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La pequeña Ucrania de Cataluña se convierte ahora en refugio de los senegaleses de Canarias

El alcalde de Guissona pide ayuda para atender la llegada de decenas de migrantes a su municipio

Servicios sociales de Guissona
Una de las calles principales de Guissona (Lleida).MASSIMILIANO MINOCRI
Alfonso L. Congostrina

Unos 60 senegaleses sin permiso de trabajo, la mayoría procedentes de Dakar, han llegado este diciembre al municipio leridano de Guissona. La mayoría de ellos se están instalando en los pisos de los 517 vecinos del municipio que son de la misma nacionalidad. Aún así, la llegada de estas personas está desbordando los servicios sociales del municipio. El alcalde, Jaume Ars (Junts), ha pedido ayuda tanto a la Generalitat como a la subdelegación de Gobierno ya que el Consistorio está “desbordado”.

En la localidad leridana de Guissona viven 7.800 vecinos y el 53% de ellos son migrantes. El alto porcentaje de vecinos nacidos fuera de España no es otro que la necesidad de mano de obra del Grupo Alimentario Guissona (Bonarea), que lleva décadas siendo un reclamo para aquellos migrantes que buscan ganarse la vida. Muchos de llegan por el boca oreja, pero no tienen en cuenta las cuestiones burocráticas y la necesidad de tener un permiso de trabajo (sin el cual el grupo alimentario no contrata a nadie). En 2022, Guissona se convirtió en la Ucrania catalana después de que centenares de personas acudieran allí huyendo de la guerra. Este es el caso de los recién llegados de Senegal.

“Las diferentes comunidades se reúnen periódicamente con el Consitorio. Tenemos una mesa de cohesión social e intercultural y la última vez que nos reunimos fue hace tres semanas. Allí nos advirtió el líder de la comunidad senegalesa que tenía noticias de que muchos de sus compatriotas, que habían llegado en cayuco a Canarias, se iban a presentar en el municipio. Al día siguiente, llegaron cinco y luego ha habido días de diez o doce”, ha recordado Ars a EL PAÍS. “Cada vez que llegan, les abrimos una ficha y les empadronamos para que tengan acceso a sanidad. El problema es que algunos llegan indocumentados y no podemos hacerlo. Necesitamos ayuda de la subdelegación y no está acabando de llegar”, denuncia.

En estas semanas han llegado 61 personas. No hay ningún menor de edad y las edades de ellos son de 20 a 40 años. Todos son hombres menos una mujer y solo cinco han podido iniciar los trámites de asilo político y podrán trabajar. Al resto, se les ha empadronado siempre y cuando tuvieran un pasaporte. Ars pide también al consulado que hagan pasaportes a aquellos que no lo tienen.

“Cada día a las 9.00 nos reunimos con los recién llegados y gracias a Cáritas y Cruz Roja les damos alimentos y ropa. El problema es que no es suficiente. Además, ahora están viviendo en pisos de compatriotas y la situación es insostenible”, mantiene el alcalde. El líder de la comunidad senegalesa ya ha lanzado mensajes a sus compatriotas pidiendo que dejen de ir a Guissona; aún así, en el Consistorio hay miedo y mucha sensación de “estar solos” delante de una situación que no es nueva para Guissona.

En febrero de 2022, cerca de 300 ucranianos desembarcaron en el municipio huyendo de la guerra. Guissona hizo exactamente lo mismo que este mes y primero empadronó a todos los migrantes. En aquella ocasión, había medio centenar de menores a los que también había que dar plaza en los colegios del municipio.

Por otro lado, fuentes de la Delegación del Gobierno aseguran que antes de este 31 de diciembre se cerrarán en Cataluña los alojamientos de emergencia contratados en hoteles —sobre todo de Blanes y Lloret de Mar (Girona)— para atender a africanos derivados de Canarias tras la crisis migratoria que tuvo lugar a finales de octubre. La mayoría de estos migrantes procedentes de Senegal y Gambia han continuado su ruta migratoria con destino a Francia, a otros municipios de España (como Guissona) o han sido derivados al Hospital Naval de Cartagena, un cuartes de Alcalá de Henares o pabellones militares de Carabanchel.

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