Un puente orgánico de hormigón traslúcido para acceder a la Sagrada Familia
Dos arquitectos plantean una estructura para unir la fachada de la Gloria con la calle que comportaría eliminar el bloque de viviendas que hay enfrente
La Sagrada Familia que Antoni Gaudí dejó inconclusa al fallecer en 1926 sigue en construcción después de 140 años de trabajos. Pero este templo expiatorio ha crecido en los últimos años de forma vertiginosa gracias a la venta de entradas a los turistas que lo han convertido (con permiso de la pandemia) en uno de los edificios más visitados de España. Eso es algo que pocos podrían imaginar. Mucho menos el millar de personas que viven o trabajan desde 1976 en el bloque que se construyó junto al templo, pensando que la que estaba prevista que fuera su entrada principal: la fachada de la Gloria, nunca se llegaría a construir. Ahora que ya se ha fijado 2026, centenario de la muerte de Gaudí, como la fecha para terminar todos los trabajos, urge valorar si la basílica puede crecer a costa de esos vecinos y, en ese caso, darles una alternativa, algo que enfrenta al Ayuntamiento de Barcelona y a los responsables de las obras del templo.
Pero mientras este problema se soluciona, ya hay quien ha pensado en cómo llevar a cabo el último de los retos con los que este edificio se ha de enfrentar: el acceso desde la calle a esta fachada de la Gloria, más allá de la escalinata más o menos funcional y monumental que apuntaron los seguidores de Gaudí tras fallecer.
Alberto T. Estévez, catedrático de arquitectura de la Universidad Internacional de Catalunya y director del Instituto de Arquitectura Biodigital y Genética, ha ideado, junto con Yomna Abdallah, un puente que permitirá salvar el desnivel de la planta respecto a la calle Mallorca que quedará bajo un túnel por donde seguirán pasando los coches; un proyecto que conlleva el derribo del edificio que hay justo enfrente. La estructura que plantean es de hormigón traslúcido y elementos orgánicos en los que no faltarán los símbolos religiosos presentes en todo el edifico ideado por Gaudí. Ya han presentado su proyecto en un congreso internacional de arquitectura que ahora ha salido publicado.
Estévez y Abdallah aseguran que su trabajo que “vincula la fachada con el entorno más cercano” está “a la espera de una versión más definitiva y detallada”. También que lo realizan “con ganas de aportar algo a una obra tan grande y ser útiles, como una alternativa a tener en cuenta; simplemente para crear un estímulo o un desafío”.
Los arquitectos que firman esta propuesta comulgan con la tesis de que la mayoría de los elementos constructivos y decorativos que aparecen en el edificio (ángeles con trompetas, leones, corderos degollados, serpientes, ranas, representación de frutos, además de innumerables referencias al número siete) están inspirados en el Apocalipsis, el último de los libros del Nuevo Testamento y el más rico en símbolos de toda la Biblia. Allí se describe la Jerusalén Celestial como “la ciudad santa que descendía del cielo, que brillaba con el esplendor de Dios, que era como el de una piedra preciosa, como el jaspe, claro como el cristal”; un lugar “con doce torres, en las que estaban escritor los doce nombres de los doce apóstoles”. Para ellos no hay dudas de que Gaudí quiso construir esta ciudad celestial, ya que “no existe otro tipo de iglesia en la historia que tenga 12 torres con los nombres de los 12 apóstoles”.
Tras analizar la maqueta que Gaudí creó para la fachada de la Gloria, en la que se representaría a Jesucristo rodeado de nubes tras “bajar a la Tierra al final de los tiempos”, ellos diseñan un acceso inspirado también en este libro religioso. Y el resultado es ese puente biodigital formado por rampas de hormigón traslúcido y dorado, con iluminación led en su interior, con la idea de simular “el río brillante como el cristal” que se cita en el Apocalipsis, para acceder a esta ciudad celestial de Gaudí. Un puente que los autores también plantean que se podría hacer con bambú o fibra de vidrio procedente de cristal reciclado “creando estructuras de gran ligereza en comparación con su alta resistencia”.
La estructura creada a base de algoritmos está inspirada en la rampa de acceso que realizó Gaudí para la iglesia de la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló; un edificio en el que estuvo trabajando entre 1898 y 1917, que dejó también sin terminar, pero que siempre se ha considerado como el lugar donde experimentó técnicas y materiales que luego trasladó, a mayor escala, a la Sagrada Familia. Sí que le dio tiempo a realizar un atrio cubierto que protege la puerta de la cripta de esta iglesia y que funcionaría como rampa para acceder a la iglesia que no llegó a construir. La cripta de la iglesia de la Colonia Güell fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2005.
Los autores proponen un conjunto de rampas, que “fluyen suavemente hasta la fachada, acorde con que sea accesible para todos”, desde el interior de la manzana que se creará justo enfrente tras el derribo del edificio de vecinos. En su proyecto se contempla también una fuente y una antorcha, símbolos del agua y el fuego que Gaudí pensó como dos elementos fundamentales para esta fachada principal, además de un árbol, como el que había en origen junto a la entrada de la cripta de la Colonia Güell. En este caso los autores proponen un Moringa oleifera, conocido como el “árbol de la vida”, por sus propiedades medicinales.
Estévez explica que Jordi Faulí, actual director-arquitecto de las obras de la Sagrada Familia, conoce su proyecto, porque él mismo se lo ha presentado. Y tras conocer la solución que apuntan la califica de “creativa, orgánica, bella, juvenil y ciertamente arriesgada”. Faulí reconoció también “el mucho trabajo que hay detrás que puede dar lugar a muchas propuestas creativas y diversas”, además de “dar dinamismo al acceso de la fachada, con un acceso adaptado y universal”.
Desde la Junta Constructora de la Sagrada Familia no quieren calificar este proyecto y se limitan a contestar: “La finalidad de la Junta es construir el templo y como herederos de Gaudí nuestra obligación es acabarlo y con ello, la fachada de la Gloria cuando llegue el momento. Por ahora, tenemos que acabar las torres, incluida la de Jesucristo”.
“Sería presuntuoso por nuestra parte que este trabajo sea tomado en cuenta por los responsables de las obras, pero sí abre una puerta y se ofrece libremente a lo que podría ser, creando un estímulo o un desafío”, concluyen los autores en su trabajo.
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