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La Semana Santa devuelve parte del turismo extranjero a Barcelona

Los principales puntos de interés de la ciudad, llenos de visitantes durante las vacaciones

Clara Blanchar
Turismo Semana Santa Cataluña
Turistas en la plaza de Sant Felip Neri de Barcelona, ayer.Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

En Barcelona hay termómetros que no fallan para medir la temperatura del sector turístico. El ruido de los visitantes arrastrando maletas. Los idiomas que escuchas por la calle. Las personas por metro cuadrado levantando la vista ante la Sagrada Familia. Los atascos en carriles bici ocupados por grupos de visitantes. Si en la plaza Reial los camareros invitan al paseante a sentarse en una mesa; o si no hay mesa donde sentarse. Y el top: cuando los vagones de la L4 del metro que suben de la playa huelen a crema solar.

Todo lo anterior ha ocurrido durante los cuatro días festivos en la ciudad, los de Semana Santa. Los principales focos de atención turística han registrado ocupaciones plenas y el salto en visitantes extranjeros ha sido notable. El aeropuerto ha operado un 82% de los vuelos de estas fechas en 2019, según Aena. Y lo explicaban este lunes empleados de La Pedrera, una tienda del FC Barcelona o el bus que va al aeropuerto.

“Muchísima gente, lleno de 10 a 16 horas cada día”, decía Carla Peris, de atención al visitante en La Pedrera: “Franceses, italianos, estudiantes alemanes, e incluso asiáticos”. Como Gerry Noi, de Hong Kong: dos semanas con su novia en España y cero miedo al covid. “Estamos más fascinados que asustados”, aseguraba. O dos parejas de japoneses que escuchaban a un guía en la plaza de Sant Felip Neri. De avanzada edad, explicaban que han navegado en un crucero desde Nueva York.

En la tienda del Barça del paseo de Gràcia, frenesí: “A tope: franceses, italianos, argentinos, estadounidenses y muchos colombianos”, enumeraba Nacho Canut. Colombianos como Carlos Duran, Ruth Estella y sus amigos, empresarios del sector textil de mediana edad de Medellín. Tras recorrer un tramo del Camino de Santiago en bicicleta, decidieron visitar Barcelona un par de días: “Llegamos a Sants y no encontramos hotel, dormimos en la calle”, relataban mostrando fotos sentados de noche en bancos, pero con una sonrisa: “Es tan hermosa y linda Barcelona”. El Gremio de Hoteles de Barcelona no facilitó datos, pero una semana antes de las vacaciones apuntaba a una ocupación del 80% en los hoteles abiertos (un 83%), con precios un 15% inferiores a lo habitual.

Un poco más abajo, en una tertulia de conductores y asistentes al cliente del Aerobus, los presentes subrayaban “la actividad de la terminal 2, la de los vuelos low cost, la primera que despertó tras la pandemia”. “La T2 va a toda castaña. La T1 va a otro ritmo”, añadían.

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Algunos empresarios del sector confirman que durante la Semana Santa ha habido un aumento de actividad, pero mantienen que no se han alcanzado niveles de negocio prepandémicos, que los visitantes gastan menos y que preferirían mayor estabilidad y flujo de turistas que trabajar cuatro días a destajo.

”Necesitamos estabilidad”

Conchi García, al frente del restaurante Tobogán. La gallega de la plaza Reial, celebraba la actividad en los días de fiesta y la presencia de extranjeros (“franceses, italianos, ingleses”) pero alertaba de que “el tíquet medio se acerca más a los 15 que a los 30 euros”. “Lo de ahora comienza a ser normal, porque hasta ahora no había normalidad. Lo que necesitamos es estabilidad, de nada nos sirve la plaza abarrotada y que luego esté vacía”, apuntaba.

Un punto de vista alineado con el del Gremio de Restauración, cuyo director general, Roger Pallarols, habla de “cierto optimismo”, pero de que no se ha recuperado la actividad previa a la pandemia, aunque “se cierra un agujero de dos años”. “Barcelona necesitaba el mercado internacional”, afirma sin concretar cifras. Pallarols avisa de la “crisis inflacionista” y asegura que el sector ha intentado contener precios y no trasladar el aumento de costes a los clientes: “Si se alarga, no se podrá evitar”.

En la zona cero del devastador impacto del coronavirus en el centro, las calles de Ferran y Jaume I, donde cerraron muchos hoteles y tiendas, la actividad vuelve lentamente. Carles Nin, en la recepción del Gran Hotel Barcino celebraba la plena ocupación de los días de fiesta y las buenas perspectivas de futuro “como cuando la ocupación era siempre del 100%”.

La patronal que sí facilitó datos es la de los apartamentos turísticos, Apartur. “Las previsiones apuntaban a un 92% de ocupación y hemos alcanzado el 95%, como en los mejores momentos de 2019″, aplaude su presidente, Enrique Alcántara. Y añade: “Los precios también se han recuperado”. “Estamos muy contentos, con buenas perspectivas en mayo y junio, aunque hemos aprendido que todo puede cambiar. Justo en abril hay que devolver los ICOs [préstamos del Gobierno por la pandemia]”, confía y celebra la presencia de europeos y, sobre todo, norteamericanos “pese a haber una guerra en Europa”.

Los visitantes presionan de nuevo barrios como el Gòtic

Con el regreso del turismo han vuelto las consecuencias de la masificación de espacios como el barrio Gòtic (Ciutat Vella). La alerta llega de la asociación de vecinos, que tras el encierro por la pandemia en 2020, recuperaron calles y plazas del barrio y protagonizaron imágenes insólitas en décadas, con niños jugando a futbol ante la catedral o bajando en bici por la calle del Bisbe.
Martí Cusó, de la asociación, lamenta la “que la administración no ha cambiado el discurso sobre el turismo y el peso que tiene en la ciudad” e insiste “en las dificultades que la presión turística supone para la vida cotidiana de los vecinos, y las consecuencias sobre el comercio local o el precio de la vivienda, al tiempo que no mejoran las condiciones laborales de los trabajadores del sector”.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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