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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Muere Miquel Arpa, el creador de Empuriabrava y Cap Sa Sal

El empresario deja su huella en el paisaje urbanístico de los sesenta

El empresario catalán Miquel Arpa Batlle, peso pesado del mundo inmobiliario por el que ha pasado el grueso de los proyectos urbanísticos de las comarcas gerundenses de las últimas décadas, murió el pasado martes en Girona. El promotor -tan inquieto como discreto- ha dejado como legado su impronta en la transformación del paisaje de la Costa Brava, la zona pionera del turismo en Cataluña, durante la década de 1960 y 1970. Su obra más emblemática es la marina residencial de Empuriabrava.

Convirtió un pueblo en esencia agrícola, como Castelló d'Empúries, en un puntal turístico de la Costa Brava y en un imán para visitantes y residentes europeos del Alt Empordà. Todo ello a resultas de una urbanización que acabó convertida en una de las marinas más relevantes de Europa, que casi triplicó la cifra de habitantes del municipio y que en verano concentra a unas 80.000 personas. El proyecto de Arpa Batlle, que supuso urbanizar las marismas de la costa, arrancó a mediados de la década de 1960 no sin polémicas en las que participaron el Ayuntamiento y algunos propietarios de terrenos por recalificar.

Tras una intensa campaña inicial de promoción por Europa, Empuriabrava tiene hoy cerca de 15.000 viviendas declaradas, muchas de ellas habitadas por alemanes con el velero anclado a la puerta de su casa. El 10% de la superficie de la urbanización la constituyen canales y puertos.

Miquel Arpa estaba considerado uno de los empresarios más importantes de Girona y era dueño, además de numerosas propiedades, de una constelación de sociedades en distintos sectores. Pero, junto con el náutico y el maderero, el inmobiliario fue su fuerte, y sus proyectos despertaron controversia en más de una ocasión. Un caso claro fueron los planes, con su cuñado Fernando Villalonga, para reconvertir el área de Montjuïc, en Girona, una obra que representaba acabar con la situación de barraquismo del lugar para convertirla en la zona residencial de lujo. La última de 800 barracas, habitadas por 5.000 personas, cayó en 1971.

El empresario también era propietario del hotel Cap Sa Sal y hace pocos años había vendido a una empresa holandesa el Castell d'Empordà, cerca de La Bisbal, que hoy ya funciona como hotel de lujo. Uno de los últimos proyectos, por terminar, era construir otro hotel de 113 habitaciones en el castillo de Sant Julià de Ramis. El Ayuntamiento del pueblo no veía con buenos ojos una obra presupuestada en 4,5 millones de euros (750 millones de pesetas). El trabajo de Arpa como promotor cruzó el Atlántico hasta Miami, donde proyectó una urbanización.

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