Dos veranos sin playa, cerrada por contaminación: “Si esto fuera Barcelona, se arreglaba en dos días”
El litoral de Sant Adrià del Besòs, al lado de la capital catalana y en una zona que concentra barrios desfavorecidos, lleva dos años cerrado pendiente de la limpieza de su arena
“Es muy sencillo, si esto fuera Barcelona, se arreglaba en dos días”. Pero no es Barcelona, es la playa de Sant Adrià del Besòs, pegada a la capital catalana. La playa, junto a la desembocadura del río Besòs, afronta el segundo verano cerrada por contaminación en la arena, porque está en una zona donde hubo muchas fábricas. La contaminación, por acumulación de plomo, cobalto, cobre, arsénico y otros materiales por encima de lo permitido, se descubrió tras el temporal Filomena y durante las obras de instalación de un cable de datos submarino. Los trabajos para descontaminar el espacio, que hará el Ministerio de Transición Ecológica, no tienen ni fecha de inicio. Preguntado el ministerio responde que “no es posible informar sobre los expedientes administrativos en curso”.
Mientras, el Ayuntamiento instaló la semana pasada una nueva valla, más consistente que la que colocó en mayo de 2021 y que los vecinos derribaron en parte. Porque hasta hace siete días seguían yendo a la playa. Los carteles informativos, tanto de las vallas antiguas como en las nuevas, no hacen referencia explícita a la contaminación: “Aviso importante. Cierre provisional y preventivo para preservar la salud de las personas”, indican.
Hasta la colocación de la nueva valla, durante las semanas de buen tiempo de esta primavera los fines de semana no cabía ni una toalla más. Entre semana, estaba la playa estaba más tranquila, pero también concurrida. El último viernes antes del cierre, respetado al menos la primera semana, quien aseguraba que si el problema estuviera Barcelona se arreglaría pronto era Adrián. Solía bajar a bañarse con su padre, Esteban. Los dos de Sant Adrià. No creen que la contaminación actual en la arena sea peor que la que había hace 30, 40 o 50 años. Y si tan grave fuera debería advertirse, reprochaban. “Lo de ahora no puede ser peor que cuando humeaba la central térmica y había no sé cuántas fábricas: la Procolor, una de vigas, de aceites, la de lejía… El río bajaba cada día de un color distinto por la fábrica de pinturas de más arriba” señalaba el padre. Y avisaba: “Si pasa que hay contaminación, pasa; pero la solución no es la valla, la solución es arreglarlo”. “¿Qué quieren que haga la gente con críos que no tiene coche en verano?”, preguntaba.
“Si hubiese tanto peligro no vendría tanta gente”, apuntaba Tamara unos metros más allá. Y David, otro habitual, no entendía cómo se cierra esta playa y no las de Barcelona: “Si está contaminado y llueve, el agua bien que va al mar y a las playas de Barcelona. ¿Qué quieren? ¿Nos quedamos en casa?”. En Sant Adrià no hay piscina pública, y en el río está prohibido el baño. Las dos playas del municipio (la otra al otro lado del río, abierta) sumaban antes de la pandemia 362.000 visitantes solo en verano.
Sant Adrià, al que pertenece el castigado barrio de La Mina, es uno de los municipios a orillas del Besòs, que en su tramo final comprende media docena de municipios con barrios de rentas muy bajas. La renta familiar disponible de Sant Adrià es un 17% inferior a la media catalana, un 39% menos que la de Barcelona capital, datos oficiales de 2019. En 2020, un estudio del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos (IERMB) sobre vulnerabilidad urbana situaba la franja del Besòs como la zona con mayor pobreza concentrada y enquistada del área de Barcelona.
La peculiaridad es que Sant Adrià tiene el último caramelo urbanístico del litoral catalán: el gigante solar que alberga las Tres Chimeneas --la antigua central térmica, una icónica mole, la construcción más alta de Cataluña, todavía en pie—de 32 hectáreas, que será un polo de economía digital. El suelo es industrial y pertenece a Endesa y Metrovacesa. El plan urbanístico redactado por la Generalitat, casi una década en discusión, contempla que se puedan construir 1.800 pisos (el 40% públicos) y dedicar un 35% del futuro techo a actividad económica (uso hotelero, comercial y oficinas). Además, habrá una enorme zona verde y equipamientos. Mediapro ha presentado un proyecto para la zona.
Ariadna Vilardell, de la plataforma vecinal Marea Verde Sant Adrià, lamenta que el municipio “se ha convertido en el vertedero del área de Barcelona: tenemos Tersa, la incineradora de basura de Barcelona, Endesa que vierte agua salada caliente con biocidas, la depuradora no tiene sistema terciario [el que filtra las partículas más pequeñas]…”. “La sensación es que se ha asumido que somos zonas degradadas, no nos cuidan”, lamenta y recuerda que los nuevos pisos de Badalona, al lado, “se venden con el anzuelo de la playa”. La de la Mora, más pequeña, también lleva años (teóricamente) cerrada.
La alcaldesa de Sant Adrià, Filo Cañete, celebra que el Ministerio “haya decidido asumir la descontaminación” y su coste. Antes han intervenido la agencia de residuos de la Generalitat (analizando la arena), el Consorcio del Besòs (con el proyecto de descontaminación) y el Área Metropolitana de Barcelona (que gestiona las playas). Explica que en el ministerio le han informado de que el encargo a la empresa pública Emgrisa es inminente. En teoría, el Ayuntamiento pondrá agentes cívicos y más vigilancia de la Guardia Urbana para informar a la ciudadanía del cierre. Pero este viernes por la mañana no había un alma.
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