La Ramon Llull se salta el acuerdo con el resto de universidades y deja de exigir la prueba para estudiar Magisterio
El campus privado, que cobra 7.880 euros por curso, considera que el examen previo provocaba una “fuga” de estudiantes a otras comunidades
La Universidad Ramon Llull ha decidido eliminar las Pruebas de Aptitud Personal (PAP) para acceder a los grados de Educación Infantil y Educación Primaria, a partir del curso 2023-24. Se trata de un examen que los alumnos deben aprobar obligatoriamente si quieren acceder a estos estudios en Cataluña, ya sea en universidades públicas o privadas. La facultad Blanquerna, que imparte estos grados en esta universidad privada, argumenta que las PAP suponían una barrera que dejaba fuera miles de estudiantes, provocando una “fuga” hacia otras comunidades. Los campus públicos se han manifestado en contra de que se rompa la unidad y consideran que se crea un “agravio comparativo”.
Como alternativa a la prueba, desde Blanquerna aseguran que se evaluará a los alumnos de las mismas competencias de las PAP a través de dos asignaturas que se impartirán en primer curso. Si los alumnos las suspenden, tendrán que volverlas a repetir, pero ello no supondrá en ningún caso la expulsión de la carrera.
Las Pruebas de Aptitud Personal (PAP), que solo existen en Cataluña, se implantaron en 2014 gracias a un acuerdo de todas las universidades, públicas y privadas, que imparten los estudios de Educación Infantil y Educación Primaria, con el objetivo de endurecer los requisitos de acceso y mejorar así el nivel formativo de los futuros profesores. Las PAP constan de dos exámenes, que se realizan en abril: uno que evalúa la competencia comunicativa y de razonamiento crítico, y el otro que mide la competencia lógico-matemática. Si al alumno no aprueba las PAP no puede acceder a estos estudios de Magisterio.
No obstante, las pruebas han estado rodeadas de cierta polémica, por el alto nivel de suspensos. En la edición de este año se ha llegado al 63% de aprobados, la cifra más alta de los últimos años, pero en 2021 solo aprobaron la mitad de los aspirantes. Ello se traduce en que cada año se quedan miles de estudiantes -este año, casi 1.600- se quedan a las puertas de estudiar Magisterio.
Desde el centro Blanquerna aseguran que la implantación de las PAP ha producido “consecuencias imprevistas no deseadas”: por un lado, “la fuga de estudiantes” que quieren estudiar Magisterio y no han aprobado las pruebas de acceso. Según afirma el centro educativo en un comunicado, muchos optan por matricularse de estos estudios en universidades de fuera de Cataluña donde no existe esta criba. “Pero después vuelven y ejercen de maestros sin ningún problema”, incide una portavoz del campus. Por otro lado, Blanquerna destaca el alto nivel alumnos procedentes de la FP superior que suspende las PAP (un 55%, este año). “A lo mejor son estudiantes muy motivados, pero no es justo que se lo jueguen todo en un examen”, añaden desde el centro.
La Blanquerna oferta 240 plazas en los grados de Educación infantil y Educación Primaria, 60 menos que antes de la implantación de las PAP. La universidad desliza que ha perdido alumnos en los últimos años, aunque no los detalla. En contra de este centro privado también juega el descenso de los precios de las matrículas, ya que un curso de Magisterio en una universidad pública cuesta 1.056 euros, mientras que en Blanquerna el importe se dispara a los 7.880 euros por curso (tomando como referencia los 60 créditos por curso). Pero sin la barrera de las pruebas de acceso, este centro privado puede atraer a los alumnos que no las han superado y se plantean irse fuera de Cataluña a estudiar.
La Universidad Ramon Llull solicitó ya en abril poder eliminar las PAP y obtuvo una primera negativa de la Agencia de Calidad Universitaria (AQU), que tras un proceso de alegaciones acabó dando el visto bueno. También ha contado con la aprobación del Consejo de Universidades, organismo donde están representados todos los rectores españoles y que tiene la última palabra en la decisión.
La petición de Blanquerna despertó ya en abril el rechazo de las universidades públicas. Los decanos de las facultades de Educación de los cinco campus que imparten estos estudios emitieron un comunicado conjunto expresando su “malestar y disconformidad”. Los decanos, que se abrieron a revisar el tipo de pruebas, consideran que la rotura de la unidad supone “un desprestigio para la profesión” y un “agravio comparativo” respecto a los alumnos que sí han tenido que superarlas.
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