Cae de nuevo el número de directivas en Cataluña
El Observatorio de Mujeres, Empresa y Economía de Barcelona analiza los efectos del techo de cristal: menos directivas, más mujeres en los puestos de asesoramiento y mayor talento femenino
Cada año disminuye el número de mujeres que ocupan puestos directivos en las empresas catalanas. Solo en 2023, la presencia femenina en altos cargos ha caído seis puntos porcentuales con respecto a las cifras anteriores a la pandemia (del 39% al 33%), según datos del informe de igualdad de género que ha presentado este lunes el Observatorio de Mujeres, Empresa y Economía de la Cámara de Comercio de Barcelona. “Los resultados están claramente relacionados con la pandemia que ha aumentado la necesidad de cuidados familiares, tarea que siempre recae en las mujeres”, ha señalado Carme Poveda, directora de la institución. El 33% es “especialmente preocupante” si se matiza con otros dos factores: el talento femenino (mujeres cualificadas y con alta formación) ha aumentado en los últimos años pero cae el número de directivas. En cambio, crece la presencia femenina en los “puestos inmediatamente inferiores”―de carácter intelectual―. “A esto es a lo que llamamos techo de cristal”, ha concluido Poveda.
La carrera hacia la igualdad ha bajado el ritmo. En los últimos ocho años, el estudio sobre los indicadores de género demuestra que cada año hay menos mujeres que ocupan cargos de dirección en Cataluña. En la misma línea se mueve el número de empresarias en consejos de administración y juntas directivas de las empresas―del 32% y 30 %, respectivamente―. La tendencia a la baja, desde 2015, contrasta con el alza en la presencia femenina en los puestos técnicos e intelectuales próximos a la dirección. Desde el Observatorio explican que se trata de una consecuencia directa del techo de cristal que se ha acrecentado en los últimos tres años por el aumento de la demanda de cuidados en el hogar familiar que sigue siendo “responsabilidad” de ellas: las mujeres han pedido el 86% de las excedencias para el cuidado de familiares o hijos en los últimos tres años.
El techo de cristal no es indestructible. ¿La forma de hacerlo? Medidas legales y cuotas que promocionen la representación paritaria. Desde la aprobación de la ley de igualdad de Cataluña en 2015, el número de alcaldesas y regidoras ha aumentado diez puntos porcentuales―del 18% al 28% y del 35% al 45%, respectivamente―y durante las sesiones plenarias del Parlament, más de la mitad de las voces son femeninas.
“Lo más alarmante del descenso en el número de directivas es que el talento femenino es cada vez mayor y la presencia de las mujeres en el mercado laboral también”, han subrayado desde el Observatorio. En el último año, casi el 60% de titulaciones universitarias pertenecen a mujeres que, además, rozan la paridad en el mercado de trabajo donde representan el 48%. Pero cantidad no implica calidad y el talento femenino catalán se está perdiendo entre la precariedad. Tres de cada cuatro mujeres contratadas lo están tiempo parcial y reciben menor retribución: en Cataluña los hombres cobran casi tres euros más la hora de trabajo. El Observatorio analiza la brecha salarial desde factores: la falta de promoción en el puesto de trabajo con salarios más bajos, el mismo hecho de ser mujer (que actúa como un handicap para pedir más sueldo) y, principalmente, la especialización sectorial: las mujeres trabajan en sectores del mercado―educación, sanidad y social―con salarios menores que el industrial o empresarial.
Las jóvenes siguen sin escoger carreras científicas y tampoco aumentan las trabajadoras del sector TIC (Tecnología de la Información y las Comunicaciones). La desigualdad en el ámbito tecnológico permanece estancada. Y este dato preocupa especialmente porque se trata de un sector en crecimiento con alta demanda de trabajadores y donde se genera más riqueza. Esta situación y la brecha salarial alimentan una realidad: “la pobreza tiene rostro de mujer”, ha denunciado Poveda. Más de la mitad de las personas en riesgo de pobreza son mujeres (el 54%): ocho de cada diez familias monoparentales son madres con hijos y las personas mayores en riesgo de exclusión son viudas dependientes de una escasa pensión. El aumento de la esperanza de vida de las mujeres―que ha alcanzado los 86 años―es de los pocos datos optimistas, “queremos que aumente la esperanza de vida pero que se viva con dignidad”, han señalado desde la institución, y la única forma de hacerlo es “movernos, hablar y dar visibilidad”.
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