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Las escuelas catalanas cogen oxígeno con el fin de los test masivos: 700.000 pruebas en cuatro semanas

Salud admite que si hubiera conocido el impacto de ómicron no se hubiera iniciado el programa

Antígenos Covid Cataluña
Un niño se somete a un test de antígenos en una farmacia de Terrassa.Cristóbal Castro

Después de tres intensas semanas de enero con los contagios disparados que dejaron exhaustas a las escuelas, estas empiezan a coger oxígeno gracias al desinflamiento de la sexta ola y el fin de los test de antígenos masivos, que tantos positivos asintomáticos hicieron aflorar. En las cuatro semanas que ha durado el programa -del 10 de enero al 6 de febrero- se han practicado unos 700.000 test a escolares en farmacias y centros de atención primaria. A pesar de las incidencias por la avalancha de casos, los farmacéuticos valoran positivamente la experiencia. Salud, en cambio, admite que si hubiera sabido cómo iría, no la hubiera puesto en marcha.

El programa de test en farmacias no es nuevo. Ya se hizo una primera prueba el pasado verano abierta a los monitores y niños participantes de actividades de verano. Entonces, se realizaron 36.248 pruebas (con un 1% de positividad). También durante el primer trimestre del curso actual se enviaron a las farmacias a los alumnos de secundaria (ESO, Bachillerato y FP), asintomáticos e inmunizados, que eran contactos estrechos de un positivo. En estos tres meses se llevaron a cabo 71.585 test (1,2% positividad).

Durante las cuatro semanas que ha estado vigente el programa TAR escuelas - que permitía hacer gratuitamente test de antígenos en las farmacias a los alumnos de infantil asintomáticos, cuando se detectaba un positivo en su clase- se realizaron un total de 476.330 test de antígenos, que ayudaron a hacer aflorar 34.609 contagiados (un 7,3% de positividad). A estos hay que sumar unas 200.000 pruebas realizadas en los centros de atención primaria (donde acudían los alumnos de infantil), según las cifras provisionales de Salud, que no ha facilitado las definitivas. Para Salud, cada test tenía un coste de unos cinco euros, de los cuales 3,8 han ido a las farmacias. Ello eleva el coste del programa hasta los 3,5 millones de euros. Ante la mejora de la situación epidemiológica, y superado el pico de la sexta ola, Salud optó por eliminar el grueso del programa TAR (test de antígenos rápidos) y solo se mantiene en escuelas de educación especial y para los maestros de infantil y primaria.

Jordi Casas, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona y del Consejo de Colegios Farmacéuticos de Cataluña, recuerda cómo se decidió poner en marcha la iniciativa. “En Navidades estalla la sexta ola. Además, el Gobierno central decide eliminar las cuarentenas en primaria dos días antes de empezar las clases. Y también entramos en fase de mitigación, lo que se traducía que los centros de atención primaria dejaban de hacer pruebas a los contactos estrechos”. Con este panorama, añade Casas, se produjo una “reunión de crisis” con la administración y se decidió poner en marcha el proyecto.

El ingente nivel de pruebas realizadas dentro del programa -el único de estas características de todo el territorio estatal- llevó a Cataluña a posicionarse como la comunidad que concentró el 44% del total de test rápidos. Su puesta en marcha, y su desaparición, ha impactado en las estadísticas. Así, si antes de las fiestas de Navidad se realizaban unos 205.000 test de antígenos semanales, un mes después se llegaba a la cima, con 633.000 test durante la semana del 14 al 20 de enero. Actualmente, se ha recuperado ese nivel de unas 200.000 pruebas semanales.

Al dejar de buscar positivos entre los asintomáticos, el nivel de positividad ha caído en picado, y eso lo han notado, y mucho, las escuelas. Si el curso empezó en enero con 28.000 personas confinadas -con ómicron ya en plena expansión con las fiestas navideñas-, la detección masiva de asintomáticos disparó los confinados hasta el máximo de 132.233, el 24 de enero. Desde entonces inició un continuo descenso hasta la lejana cifra de 17.437 confinados con el que se cerró esta última semana.

También ha modificado las curvas de las edades más afectadas. Así, a las puertas de Navidad la incidencia del virus (el número de positivos respecto a la población total en un periodo de una o dos semanas) rondaba entre 900 y 950 en los menores, prácticamente igual que en los adultos entre 20 y 50 años (entre 950 y 1150). Pero la realización masiva de test entre escolares provocó que la incidencia entre este colectivo se desbocara, llegando a un máximo de 7.618 en la franja de niños de 0 a 9 años y a 5.658 de 10 a 19 años, duplicando las cifras de las siguientes edades más afectadas, los que rondan los 30 y los 40 (unos 3.700).

La virulencia de ómicron puso a prueba la resistencia del programa -en el que participaron hasta 1.700 farmacias de un total de 3.200-, que no se salvó de problemas y polémicas. La primera llegó a los dos días de su puesta en marcha cuando los test escolares dejaron de ser obligatorios a solo una recomendación. Pero surgieron, especialmente durante los primeros días, una serie de incidencias: en alguna ocasión las farmacias acabaron con las existencias de pruebas, la plataforma informática que gestionaba los datos se colapsó ante el volumen de información, las recetas para realizar el test gratuito no llegaban, las citas previas se agotaron en algunos momentos… “La situación fue bastante extrema en algún momento”, admite Casas. “Hay gente que no entendía que debía pedir cita previa o a veces no aparecía la receta, y ello provocaba tensión y nervios entre los padres”, añade. Todo ello llevó “a que la situación se tensionara hasta el límite” y hasta que alguna farmacia se diera de baja del proyecto.

El consejero de Salud, Josep Maria Argimon, admitió el viernes en una entrevista en TV3 que si hubiera conocido el impacto de ómicron no se hubiera iniciado el programa de test escolares. “Con perspectiva, sabiendo los resultados, no hubiéramos llevado a cabo la medida. Con ómicron no hacía falta”. Argimon admitió que realizando test masivos se corría “el riesgo de detectar más casos. Y es lo que ha pasado, y ello ha generado más cuarentenas”. No obstante, el consejero destacó que la medida ha permitido “controlar la situación, saber los alumnos y profesores afectados de forma transparente y hacer un seguimiento más detallado” de la situación.

Con todo, desde el Colegio de Farmacéuticos valoran positivamente la experiencia. “Ha demostrado la utilidad de la farmacia y del programa a nivel de salud pública y de vigilancia epidemiológica. También ha ayudado ante la saturación de la atención primaria. Con un trabajo en red, con protocolos comunes y bases de datos comunes hemos visto que se puede hacer muy buen trabajo, y que las farmacias pueden formar parte del sistema de salud”, reivindica Casas.

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