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Barcelona aplaza inversiones para afrontar la factura de la crisis

El gasto corriente extraordinario sube en 10 millones de euros y la recaudación tributaria cae en 200 millones

Colau, entre Collboni, Maragall y Artadi, al presentar el acuerdo de presupuestos.
Colau, entre Collboni, Maragall y Artadi, al presentar el acuerdo de presupuestos.Albert Garcia
Clara Blanchar

El gasto extraordinario que está suponiendo y supondrá la crisis del coronavirus para una administración como el Ayuntamiento de Barcelona (10 millones de euros el primer mes), sumado a un escenario de caída de ingresos por los impuestos que se aplazan o se dejarán de cobrar (200 millones), abocará al consistorio a revisar el presupuesto municipal. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau lo tiene asumido y, aunque la caída de ingresos es todavía provisional y no se sabe a cuánto acabará ascendiendo el gasto social extraordinario, tiene claro que habrá que reducir o aplazar las inversiones previstas.

La alegría por unas cuentas expansivas, el que era el presupuesto más alto de la ciudad, que había alcanzado los 3.000 millones de euros, habrá durado poco. Hace días que los responsables de las cuentas municipales, además de atender la emergencia, echan mano de la calculadora para cuantificar la factura de la crisis. Hace unos días el primer teniente de alcalde de Economía, Trabajo, Competitividad y Hacienda, Jaume Collboni, hablaba de un número “significativo”. El jueves pasado la alcaldesa Ada Colau le puso cifra: 200 millones, un 6,6% de los ingresos previstos. “El de 2020 era un presupuesto expansivo, crecía un 10% y recuperaba el pulso de la inversión”, lamenta Collboni sobre el nuevo escenario. “Habrá que reorganizar prioridades en el gasto”, avisa Colau.

El concejal de Presupuesto, Jordi Martí, entiende que más allá de la fiscalidad local, “el riesgo” en el capítulo de ingresos “está en lo que haga el Estado, si mantiene las aportaciones a los ayuntamientos”, y recuerda que en última instancia depende de decisiones de las instituciones europeas. De entrada, pide que si el Estado puede flexibilizar su déficit, gastar algo más de lo que tienen, puedan hacerlo también ayuntamientos saneados como es el de Barcelona. “Si nos permiten endeudarnos, lo devolveremos con el superávit que hemos demostrado que generamos”, dice.

No hay que ser un experto en finanzas municipales para ver por dónde caerán los ingresos y en qué habrá que gastar más. “Hay un gasto en compras de material, el coste indirecto de horas de personal, habrá que reforzar ayudas sociales, haremos planes de inserción laboral, módulos para sectores que necesitarán más mano de obra, como el sanitario, servicios sociales, reparto…”, indica Collboni. Y, prosigue, caen los ingresos derivados de la actividad económica y el turismo: “Hemos suspendido o aplazado algunos precios públicos, la tasa de terrazas, la turística, y en Barcelona el turismo supone un 15% del PIB y genera 150.000 empleos directos”.

“Se sufrirá”

La concejal de Hacienda, Montserrat Ballarín, admite que “se sufrirá” por la caída de recaudación tributaria. Pero recuerda que buena parte de los impuestos municipales son “inelásticos”, como el IBI, que pesa mucho en la recaudación y que se ha aplazado, pero se cobrará en julio, u otros impuestos también aplazados “para que no sea problema para nadie”. “Pero sea como sea, esta crisis impactará”, y se refiere a otras fuentes de ingresos como las licencias de obras o las plusvalías por la compraventa de pisos o edificios. Ballarín apunta además que la caja tiene una “doble presión: la de sectores económicos que piden condonaciones y la del gasto social para no dejar nadie atrás”.

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El primer teniente de alcalde subraya otra cuestión compleja: si a la hora de afrontar la emergencia sanitaria y social hay consenso político; en el frente económico “no tanto, porque tienes actores distintos (sindicatos, patronales, gremios) y además necesitas apoyo interno si hay que llevar propuestas a votación”. Vale la pena recordar que los comunes y el PSC lograron aprobar las cuentas de 2020 con los votos de 33 concejales (con ERC y Junts per Catalunya).

Y en este punto aflora la clave: “La inversión será lo que saldrá más afectado, habrá que priorizar las más críticas y las más intensivas en mano de obra”, afirma Ballarín sin entrar en detalle. En el presupuesto aprobado las inversiones alcanzaban un récord, con 600 millones de euros. Collboni, con todo, se muestra convencido de que la economía está en mejor forma de lo que estaba en 2008. “Si hacemos lo que tenemos que hacer podremos limitar el sufrimiento y salir de esta en forma de u y no de uve. La economía está mejor, hay dinero y la banca no está apalancada”, confía.

Microcréditos urbanos

El concejal de Presupuesto del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Martí, propone, para ayudar a la pequeña economía local, que se habilite a los grandes ayuntamientos a prestar pequeños créditos, “microcréditos urbanos” de la mano de otras entidades como el Instituto Español de Crédito o su homólogo en Cataluña, el ICF. “No estamos hablando de grandes cantidades, sino de 20.000, 15.000 o incluso 5.000 euros, que pueden salvar una pequeña librería o un pequeño comercio de barrio. Se trata de que la sacudida no liquide empresas”, resume.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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