La bici se abre paso en el reino de los coches
Barcelona avanza en carriles bici y espacios para peatones en vistas al desconfinamiento
Barcelona cuenta desde ayer con un nuevo carril bici. Un kilómetro, señalizado en color amarillo, que se añade a una red de más de 200 y que no sería noticia si no fuera porque está en una de las grandes arterias en dirección montaña-mar de la cuadrícula del Eixample, la calle de Pau Claris; y porque las obras se han ejecutado en tiempo meteórico: solo ocho días y con urbanismo táctico (ni un gramo de cemento, solo pintura en el suelo). “Trabajamos la semana pasada de lunes a sábado y este lunes y martes”, explicaban ayer los operarios mientras retiraban las vallas que mantenían cerrado el espacio.
Los primeros ciclistas y usuarios de patinetes eléctricos bajaban calle abajo y se topaban con alguna furgoneta aparcada sobre el carril, que no está segregado del tráfico. Con la novedad llegaban también los primeros timbrazos de coches o transportistas poco contentos con la pérdida de espacio.
El carril de Pau Claris ocupa un carril que hasta la semana pasada era para coches y es uno de los 21 kilómetros nuevos itinerarios ciclables que anunció hace tres semanas la alcaldesa Ada Colau. Una medida que persigue ganar espacios para trayectos seguros en bicicleta (representa movilidad individual y permite respetar distancias sanitarias) en vísperas al desconfinamiento tras la crisis del coronavirus.
Y todos ellos se hacen a costa de tráfico, eliminando carriles de circulación. En las calles donde hay aparcamiento, la hilera de coches estacionados se mueve hacia el centro de la calzada y sirve para proteger el carril bici, que se pinta pegado a la acera (es el caso de Indústria o Castillejos); si no hay aparcamiento, la vía para bicicletas ocupa el lugar opuesto al carril bus (Mallorca, Pau Claris o Roger de Llúria).
El plan de mejora de la movilidad segura para la ciudad post-covid contempla además pacificar 12 kilómetros de calles, ganando espacio al coche ensanchando aceras, como ya ha ocurrido en Consell de Cent. Y también cortar una parte de los laterales de la Gran Via y la Diagonal, una medida anunciada pero todavía pendiente. Todas las actuaciones se pintan en amarillo, un color que suele avisar de obras provisionales, pero que en este caso, explican fuentes municipales, busca seguir la estela de las actuaciones tácticas en supermanzanas como las del entorno del mercado de Sant Antoni.
Más allá de Pau Claris abierto la habilitación del resto de carriles bici también van rápida. Está casi terminado el de Roger de Llúria. El de la calle de València está hecho desde la calle de Tarragona hasta paseo Diagonal. Ayer comenzaron los trabajos de Castillejos e Industria. Y no han empezado el de Creu Coberta y Gran Via entre Aribau y paseo de Gràcia.
Mientras, también se ha ejecutado la pacificación de Consell de Cent entre Urgell y paseo de Gràcia. Esta es una intervención que consiste en eliminar dos carriles de tráfico y estaba prevista antes de la crisis del coronavirus y comenzó ensanchando las aceras a costa de un carril de tráfico a la altura del instituto del solar de Germanetes (entre Viladomat y Borrell). El resultado todavía no atrae a paseantes ni a familias con niños. En cambio, en cada tramo hay una o dos furgonetas mal aparcadas. Y no hay señalización que explique la obra. Ayer, Sara paseaba con sus dos hijos en patinete y explicaba que ni siquiera se había fijado. “No me da seguridad que ellos niños jueguen tan cerca de los coches”, afirmaba.
Ecologistas y vecinos piden “confinar los coches”
Entidades ecologistas, movimientos por el clima y la movilidad sostenible y asociaciones de vecinos de varias ciudades catalanas han lanzado una campaña que bajo el lema Confinemos los coches, recuperemos la ciudad pide que la vuelta a la normalidad tras la crisis de la covid-19 se produzca “con una reducción drástica del uso del vehículo privado”. La campaña, lanzada con un vídeo en las redes sociales, reclama un plan de choque de conversión de calzadas para dar prioridad a peatones, bicicletas y transporte público “para avanzar hacia ciudades post confinamiento” más saludables contra el virus y ambientalmente.
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- Pinche aquí para suscribirse a la newsletter diaria sobre la pandemiaaban de reabrir. “Los clientes lo notarán porque estarán más lejos de los coches, será más agradable”, aseguraba Adriana del establecimiento Coffe and Bread. Y Paola caminaba por la calzada con un carrito de bebe: “Estoy entusiasmada, vivo en un quinto en la calle y estaba pensando en cambiarme de casa, era un horror el ruido, y se nota un montón”.
Además de la indisciplina de las furgonetas aparcadas en la flamante zona peatonal, el Ayuntamiento tampoco ha comenzado, cuentan los vecinos, la campaña para sacar motos de las aceras, la fórmula más rápida para ganar espacio para peatones.
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