_
_
_
_

Una extorsión y 40 años de secreto familiar

El catalán Miquel Arpa Batlle fue extorsionado en 1980, coincidiendo con los inicios de Terra Lliure. Sus hijos no lo descubrieron hasta cuatro décadas después

Cristian Segura
Lola Arpa muestra la carta de extorsión enviada a su padre en 1980.
Lola Arpa muestra la carta de extorsión enviada a su padre en 1980.Carles Ribas (EL PAÍS)

“Hecho el reparto de la zona de Girona para el año 1981, le toca contribuir a usted, señor Arpa, con 12 millones de pesetas”. Esta frase, en su versión original en catalán, encabeza la que podría ser la primera carta de extorsión de Terra Lliure que se hace pública. Todavía más importante, esta frase es el inicio de un secreto familiar que duró cuatro décadas. La primera hipótesis, según los expertos consultados por EL PAÍS, es que fue la banda terrorista catalana quien exigió dinero al destacado empresario Miquel Arpa Batlle a cambio de no actuar contra él. Para Arpa fue traumático, pero nunca lo reveló. Sus hijas lo descubrieron por azar en 2019.

Terra Lliure fue fundada en 1980 a partir de la unión de la banda terrorista EPOCA y de elementos del nacionalismo catalán violento que se habían escindido del partido PSAN. La misiva de extorsión a Arpa Batlle coincidía con las acciones iniciales de Terra Lliure, confirma Ricard Vilaregut, profesor asociado de Ciencia Política de la Universidad de Girona y de la Universidad Autónoma de Barcelona. Para Vilaregut, el hallazgo de la carta es importante porque podría ser la primera prueba conocida de que una línea de financiación de los terroristas fue la extorsión. Vilaregut opina que “es plausible que la autoría sea de Terra Lliure en sus inicios”: “Quizá es por eso que no hay ninguna identificación, como el sello que usaba ETA, porque todavía no habían hecho pública su imagen”. “Lo que sí está confirmado es que los atracos eran una fuente de ingresos”, añade este investigador.

Arpa Batlle (1921-2002) fue uno de los empresarios inmobiliarios más relevantes de Cataluña, uno de los principales responsables de la transformación de la Costa Brava en un destino turístico de masas. Los criminales enviaron la misiva por correo el 1 de diciembre de 1980. En ella daban instrucciones para realizar un pago de 12 millones de pesetas —72.000 euros que, sumados la inflación acumulada desde aquel año, según datos el Instituto Nacional de Estadística, ascenderían hoy a unos 350.000 euros—. El 27 de diciembre a las 12.15, en plenas fiestas navideñas, él o alguna persona de su confianza debía entrar en el bar Canaletas de Las Ramblas de Barcelona. Tenían que llevar el dinero en un paquete envuelto en papel de regalo, sentarse en una mesa y pedir al camarero “un café acompañado con una copa de coñac Gladiador”. A partir de aquí, el texto indica que la persona con el dinero, “hecho el primer contacto, sucesivamente irá recibiendo instrucciones hasta la entrega definitiva”.

Piense en el drama vivido tan cerca por las dos familias vinculadas a la suya. No se haga ilusiones”

La carta finalizaba advirtiendo de las consecuencias que acarrearía si avisaba a la policía: “Piense en el drama vivido tan cerca por las dos familias vinculadas a la suya. No se haga ilusiones. De una forma u otra tendrá que pagar”. Los autores de la amenaza se referían así a dos familiares políticos de Arpa Batlle, los empresarios José María Bultó y Jesús Serra Santamans. Bultó falleció en 1977 al estallarle el cinturón explosivo que un comando de EPOCA le había colocado durante un secuestro; Serra fue secuestrado por ETA durante nueve semanas de 1980 y finalmente liberado tras pagar a los terroristas.

El patriarca de los Arpa se comportaba de manera extraña en aquellas navidades de 1980. Ordenaba cerrar a cal y canto las puertas y las ventanas de la residencia familiar en Celrà (Girona), y pedía que los nietos fueran siempre acompañados de alguien. La familia no entendía su actitud porque Arpa Batlle no explicó qué había sucedido. Poco tiempo después vendió su casa de Celrà, una finca aislada en el bosque, y él y su mujer, Piedad Vilallonga, se trasladaron a vivir al centro de Girona. Vilallonga falleció en noviembre de 2019 y sus hijos, ordenando las pertenencias de su madre, descubrieron en una caja el porqué de la misteriosa conducta de su padre.

La carta de Terra Lliure que recibió Miquel Arpa Batlle.
La carta de Terra Lliure que recibió Miquel Arpa Batlle. Carles Ribas (EL PAÍS)

A Lola Arpa, hija de Arpa Batlle, le ha costado hacer público este secreto, por miedo, también por pudor; finalmente se decidió por su posible valor histórico. Arpa, destacada activista ecologista en la provincia de Girona, revela lo sucedido en una biografía autoeditada que lleva el título No me llames Dolores, llámame Lola (Punto Rojo). En el libro aparece una cuartilla recompuesta con celo. El celo, ahora marrón por el paso del tiempo, lo utilizó su madre en algún momento no determinado. La hipótesis de los hijos es que Arpa Batlle rompió la carta pero Vilallonga recuperó los pedazos, la reconstruyó y la guardó. Su marido la había roto en exactamente 11 trozos; nueve de ellos tienen un número escrito en lápiz por Vilallonga, fue su manera de ordenar aquel macabro mensaje, ahora convertido en un puzle.

“Recuperaciones económicas”

La carta coincide con los primeros compases violentos e hiperactivos de Terra Lliure. Cuatro acusados de formar parte de la organización, Carles Sastre, Carles Benítez, Pep Musté y Joan Rocamora, publicaron en 2012 una “biografía autorizada” del grupo terrorista, Terra Lliure, punto de partida. En el libro destacan que en diciembre de 1980, una de las prioridades eran “las recuperaciones económicas”. Y aseguran que cubrieron los gastos de su estructura con uno de estos golpes, que ellos llaman “recuperaciones económicas”: el robo el 31 de diciembre de 2,5 millones de pesetas de la recaudación un supermercado.

Este libro, con la versión oficial de Terra Lliure, data en julio de 1980 los primeros atentados que reivindicaron, con cargas explosivas de goma-2 en oficinas de la compañía eléctrica Fecsa. La banda criminal cometió entre enero y mayo de 1981 una decena de acciones, la más conocida, el secuestro y disparo en la pierna de Federico Jiménez Losantos. El periodista era en aquel momento profesor de secundaria en un colegio de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona): era un personaje público crítico con el nacionalismo catalán y los terroristas le instaron de esta manera a irse de Cataluña.

Lola Arpa defiende que su padre era buena persona y que nunca se posicionó políticamente. Fue un hombre hecho a sí mismo: era hijo de los propietarios de un hostal y su primer empleo fue como leñador, cortando madera para la papelera Torras Hostench. Montó su empresa de maderas, responsabilidad que le obligaba a recorrer la provincia. Luego, aprovechó sus contactos con agricultores y propietarios de terrenos para alimentar el sector de la construcción que tenía que albergar al incipiente maná del turismo. Joaquim Nadal, que fue alcalde de Girona y amigo suyo, escribió en el Diari de Girona en 2002 unas líneas de homenaje tras la muerte del empresario: “Miquel Arpa era muy trabajador, muy madrugador […] Era imaginativo y ambicioso en el negocio, pero era discreto y eficaz. Rehuía cualquier ostentación, que reservaba para sus espacios más privados y familiares”. Preguntado por este diario, Nadal explica que ni Arpa Batlle ni su círculo de confianza le comentaron lo sucedido.

Terra Lliure causó cinco muertos, cuatro de ellos, miembros de la organización

Vilaregut subraya que todavía hay más sombras que luces en la historia de la banda terrorista catalana, porque su recuerdo todavía es cercano y porque contó con la colaboración de muchas personas que quieren evitar ser identificadas. La banda cesó su actividad de forma definitiva en 1995 tras incorporarse parte de su militancia a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Causó cinco muertos, cuatro de ellos, miembros de la organización. La quinta fallecida fue una vecina de Les Borges Blanques (Lleida), que murió en la explosión de una bomba en los juzgados del municipio. Un atentado de Terra Lliure en una oficina del INEM en 1992 dejó con graves secuelas a otra ciudadana. EPOCA, la antecesora de Terra Lliure, asesinó en 1977 a Bultó y en 1978 al exalcalde de Barcelona Joaquim Viola y a su mujer, Montserrat Tarragona.

Vilaregut y dos expertos sobre ETA consultados por este diario señalan que no puede descartarse que se tratara de delincuentes comunes que se hicieron pasar por una banda terrorista. Pese a ello, Diego Muro secunda que es una seria posibilidad la autoría de Terra Lliure. Muro, profesor del Centro Handa de Violencia Política y Terrorismo de la Universidad de Saint Andrews (Escocia), echa de menos un sello identificativo o proclama de la organización en el texto, pero opina que sí señalarían a Terra Lliure el buen catalán utilizado en la misiva (pese a la reciente dictadura) y el contexto histórico, el extremismo político de aquel momento: “El documento es importante para tener una visión completa y no idealizada del periodo de la transición democrática. La idea del oasis catalán es una visión utópica del pasado”.

Joan Pujol, exsecretario general de la patronal Foment del Treball, recuerda que en los ochenta había temor en el mundo empresarial a que Terra Lliure estableciera una red de extorsión que imitara a la de ETA, algo que finalmente no tiene constancia de que se produjera. “Pero sucesos así podían mantenerse en la máxima confidencialidad, como este caso en el que ni la familia lo sabía”, dice Pujol. Los Arpa desconocen si su padre pagó, pero sí recuerdan que la normalidad volvió pasados unos meses, sobre todo después de que sus padres se trasladaran a vivir al centro de Girona.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_