El ‘ballo in maschera’ más teatral llega al Liceu
El Teatro presenta la obra de Verdi con la puesta en escena ideada por Graham Vick y recreada por su sucesor Jacob Spirei, con elementos clásicos y transgresores
Amores imposibles, conspiraciones políticas, desencantos, brujería, traiciones y, para acabar, un magnicidio en un baile de disfraces. Inspirada en el asesinato del rey Gustavo III de Suecia y con todos esos elementos propios casi de un thriller, la ópera Un ballo in machera se representa desde este viernes y hasta el día 20 en el Gran Teatre del Liceu. El teatro lírico ha apostado por la escenografía del Graham Vick, fallecido en 2021 por la covid justo antes de empezar los ensayos, y que ha recreado y firma Jacopo Spirei, que juega con el equilibrio entre lo clásico y lo transgresor. Spirei y Riccardo Frizza, que estará al frente de la orquesta, subrayan la teatralidad de esta ópera cuyo triángulo protagonista lo asumen Freddie de Tommaso (Riccardo, el conde); Anna Pirozzi (Amelia) y Artur Ruciński (Renato).
El Liceo alza este viernes el telón, pero el miércoles se vistió de carnaval y ofreció una primera función under 35 -con precios reducidos para espectadores menores de esa franja de edad-, que acudieron con caretas y antifaces, y con el segundo reparto cosechando un notable éxito. Víctor García de Gomar, director artístico del Liceu, reveló en la presentación del espectáculo que propusieron sin éxito a Calixto Bieito reponer su Ballo in machera, que provocó en 2000 una enorme polémica y fue acogida entre pitos y aplausos. Tras reponer Carmen, del mismo artista, el Liceu quería hacer lo propio con Il ballo pero el artista rechazó la invitación al considerar que sería casi una anacronía y se apostó al final por la puesta en escena de Spirei.
Estrenada en Roma en 1859, Un ballo in maschera está considerada como una ópera de madurez de Verdi, que ya había logrado un éxito apabullante con su trilogía popular con Nabucco, La Traviata y Macbeth. “Con esta ópera cambia mucho el punto de vista de Verdi y afronta un tema político”, cuenta el director, Frizza. Verdi tuvo que sortear la censura que vetó poder representar en el escenario el asesinato de un rey y darle juego a una bruja (Ulrica, que fue un personaje histórico). La trama se muda a Boston y el rey pasa a ser un conde, pero no cambia en esencia. “Es una obra muy teatral. Tanto, que la música y el fraseo no son suficientes”, afirma el director.
Una plataforma semicircular con un ataúd negro, sobre el que se yergue una ángel con piernas, preside el escenario toda la función mientras el coro está situado en su perímetro, con sombreros de copa, asomados a esa especie de balcón. Todo ocurre en ese espacio que juega con los colores amarillo y el negro donde una decena de variados personajes, andróginos, travestidos con tirabuzones, barba y falda o trapecistas, envuelven la trama con la máscara como hilo conductor. “El triángulo político, amistoso y amoroso entre los tres personajes es un universo en sí mismo”, afirma Spirei, que señala que esta obra no es una “reposición sino una recreación” y que reivindica como propia.
Tras explicar que vivió como un shock la muerte de Vick, en pleno covid, Spirei defiende que su puesta en escena es de hecho una representación teatral desde la original ubicación del coro -“Es válido y completa el círculo de la lírica”- hasta el conjunto con los disfraces, la danza y los bailes. “Se tiende a pensar que Verdi era un moralista y no lo era”, dice. La soprano Sara Blanch, que actuó el miércoles por la baja de un cantante en el segundo reparto, encarna a Oscar, un personaje de género fluido vital y que es vital porque, como dice el director el director de orquesta, cuando aparece la marca musicalmente. “Estoy muy contenta de hacer este personaje masculino. No puedo hacer de momento muchos personajes de Verdi. Esto es una carrera de fondo”, afirma la soprano que añade: “Verdi aborda los personajes desde un punto de vista psicológico. Nunca te deja indiferente: te abre interrogantes y da que pensar”. El barítono Freddie de Tommaso, que ya cantó en Carmen, vuelve al Liceo para interpretar a Riccardo. “Esta obra marca el estilo de Verdi y es un punto de inflexión en su repertorio”, afirma el tenor británico, a quien el director de orquesta elogió: “Necesitábamos un joven tenor con esa voz tan italiana. Habla con un acento muy british pero su nombre lo dice todo”, bromeó.
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