucho”, afirma Kurzak, que se ha embarcado en el proyecto pese a que tendrá que compaginarlo con la Madame que cantará en el Teatro Real en Madrid. El tenor inglés De Tomasso regresa al Liceu por tercera vez esta temporada tras haber actuado en Carmen y en Un Ballo in maschera. “Siempre vuelvo con mucha alegría. Quiero mucho a este teatro y a esta ciudad: vine aquí por el concurso Tenor Viñas como un estudiante de Londres y regresé como profesional. La producción me encanta: es muy fiel al libreto”.

El director de orquesta, Patrick Summers, reivindicó que esta producción tiene, además, un interés especial por ser un “testimonio histórico y emocional” de una época concreta, “Y esa es una de las claves de su éxito”, abunda. “Es fiel a lo que está escrito. No se inventa cosas y eso no quiere decir que sea anticuada”, remacha Kurzak, pareja de Alagna. “Para mí la ópera es como una religión o un monumento. No se puede cambiar todo”, recalca el tenor francés.Si soy arquitecto no puedo venir a cambiar la Sagrada Familia porque es de otra época. Si tienes las cartas en la mano para hacer un espectáculo bello, hay que aceptarlo y respetar lo que hizo el compositor”.

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La presencia de los dos cantantes recordó que el año pasado rechazaron participar en la controvertida Tosca que puso en escena Rafael R. Villalobos, que se imaginó una relación entre el protagonista de la ópera de Puccini y Passolini. “No sabía cuando firmé el contrato que iba a ser así. Yo respeto al regidor pero no podía expresar ni sentir ahí a Puccini en esa producción. No era para mí. No podía cantar a E lucevan le estelle y cantar acariciando a un chico rubio”, dijo y bromeó diciendo: “Soy viejo. Tengo 61 años”. Kurzak también quitó hierro al episodio y constató que no había ningún problema con el teatro: “Mucho ruido y pocas nueces”.

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