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Ciutadella, la reforma pendiente

La fatal caída de una palmera vuelve a poner en el foco el abandono del gran parque de Barcelona, cuyos planes de reforma nunca se materializan

El Hivernacle del parque de la Ciutadella, uno de los edificios del recinto pendientes de reforma.
El Hivernacle del parque de la Ciutadella, uno de los edificios del recinto pendientes de reforma.Albert Garcia (EL PAÍS)
Clara Blanchar

La fatal caída, el martes, de una palmera del parque de la Ciutadella de Barcelona que mató a un hombre, ha puesto el gran parque de la capital catalana en el foco. El espacio se degrada año tras año. Cuando un lugar de una ciudad aparece en todas las elecciones y en los programas electorales de todos los partidos políticos es que vamos mal. Que está pendiente. Que pasan los mandatos, los alcaldes y los colores políticos y nadie lo soluciona: cuando gobiernan anuncian planes; cuando están en la oposición, critican que el que manda no hace nada.

La pandemia del coronavirus obligó a cerrar los parques durante tres semanas e interrumpir cualquier mantenimiento que no fuera urgente. Al reabrir, el esplendor y desparrame verde de la Ciutadella, como del resto de parques de la ciudad, fue aplaudido por algunos, y criticado por otros. El cierre nada tiene que ver con la desconcertante caída de la palmera, sostiene el Gobierno de la alcaldesa Ada Colau, que está analizando el ejemplar para saber qué ocurrió. Pero el incidente sitúa en primera línea la degradación paulatina de un espacio que ya denunciaban lectores de este diario hace una década en cartas al director.

Además de central y con una carga histórica de considerable calibre (fue construido a finales del siglo XIX y se convirtió en el primer parque urbano, además de albergar el primer museo de la ciudad), en la Ciutadella está la principal institución catalana, el Parlament. También funcionan el instituto Verdaguer y el Museo de Geología, sin actividad abierta al público. Mientras, el estado de los edificios del Umbracle (madera, plantas y silencio, una de esas maravillas que esconden las urbes), el Hivernacle (otro singular edificio que tuvo uno de los bares más agradables de la ciudad) y del Castell dels Tres Dragons (en su día alucinante Museo de Ciencias Naturales, hoy pide a gritos una rehabilitación) es lamentable.

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Al Umbracle le falta mantenimiento y los otros dos urgen una reforma y un proyecto que pase de ser un plan sin presupuesto ni calendario en un papel. El recinto alberga también una fantástica ludoteca y una iglesia castrense. Por no hablar, en la periferia, del Zoo, que no atraviesa su mejor momento; y la escuela y el pabellón deportivo públicos, mirando a la estación de Francia.

No hay alcalde que no haya presentado un plan para el parque. En el mandato de Jordi Hereu (PSC) se planeaban usos para el espacio que liberaría la marcha de las especies marinas del Zoo (no ha ocurrido) y abrir el parque a la calle de Wellington y al paseo de Circunvalación. Durante el de Xavier Trias (CiU) se barajó convertir el Castell en un centro de interpretación de la historia del parque o en una Casa del Conte; en el primer Gobierno de Ada Colau (BComú) y durante su breve alianza con el PSC, hablaron de un parque de la ciencia y llegaron a empezar las obras de reforma del Hivernacle.

Para una vez que algo se materializa, la empresa quebró y las obras quedaron a medias. El edificio de hierro y cristal está peor que nunca. En este mandato el Gobierno de la ciudad prometió abordar la reforma y la conexión del parque con el litoral. Por ahora, nada; aunque se faltaría a la verdad si no se explicase que sí han comenzado trabajos de reforma de los jardines del Patio de Armas, el espacio que mira al Parlament.

La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, asegura que la inversión en el verde del parque se mantiene y reconoce que actuar en edificios que son de gran valor patrimonial es muy costoso. “La transformación está muy condicionada por el Zoo y el futuro de la estación de Francia, pero hay consenso en potenciar el parque como espacio de ciencia e investigación y abrirlo al mar”, afirma.

La oposición del Ayuntamiento no tardó el pasado martes en reaccionar al accidente mortal y criticar la situación del parque. El grupo municipal de Junts per Catalunya denunció “el mal estado” del parque y que “no se haga nada”. El PP exigió explicaciones para conocer si había déficit en el mantenimiento. Ciutadans, “medidas de mantenimiento y de cuidado del espacio público”. Y ERC pidió una “revisión exhaustiva del arbolado de la zona”.

Análisis de 500 palmeras en un parque cerrado al público

Los técnicos de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Barcelona comenzaron ayer a analizar el estado de las 500 palmeras que hay en el parque de la Ciutadella, cerrado al público desde el accidente mortal del martes por la tarde. Los técnicos realizaron ayer una inspección ocular de las palmeras y el resto de 2.500 árboles del recinto. En el caso de las palmeras, realizaron pruebas de tensión, que consisten en mover y tirar del tronco, que es flexible, para ver si resisten el movimiento.

La palmera que el lunes se partió por el tercio superior no estaba aparentemente enferma ni dañada, explicó el gerente de Medioambiente, Frederic Ximeno. Los técnicos analizan ahora su interior, que al contrario que los troncos de madera de otros árboles, está compuesto de un material fibroso y flexible. El ejemplar que se partió había sido inspeccionado por última vez hace dos años a finales de 2018, según consta en la ficha del plan de riesgos del arbolado de la ciudad, compuesto por 230.000 árboles.

Entre las hipótesis que barajan los técnicos sobre las causas de la caída figura la posibilidad que tuviera algún hongo no visible o que sufriera algún daño durante el temporal Gloria de enero pasado. Las dos palmeras hermanas de la que se rompió están en buen estado.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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