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Un sex shop, libros eróticos, cómo detener un polvo y ¿cuál es tu talla de condón?

La newsletter de EL PAÍS en Barcelona se reúne en una tienda erótica con la periodista Imma Sust

Las manzanas de Eva Imma Sust
Imma Sust, muestra, en una de sus manos, su libro: Las manzanas de EvaAlbert Garcia
Alfonso L. Congostrina

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Buenos días,

Faltaban solo unos días para el black friday cuando entré en un sex shop del barrio de Sant Antoni. A finales de los 90 un sex shop era algo grotesco, sucio, oscuro, crudo… Un lugar con ancianos haciendo cola para entrar en cabinas con centenares de canales porno. Se vendían penes de goma gigantescos y la presencia femenina era escasa. Ahora la cosa ha cambiado para bien. Accedí a una de las tiendas de la cadena Amantis. Dentro me esperaba Imma Sust, una de las encargadas del negocio que a la vez es periodista y que ha escrito el libro erótico Las manzanas de Eva (Grijalbo).

El sex shop de finales de 2022 ya no es un lugar oscuro y siniestro. Hay colores en paredes y productos y, afortunadamente, ahora hay clientas. Antes de entrar, una pizarra en la calle me avisó de lo que me iba a encontrar: “El sexo alarga la vida. Entra para ser inmortal”. Dispuesto a dejar el mundo de los mortales abrí la puerta y busqué detrás del mostrador la melena rubia de Sust.

“¿Tú eres el que viene a hacerme una entrevista?”, se adelantó hablando muy rápido. Sin dejar de sonreír me llevó a una zona de la tienda donde hay una exposición de arte relacionado con el sexo, un sofá diseñado básicamente para dar y recibir amor en diferentes posturas y una cruz en forma de aspa con grilletes. Pese a todo, nada parece sacado de una mazmorra ni hay señores mayores con la bragueta a medio cerrar sino que todo es luz, color y sonrisas.

Nos acomodamos en un asiento (uno normal). Hemos venido a hablar de su libro y empiezo con preliminares que pronto pasarán a mayores. “El 3 de noviembre de 2016 apunté, a las 11 de la mañana, en el Trello (una aplicación móvil que sirve, sobre todo, para hacer listados) que tenía que escribir un libro erótico”, reconoce Sust revisando su teléfono. Hubo otras novelas antes que Las manzanas de Eva pero las otras fueron por necesidad (sobre todo de dinero) y ahora ha publicado, por primera vez, el libro que realmente quería hacer. “Trabajo en Amantis desde 2013. Leo libros eróticos y no me gustan. Se centran en detallar partes sexuales y se olvidan de todo lo demás. Yo quería escribir algo con lo que la gente se ponga cachonda pero que, también, aprenda algo”, destaca la escritora.

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Imma Sust estirada en un sofá de la tienda Amantis
Imma Sust estirada en un sofá de la tienda AmantisAlbert Garcia

Escucho a Sust pero no dejo de prestar atención a la cruz con forma de aspa que tiene justo detrás. En realidad no son grilletes son cinturones con hebillas.

El paréntesis obligado que supuso el confinamiento hizo que Sust se pusiera a escribir. Revisa otra lista de Trello y me ataca: “Tenía claro que en el libro iba a tratar muchos temas”. Empieza a enumerar y yo dejo de prestar atención a la cruz de las hebillas.

1. “Había que hablar de educación heteropatriarcal. La gente se cree que es un concepto abstracto y no lo es”.

2. “Quise cargarme las etiquetas sexuales y, queriéndolo, me di cuenta de lo importantes que son”. Según Sust, los personajes de su libro (quizás todo el mundo) necesita etiquetas: “bisexual, gay, hetero, poliamoroso…”.

3. La escritora quería tratar, en su libro, el tema de la familia. “Creé una familia con carácter pero que se apoya. Hay muchas personas que tienen problemas con su identidad, con su sexualidad… por culpa de su familia. Yo no quería eso”, apuntilla.

4. “Quise parar un polvo. Se puede parar un polvo. Las chicas y los chicos deben saberlo. Se puede parar. De pronto, no estás cómoda, no estás a gusto… y paras y no pasa nada.”

5. “Había que hablar del condón. Hay mucha incultura. ¿Tú sabes que medida de condón utilizas?”. Estuve, a punto, de mirar hacia mi entrepierna pero fijé la vista en un punto inconcreto entre los ojos de Sust y la cruz con forma de aspa y hebillas. Sust no esperó mi respuesta ignorante y siguió: “Hay ocho medidas de condón. Si las mujeres tuviéramos pene sabríamos cuánto nos mide, qué condones hay y cuál gusta más a nuestras parejas sexuales”. Sonó casi a bronca pero no lo fue.

6. “Quería hablar del abuso de poder y las diferencias de edad. No podemos romantizar una pareja en la que hay un claro abuso de poder porque la mujer (o el hombre) tiene 20 años y el otro es muchísimo mayor”. (No quiso poner ejemplos populares ni aludir a divorcios recientes).

7. Ojo que aquí vienen curvas. “Quería una escena donde una mujer heterosexual penetrara analmente a un hombre heterosexual. Esto es una cosa que pasa hoy y que siempre ha pasado. Es tabú y la gente tiene miedo a hacerlo porque si haces algo tabú luego te sientes culpable”.

8. “Quería cuerpos no normativos, penes que no se ponen duros, gente mayor follando…”.

9. “Había que hablar de ansiedad y de enfermedades mentales”

10. “Por último, quería mostrar lo que pasa cuando ahora, gracias a las aplicaciones, las mujeres vamos a ligar con gente desconocida. Enviamos los contactos a la familia, la localización en tiempo real… todo un pollo monumental”.

Estos diez temas tenían que entrar en las páginas del libro. “En el confinamiento escribí 30 páginas. Entre ellas, un pollo familiar sobre la gestación subrogada. Yo tengo 48 años y todavía me preguntan por qué no tengo hijos”, se enfada. Cuando llevaba pocas páginas escritas, un día indeterminado le llamó la editora para encargarle un libro erótico. “Salí de la ducha y cogí el teléfono en bolas. Me encargó un libro que ya había empezado a escribir”, recuerda con cierto aire de profeta. “El mundo tenía que saber todo lo que he aprendido en Amantis y lo he hecho en esta novela. Me he dejado temas como los pelos y el sexo, o lo de follar con la regla”, lamenta.

“No es un libro solo para tías. Es un libro para personas feministas y aquellas que todavía no saben que lo son”, remata. En este momento de la conversación, Sust trasciende a su propio libro. “El sexo es algo íntimo y le damos demasiada importancia. Se crean muchos traumas por la exigencia que le damos. Si tú te comes unos macarrones y un día te gustan y, otro, te hacen vomitar, no te traumatizas. No vas al psicólogo. Eso pasa con el sexo. Tenemos que sentirnos libres. Por eso quería parar un polvo en el libro. Si no tienes ganas de seguir, no lo hagas”.

Al acabar la entrevista me enseña una reproducción en tres dimensiones de un clítoris. “Esto se diseñó en 2015. ¿Cuántos penes hemos visto en tres dimensiones y hasta hace dos días no se diseñó un clítoris?”, denuncia mientras me enseña esa curiosa reproducción.

Salgo de Amantis y vuelvo a toparme con el cartel: “El sexo alarga la vida. Entra para ser inmortal”. Yo ya salgo, creo que sigo siendo mortal (eso nunca se sabe). Tengo que averiguar cuál es mi talla de condón.

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