Boi Ruiz: “Teníamos que intentar que el sistema sanitario no quebrara”
El exconsejero de Salud fue el ejecutor de los grandes recortes en la sanidad catalana durante la crisis económica de hace una década. Hoy, defiende su legado con la misma vehemencia que entonces se enfrentó a críticas y escraches: “Hemos pasado de una situación de batalla política a que la gente entienda que lo tuvimos muy difícil”.
El tiempo ha suavizado las facciones de Boi Ruiz (Barcelona, 67 años). Por dentro y por fuera. El consejero de Salud del gobierno de Artur Mas (2011-2015), ejecutor de los grandes recortes en la sanidad catalana durante la crisis económica de hace una década, ya no porta la corbata imprescindible de aquellos tiempos convulsos. Tampoco las gafas rectangulares de montura fina que aguantaban el peso de un ceño casi siempre fruncido. Fuera del sillón de mando y alejado de la primera línea mediática, con una camisa de blanco impoluto y anteojos de pasta gruesa, Boi Ruiz sonríe mucho más. Está tranquilo, más relajado, pero defiende su legado con la misma vehemencia que entonces se enfrentó a críticas y escraches: “Teníamos que intentar que el sistema sanitario no quebrara”.
Fueron tiempos de tijera y ajuste. Él, traumatólogo de profesión, criado profesionalmente en el Clínic de Barcelona y dedicado a la gestión sanitaria desde los años noventa, sabía a lo que iba cuando tomó el mando de la consejería con mayor presupuesto. “No veníamos de la política, nos fueron a buscar como profesionales porque había que intentar que el sistema sanitario no quebrara y si nosotros no tomábamos determinadas medidas, el sistema quebraba. Hicimos todo lo que pudimos”. El gasto del departamento se contrajo hasta un 14%: el gasto no financiero se redujo en 1.469 millones entre 2010 y 2013.
Se reorganizaron servicios, se redujo personal y sueldos y se dispararon las listas de espera para intervenciones, pruebas médicas y visitas al especialista. Los sanitarios respondieron con paros y huelgas, la oposición apretaba las tuercas al Govern en el Parlament y hasta el propio consejero sufrió escraches a la puerta de su casa. Él, seguro de sí mismo entonces y ahora, se mantiene en sus trece: “La sostenibilidad famosa de la que hablamos se basa en tres parámetros: en que tengamos un gasto en recursos humanos, tanto por población como por los salarios, inferiores a la media europea; que el gasto del medicamento sea inferior a la media europea; y que tengamos una lista de espera muy superior a la media europea. Eso es lo que hace que el sistema sea sostenible. Cuando de 100 pasas a tener 80, pues se acentúan esos tres parámetros. Si tú no tocas universalidad ni la cartera de servicios, solo puedes tocar salarios, dotaciones de personal, medicamentos y lista de espera”.
A pesar de las pancartas en la calle que lo tildaban de “ladrón” o “culpable” del desmantelamiento de la sanidad pública, Ruiz nunca se ha sentido odiado. Nadie podía pensar que actuaba “con malicia”, apunta. “Seguramente, los que no me conocían, sintieron eso, pero en general, la gente veía la dificultad que teníamos”, valora. No se sintió despreciado a pesar de los pesares: “Hemos pasado de una situación de batalla más política, de recortes… a una situación de que te dicen: ‘qué difícil lo tuviste’. Complace que la gente entienda que lo tuvimos muy difícil”.
Su mayor autocrítica de aquellos tiempos, dice Ruiz, fue la comunicación. No supieron explicarlo a pie de calle, admite: “Seguramente lo explicamos de una manera muy para que lo entendiera el sector, no para que lo entendiera la gente”. Y él y su equipo se marcharon así, con la convicción de haberlo hecho lo mejor posible, pero la “tristeza”, agrega ahora, de no haber llegado a la ciudadanía y de que no se le reconociera todo lo demás que hicieron, aparte de los recortes, protesta.
Hizo más cosas de las que se recuerdan, reivindica. Y las enumera: la creación del Consejo Consultivo de Pacientes, la puesta en marcha de La Meva Salud, tarjetas de priorización para personas vulnerables, como la No Puc Esperar, para personas con colitis ulcerosa que necesitaban acceso urgente a un aseo, o la Cuida’m, para dar preferencia a niños con autismo en una consulta. “El ruido político tapa muchas explicaciones”, lamenta. Y la memoria final que hizo con su equipo de su paso por la consejería, se quedó en un cajón. No salió a la luz. La guardaron, dice, porque estaban “tristes” por todo lo demás “que no fue tomado en valor”.
A pesar de la “ingratitud” sentida por él y su equipo en ciertos momentos de la legislatura —”Mientras demostrábamos objetivamente que el sistema no quebraba, eso no se valoraba”, protesta—. Ruiz terminó su mandato entre “liberado y satisfecho”: “Llevaba cinco años aguantando el discurso negativista, pero con mi equipo llegamos a la conclusión de que habíamos cumplido más allá de lo exigible”, sentencia. Y se fue por donde vino. Volvió a la gestión, a su despacho de consultoría externa y a sus clases como director del Máster de Gestión Sanitaria en la Universidad Internacional de Cataluña.
En estos años fuera del foco mediático, Ruiz también pasó de médico a paciente. “En casa del herrero, cuchillo de palo”. Un cáncer de próstata lo obligó a pasar por el quirófano en 2016 y aún sigue ojo avizor para mantenerlo a raya. “Albert Jovell [médico y presidente del Foro Español de Pacientes] tenía una frase muy gráfica que es que hay dos formas de ver la medicina: de pie o tumbado. Y cuando eres paciente, ves la medicina tumbado y te das cuentas muchas veces de que la sensibilidad organizativa y personal es francamente mejorable. Es importante que los pacientes participen de las decisiones organizativas”.
Cataluña todavía arrastra el azote de los recortes de antaño. El presupuesto ha vuelto a crecer, pero las necesidades —pandemia incluida—, también. Y el Boi Ruiz conseller, con la perspectiva del tiempo y sabiendo lo que sabe, ¿volvería a hacer lo mismo? “Si pudiera hacer otra cosa… pero todavía no hay nadie que haya encontrado la fórmula alternativa”. Aunque matiza: “Evidentemente, lo que tenía que haberse hecho, que no se hizo, fue una priorización financiera de las políticas del Estado: si quiere priorizar determinadas cosas, no puede hacer como que eso no existe y no modificar las asignaciones de presupuesto a las comunidades”. Y ¿el Boi Ruiz de hoy volvería a la primera línea de la política? “No. Ayudar en lo que quieran, por descontado, pero tener una responsabilidad en primera línea, ya no me toca”.
- ¿Cómo quiere que lo recuerden?
- Como la persona que, en la crisis económica, evitó la quiebra del sistema sanitario catalán.
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