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Solo en Barcelona hay 70 asentamientos como el del incendio de Badalona

La urbanización de los solares acorrala estos campamentos y la capital los expulsa a la periferia

Clara Blanchar
Un asentamiento irregular en el distrito de Sant Martí, en 2017.
Un asentamiento irregular en el distrito de Sant Martí, en 2017.Joan Sánchez

El incendio de la nave ocupada en el barrio del Gorg de Badalona podría haber pasado en otros puntos del área de Barcelona: la capital, L’Hospitalet o, más lejos, Sabadell y Terrassa, todos municipios donde explica que interviene la Creu Roja. Solo en la capital hay 70 asentamientos que albergan a 400 personas, reconoce el Ayuntamiento. Hay campamentos en naves industriales, pero también en locales cerrados o en solares pendientes de construir.

Y se concentran en el distrito de Sant Martí, en el barrio del Poblenou, el que más naves y solares vacíos acumula cerca de barrios a los que los habitantes de estos poblados ―muchos de origen subsahariano, pero también de países del Este o incluso personas locales sin hogar―, que acuden a buscar chatarra o cualquier objeto que puedan vender. La Ley de Extranjería y la situación irregular en la que vive la mayoría de ellos les impide entrar en el mercado laboral legal.

Solo en el entorno de la plaza de les Glòries, llamada a ser una de las nuevas centralidades de la ciudad y donde se invierte una millonada en un túnel para soterrar la Gran Via, ha habido y han desaparecido varios asentamientos sucesivamente. Ahora hay siete campamentos. Tres están en la parte alta, tocando a Consell de Cent y Dos de Maig, cerca de lo que eran los Encantes, y los bomberos este año ha acudido varias veces a sofocar incendios. Los otros cuatro están en la parte baja: Meridiana o las calles de Santander o Joan d’Àustria. De estos, dos son al aire libre, con chabolas hechas de madera y delante del Teatre Nacional y los Encants. Llevan más de un año y crecen cada día que pasa.

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No son, con todo, asentamientos con centenares de personas como los que hubo hace años en la ciudad. En 2012 había 62 enclaves con 735 personas, según el Consistorio. Desde entonces, la cifra de espacios ha oscilado (entre 28 y 71), pero ha caído la de sus ocupantes hasta 400 personas. Atrás han quedado grandes campamentos en enormes espacios. El que hubo en los edificios de los antiguos cuarteles de Sant Andreu llegó a albergar a 600 personas en 2003. Dentro, los habitantes se habían organizado por zonas de origen (subsaharianos, gitanos del Este de Europa, galaicoportugueses, personas llegadas del Este) y tenían hasta puestos de comida y un dispensario. O los que se localizaban en las naves de la fábrica Oliva Artés, donde había caravanas hasta un segundo piso. Otro asentamiento multitudinario fue el de la calle de Puigcerdà, desalojado en 2013.

Fue entonces cuando el alcalde Xavier Trias creó la Oficina del Plan de Asentamientos Irregulares (OPAI). Desde entonces el Consistorio tiene un censo actualizado de los asentamientos. Actúa cuando detecta menores entre sus habitantes o ante emergencias: incendios o desalojos. “Pero no se ha afrontado la solución estructural del drama, que sobrepasa a cualquier Ayuntamiento y sus servicios sociales y choca con la realidad de la Ley de Extranjería”, afirma un experto que había trabajado en el Consistorio, ya con Ada Colau en la alcaldía. Este jueves, el Ayuntamiento ha centralizado cualquier declaración al respecto en el teniente de alcalde de Seguridad, Albert Batlle. Solo ha facilitado datos: “70 asentamientos, 400 personas y ninguno del tamaño del de Badalona”.

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La Generalitat afirma, desde el Departamento de Asuntos Sociales, que no tiene censo. “Es competencia de los Ayuntamientos”, recuerda una portavoz, que destaca que este año el departamento ha destinado “11,8 millones nuevos para sinhogarismo para que los entes locales abran equipamientos y hagan atención a las personas”.

La progresiva urbanización del Poblenou, o del entorno de lo que será la estación de la Sagrera, expulsa a los campamentos. Primero los reduce en tamaño y cuando la piqueta ahoga, se trasladan a la periferia. A Badalona, en este caso. De hecho, miembros de la Red de Apoyo a los Asentamientos del Poblenou, prácticamente inactiva, recuerdan que parte de los habitantes de la nave del Gorg proceden de un asentamiento que había en la calle del Maresme. Batlle lo ha negado rotundamente. También en la calle del Maresme fue un incendio lo que acabó con el asentamiento. Son fuegos que se declaran bien porque la gente de los asentamientos pincha la luz para iluminar o para calentarse. O directamente porque encienden hornillos para cocinar u hogueras cuando hace frío.

El Ayuntamiento de Badalona no ha facilitado datos sobre la magnitud del problema en la ciudad. Fuentes del anterior ejecutivo aseguran que en el mandato pasado las personas que vivían en naves no pasaban de 60. Y que “se trabajó con Cruz Roja, equipos de servicios comunitarios de los Mossos y entidades intentando dar recorrido a estas personas”. Desde Cruz Roja, su coordinador provincial en Barcelona, Ramon Jané, explica que no tienen datos de asentamientos, pero confirma que “en el entorno metropolitano y sobre todo en grandes ciudades esta problemática comienza a emerger”. En concreto, afirma, ellos intervienen en L’Hospitalet y Sabadell y Terrassa, con asistencia humanitaria y trabajo comunitario, como hacían en Badalona, donde también tienen sede.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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