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La mitad de las personas sin techo de Barcelona han sufrido agresiones físicas o verbales

Arrels, entidad dedicada a la atención de personas que viven en la calle, cifra el colectivo en al menos 1064 individuos

Josep Catà Figuls
Arrels personas sin hogar
Una persona sin hogar atiende a dos educadores de Arrels, en una imagen de archivo.Gianluca Battista (EL PAÍS)

La fundación Arrels ha publicado este martes los resultados de una encuesta realizada en las calles de Barcelona a mediados de junio. Arrels contabilizó 1.064 personas sin hogar en la ciudad, una cifra algo menor a la registrada hace un año (cuando, saliendo del confinamiento, se contaron 1.239 personas). La fundación lo explica por la disminución de la movilidad y el cierre de fronteras a causa de la pandemia, y también por la conversión de algunas plazas habitacionales de emergencia en plazas estables. Pese a esta reducción, la cifra sigue siendo muy alta, y preocupan otros aspectos de la encuesta, como que el 46% de los encuestados dice haber sufrido agresiones físicas o verbales, o que el 27% ha empezado a vivir en la calle a raíz de la pandemia.

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La crisis que ha llegado con la pandemia está ahondando la situación de vulnerabilidad de las personas con más privaciones. También en el caso de las personas sin hogar. La fundación Arrels alerta en un comunicado que la cifra de personas que viven en las calles de Barcelona sigue siendo muy alta pese a la tímida reducción con respecto al conteo del año pasado. El recuento de este año es de 1.064 personas, aunque la fundación lo eleva a 1.100 al haber personas que se esconden y no quieren ser identificadas, o duermen en zonas boscosas donde es difícil acceder. “El descenso [con respecto a junio de 2020, cuando se contabilizaron 1.239 personas] tiene que ver en parte con la disminución de la movilidad de las personas a causa de la pandemia y con el cierre de fronteras. Y también con la conversión de algunas plazas de emergencia en plazas estables. Pero no nos podemos relajar”, destaca el director de la fundación, Ferran Busquets.

La encuesta, realizada la noche del 10 de junio pasado con más de 500 voluntarios que recorrieron casi todos los barrios de la ciudad, se hizo a partir de preguntas a 289 personas que viven en la calle. De esta muestra se deriva que nueve de cada diez personas sin hogar son hombres, un 6,9% son mujeres, y un 1,7% son hombres o mujeres trans. El número de mujeres en situación de sinhogarismo ha bajado con respecto a recuentos anteriores, y la fundación considera que es fruto de los recursos específicos del Ayuntamiento y entidades para este colectivo.

Siete de cada diez personas sin hogar son de origen extranjero, y un 17% de las personas entrevistadas han hecho una solicitud de asilo en España. La fundación calcula que el 20% de las personas sin hogar en Barcelona se encuentra en una situación de vulnerabilidad elevada, y un 49%, en una vulnerabilidad media. De media, las personas entrevistadas tienen 43 años y llevan cuatro años y ocho meses en la calle.

El director de la fundación alerta de que el 46% de los encuestados dicen haber sufrido agresiones físicas o verbales, un 6% más que hace dos años. “Es un indicador muy preocupante y seguramente, la punta del iceberg. La mayoría de las personas que viven en la calle lo normalizan y no suelen denunciar ni explicar situaciones de agresiones”, destaca en un comunicado.

La pandemia, al dejar sin ingresos a una parte importante de la sociedad, ha llevado, en algunos casos, hasta las últimas consecuencias a personas que no se lo imaginaban. De la muestra encuestada se deduce que el 27% de las personas sin techo vive en la calle desde hace un año o menos, es decir, que han empezado a dormir al raso a raíz de un contexto pandémico. La fundación destaca el dato positivo de que dos de cada diez personas sin hogar se ha vacunado de la covid 19, un porcentaje que va en aumento en las últimas semanas porque se está inoculando la vacuna a este colectivo desde diferentes centros, entre ellos, Arrels. La fundación recuerda que este colectivo tiene una esperanza de vida, de media, 20 años menos que la del conjunto de la población, y que en la mayoría de los casos tienen una salud frágil. “[La de la vacunación] es una buena noticia porque hasta ahora no se había tenido en cuenta a las personas sin hogar como un grupo prioritario a proteger”, señala el comunicado. La encuesta muestra que el 59% afirma tener un estado de salud delicado, y que el 19% acarrean enfermedades crónicas.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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