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Una galería inclinada de 5.2 kilómetros para poner al día la mayor mina de Cataluña

ICL inaugura la rampa de la mina de Cabanasses (Barcelona) que desciende hasta 900 metros de profundidad tras nueve años de obras

Josep Catà Figuls
Interior de la rampa de la mina de Súria

La comarca del Bages ya ha completado su Sagrada Familia. Las obras de la rampa de la mina de potasa de Cabanasses, en Súria (Barcelona), finalizaron en abril y la infraestructura se inuguró este viernes con la presencia de casi todas las personalidades que han tenido algo que ver en este proyecto faraónico cuya construcción ha durado nueve años. La rampa se adentra 5,2 kilómetros en la montaña, hasta los 900 metros de profundidad. “Un túnel del Cadí hacia abajo”, en palabras de Carles Aleman, presidente de ICL Iberia, la empresa minera de matriz israelí que gestiona la explotación. La infraestructura forma parte del llamado plan Phoenix de la compañía, que, presionada por la competencia de mercado y por motivos ambientales en la justicia, ha invertido más de 500 millones de euros en un plan de reconversión industrial.

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La relación entre el Bages y la minería inició hace ya un siglo, cuando se descubrió que en las montañas había potasa y se permitió su explotación. Centenares de familias de los pueblos colindantes han vivido desde entonces de las minas, generación tras generación. Pero el desarrollo del mercado global y la necesidad de hacer sostenible esta actividad ha tenido durante años a todos los trabajadores en vilo. “Esta inauguración conecta el presente de este país que quiere seguir siendo industrial con los orígenes industriales del país”, ha remarcado el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, presente en el acto. Su abuelo, de Súria, trabajó más de 25 años en la misma mina en la que el vicepresidente ha inaugurado la nueva rampa.

A finales de los noventa, las minas de la comarca pasaron a ser privadas y se constituyó la empresa Iberpotash, ahora conocida por el nombre de su propietaria, la compañía israelí ICL. Esta empresa gestionaba dos explotaciones: la de Cabanasses (Súria) y la de Vilafruns (Sallent). Por la competencia en el mercado y los altos costes de la minería, la compañía determinó que debía llevar a cabo una reconversión industrial, que pasaría por concentrar toda la actividad en Súria y cerrar gradualmente la mina de Vilafruns.

Esto solo se podía hacer si se cumplían varias condiciones: mejorar la comercialización de la sal —el residuo que queda tras la extracción de la potasa, y que, obligada por la Justicia, ICL ya no puede seguir vertiendo en la montaña de sal del Cogulló y tiene que buscarle una salida—; mejorar la logística; y construir una gigantesca rampa que conectase las profundidades de la mina de Súria con la planta de tratamiento. El objetivo de esta infraestructura es extraer de forma mucho más eficiente y rápida los minerales que antes, cuando se sacaban verticalmente. En la construcción de la rampa han trabajado un centenar de empresas y 700 trabajadores. Tiene una inclinación media del 19% (con puntas del 21%), y por ella, a través de una cinta transportadora que sale de la mina hasta la planta de tratamiento en Súria, se extrae el doble de material que antes, hasta llegar al millón de toneladas de potasa al año. Además, se elimina el traslado del mineral en camión, lo que reduce emisiones contaminantes y evita el tránsito de 800 viajes diarios por la zona urbana. La construcción de la rampa, explica la compañía, también aumenta la ventilación de la mina y permite el acceso de vehículos rodados (antes debían montarse y desmontarse para bajar por el pozo).

La nueva infraestructura deberá compensar el cierre de la mina de Vilafruns. Esta explotación en Sallent se cerró en julio del año pasado, antes de lo previsto por la muerte de dos trabajadores que propició una huelga y críticas al plan de la empresa. ICL integró a los trabajadores de Vilafruns (en la que solo queda una decena de personas en tareas de mantenimiento) a la mina de Cabanasses y, tras plantear un ERE para un centenar de personas al aumentar la plantilla de la mina, lo acabó retirando tras la presión de los sindicatos, aunque sí se quedaron sin trabajo los empleados de la empresa subcontratada en Vilafruns, Montajes Rus. Los sindicatos estaban presentes también en la inauguración de la rampa. “Tenemos que darle un voto de confianza, aunque sigo viendo difícil que se pueda compensar toda la actividad de Vilafruns con la rampa de Cabanasses”, explica un delegado del comité de empresa. En un comunicado, el sindicato CC OO ha valorado positivamente la finalización de la obra “pese al importante retraso”, pero recuerda que se tienen que desarrollar los otros aspectos del plan para la minería sostenible.

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Para el plan Phoenix, que se aprobó en 2011 (las obras de la rampa empezarían un año después), ICL ha desembolsado en conjunto 500 millones de euros. Además de la rampa, el plan incluye una nueva terminal portuaria en Barcelona para mejorar la logística, y una nueva planta de tratamiento de sal, con la adecuación del colector de salmuera, una infraestructura hidráulica necesaria para dar salida a los residuos salinos. “En 2027 conseguiremos tratar toda la sal sin dejar residuos”, ha señalado Aleman, que ha destacado que la compañía ya prepara nuevos planes de inversión para la digitalización y la electrificación de varios elementos de la mina.

En el acto de inauguración han participado, además de Puigneró, la consejera de Presidencia, Laura Vilagrà; los exconsejeros de Territorio Damià Calvet, Josep Rull y Lluís Recoder; el director general de Industria y Pymes del Gobierno, Galo Gutiérrez; y el alcalde de Súria, Albert Corberó.

Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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