Pedro Sánchez: todos los órdagos del presidente
El líder del PSOE cambia el paso de sus competidores con una nueva apuesta a todo o nada. No es la primera vez que decide nadar a contracorriente
Mariano Rajoy presenció dos funerales políticos de Pedro Sánchez antes de que este le arrebatara el Gobierno en la moción de censura de junio de 2018, posterior a la sentencia del caso Gürtel. El primero fue el 1 de octubre de 2016, cuando Sánchez dimitió como secretario general del PSOE al constatar que no tenía el apoyo del partido en su decisión de impedir la investidura del líder del PP, que llevaba 10 meses con un Gobierno en funciones ante la inexistencia de mayorías en el Congreso. El segundo, a finales de ese mismo octubre, cuando renunció a su acta de diputado y anunció: “A partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España para escuchar a los que no han sido escuchados. A los militantes”. Aquellos fueron los primeros órdagos de Sánchez, un economista nacido en año bisiesto, 1972, afiliado al partido del puño y la rosa desde 1993, y que iba a especializarse en un área muy concreta de la política: la supervivencia.
Mayo de 2017: primarias contra el aparato
Tenía 45 años y al aparato del PSOE en contra, pero en mayo de 2017, ocho meses después de su dimisión, Pedro Sánchez se impuso a la favorita en las primarias del partido, Susana Díaz, con más de un 50% de los votos. “Mañana empieza todo”, prometió. En Manual de resistencia, el libro —mitad memorias, mitad ajuste de cuentas— que publicó en 2019, Sánchez asegura que hubo días en los que pensó en “dejarlo todo”; que “desde el principio” había tenido la sensación de ser “un intruso” en su propio partido, que no lo tomaban en serio. Pero intuyó que las bases estaban lejos de la cúpula, que no aceptaban la investidura de Rajoy, y, en aquel momento, acertó. Un año después de las primarias, en junio de 2018, se convirtió en presidente del Gobierno tras la moción de censura contra el entonces líder del PP, quien dejó la política cuatro días después. En ese duelo de resistentes, también se impuso Sánchez.
Abril de 2019: elecciones anticipadas tras la foto de Colón
Llevaba apenas ocho meses gobernando cuando, en un movimiento arriesgado, similar al del lunes, Pedro Sánchez convocó elecciones anticipadas para el 28 de abril de 2019, lo que suponía hacer campaña en plena Semana Santa —ahora será en pleno verano—. El PSOE acababa de perder uno de sus principales feudos, la Junta de Andalucía, donde el PP logró gobernar con Ciudadanos y Vox irrumpió con 12 de los 109 diputados; el Gobierno no había conseguido sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado por el rechazo de las fuerzas independentistas, y unos días antes se había producido la célebre foto de Colón, en la que los entonces líderes del PP y de Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera, se habían unido al presidente de Vox, Santiago Abascal, en un frente contra Sánchez que congregó a decenas de miles de personas en la plaza madrileña.
“El tiempo de Sánchez ha acabado. Hoy empieza la reconquista”, proclamó Casado, el primer presidente del PP elegido en primarias, quien caería derrocado por su propio partido apenas tres años después. Pero el líder socialista volvió a ganar aquella apuesta a todo o nada: el PSOE venció en las elecciones de abril, con dos millones de votos más que en 2016, y el PP obtuvo el peor resultado de su historia: 66 diputados. “Hemos demostrado al mundo”, dijo entonces Sánchez, “que se puede ganar a la reacción y a la involución”.
Noviembre de 2019: la primera apuesta fallida
El PSOE había ganado claramente las elecciones de abril con 123 diputados, pero le faltaban 52 para la mayoría absoluta. Las tormentosas negociaciones con Podemos, incluyendo la famosa frase de Sánchez de que no podría dormir tranquilo con miembros del partido de Pablo Iglesias en su Gobierno, se extendieron durante meses y finalmente derivaron en la repetición de los comicios en noviembre. Los socialistas esperaban obtener una mayoría más amplia que desbloqueara la política española, pero esta vez el órdago falló: el PSOE perdió tres escaños, el PP pasó de 66 a 88 y Vox se convirtió en la tercera fuerza parlamentaria, con 52. Tras los meses previos de negociaciones infructuosas, Sánchez e Iglesias firmaron en apenas 48 horas un acuerdo para gobernar en coalición, justo lo que el líder socialista había tratado de evitar con la repetición electoral.
Mayo de 2023: el penúltimo envite
El presidente del Gobierno decidió seguir desde La Moncloa y no en la sede del PSOE los resultados de las elecciones autonómicas y municipales del domingo, 28-M. Mientras el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, comparecía exultante en el balcón de la sede de Génova para celebrar el vuelco electoral y anunciar el cambio de ciclo político, Sánchez se refugiaba en palacio. Pero, apenas unas horas después de la debacle, el líder socialista ha vuelto a cambiar el paso de sus competidores con una nueva y arriesgadísima apuesta a todo o nada: el adelanto electoral de las generales al 23 de julio. De entrada, la jugada anula el estribillo del PP, que llevaba meses asegurando que Sánchez se había atrincherado en La Moncloa, y opaca el espectacular triunfo de los populares en las autonómicas y municipales, que pasan a ser riguroso ayer. Además, fuerza al desmovilizado electorado de izquierdas a decidir, tras la victoria del combo de la derecha, la tradicional (PP) y la ultra (Vox), si va a permitir que la ola de cambio en autonomías y municipios llegue también a La Moncloa. Sánchez lanza su penúltimo órdago metiéndose en una piscina aparentemente con poca agua. El autor de Manual de resistencia vuelve a nadar a contracorriente.
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