Audrey Mash, casi tres años después de sobrevivir a una parada cardiaca de seis horas: “Me preguntaban si sabía algo del más allá”
La montañista británica explica cómo ha sido su vida tras sufrir una hipotermia severa en 2019, cuando escalaba con su marido en el Pirineo catalán
La montañista británica Audrey Mash (Kent, 37 años) fue sorprendida por una tormenta de nieve en Vall de Núria (Girona) a finales de 2019, quedó inconsciente por una hipotermia severa, sufrió una parada respiratoria que duró más de seis horas —récord en la historia clínica de España— y “volvió a la vida” para aparecer en los noticieros de medio mundo como una proeza médica. Cuenta, tan solo empezar la entrevista, que “casi” ha olvidado el accidente. La protagonista de esta historia piensa que esto fue “lo más importante” de su vida hasta que, unos meses después, en marzo de 2020, comenzó la cuarentena: “Lo mío fue muy dramático, pero había gente que vivía cosas mucho peores. Yo tenía a mi familia, me recuperé sin secuelas... It could have been worse [podría haber sido peor]”, cierra en inglés, con una sonrisa que nunca la abandona.
En este tiempo, Audrey Mash ha cambiado su vida. Cuando le preguntan si esto se debe al accidente, duda: “No sé si tiene relación o no, pero quería cambiarla”. El día que subió a aquella montaña tenía 34 años. Llevaba ocho como profesora de inglés en academias de idiomas, una tarea que continuó hasta el verano de 2021, cuando dejó su trabajo para hacer un máster en Barcelona, donde reside. Siempre estuvo interesada por el lenguaje, algo que la ha llevado a estudiar chino, además de español o, recientemente, catalán. Por eso decidió estudiar lingüística teórica y aplicada, con una especialización en lingüística computacional. Esto es importante, recuerda, porque le permitió acceder a su nuevo trabajo, que ejerce desde abril de este año: “Le digo a mis antiguos alumnos que antes enseñaba inglés a personas y ahora a máquinas”, apunta sobre su labor en una empresa emergente estadounidense, donde contribuye a través de ordenadores a mejorar la pronunciación de un asistente de voz.
Tardó cuatro meses en volver a la montaña. Primero fue a espacios con poca altura, como la ruta de las siete cascadas, en Ripoll (Girona); y poco a poco se puso retos mayores, como Carros de Foc, en el parque nacional de Aigüestortes, o un recorrido por Pica d´Estats, en la frontera entre España y Francia, la cima más alta de Cataluña. Eso sí, siempre viaja en grupos. Con todo, la primera vez que volvió a la alta montaña, recuerda Audrey, se sintió “ansiosa”: “Sobre todo porque no sabía cómo iba a reaccionar... Pero cuando lo hice me di cuenta de que estaba tranquila, y ya está: nunca más volví a sentirme así”, agrega.
La afición de Audrey por la alta montaña no ha cambiado desde que viajó con 19 años a Nepal para adentrarse en la montaña más altas del mundo: el Himalaya. “En la montaña me siento libre”, resuelve. Después de todo, sigue subiendo a las alturas. “Pero ya no en invierno”, bromea, en alusión al accidente del que se salvó a finales de 2019 junto a su marido, que desde entonces ha preferido no volver a escalar.
Juntos se perdieron el 3 de noviembre en la montaña gerundense del Pirineo catalán, tras ser sorprendidos por una tormenta de nieve. Se desorientaron. La sensación de frío aumentaba y Audrey cayó inconsciente tras sufrir una hipotermia severa. Su marido había hecho llamadas y fotografías que permitieron a los Bomberos de la Generalitat rastrear su camino. Llegaron a las 15.30 horas. Al ser encontrados, el cuerpo de Audrey no presentaba ningún signo vital: su temperatura corporal era de 18 grados. Pronto fueron trasladados en helicóptero hasta el hospital Vall d’Hebrón, en Barcelona.
Cuando llegaron, casi dos horas más tarde, los médicos comenzaron a aplicarle un tratamiento de oxigenación con membrana extracorpórea (ECMO), a través de una máquina que reemplaza la función del corazón y los pulmones. Este proceso también oxigena la sangre y la calienta, antes de devolverla al organismo. El objetivo era llegar a los tejidos de Audrey, así como aumentar su temperatura corporal, explicó entonces el doctor Eduard Agudo, del Servicio de Medicina Intensiva del centro sanitario. El cuerpo de la paciente pasó progresivamente de 20 a 30 grados. Habían transcurrido seis horas desde que su corazón se había detenido. Una descarga eléctrica con un desfibrilador hizo que el órgano volviera a latir: a las 21.46, Audrey había “vuelto a la vida”.
“Los médicos y la tecnología que tenemos hoy en día son increíbles. En mi caso, sabían que había una posibilidad”, destaca Audrey, que se convirtió en la persona con la parada cardiaca documentada más larga de España, aseguraron entonces los médicos que la atendieron. Otros casos documentados en el mundo exceden las ocho horas. La británica, que agradece la labor coordinada de los servicios de emergencia, subraya habitualmente que espera que su experiencia sirva para salvar vidas ante casos similares. Luego recuerda una conocida cita médica: “No estás muerto hasta que no estás caliente y muerto”. Ella es la prueba. Las pocas secuelas que sufrió durante las primeras semanas (falta de movilidad en los dedos de las manos y pérdida puntual de pelo) se solucionaron con los meses. En menos de 30 días había vuelto a hacer vida normal.
“Mucha gente quiere saber lo que nos pasa después de la muerte”, dice. “Algunos me preguntaban si sabía algo del más allá. Pero yo no sabía nada... solo recuerdo despertarme en el hospital. ¡Otros pensaban que no quería compartirlo!”, exclama con una sonrisa Audrey Mash, al terminar la entrevista, poco antes de volver a su nueva vida.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.