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El PP se abraza al Supremo, Sánchez confía en instancias más altas

El presidente cree que se acabará probando la inocencia del exfiscal, mientras Feijóo le espeta: “Usted es el único de la cuadrilla que sigue en libertad”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control en el Congreso, este miércoles. Foto: Samuel Sánchez

Hay nueva fiscal general del Estado, pero el PP ni la citó este miércoles en la sesión de control al Gobierno. Los populares prefieren seguir hablando del antiguo, el dimisionario Álvaro García Ortiz, al que ya llamaban “delincuente” antes de la condena del Tribunal Supremo y ahora lo ratifican elevando el énfasis en la voz. Alberto Núñez Feijóo sacó pecho frente a Pedro Sánchez de un fallo judicial que su partido exprime como un triunfo político. Y aún espera más el líder de la oposición del alto tribunal: el posible encarcelamiento este jueves del exministro y ex secretario de organización del PSOE José Luis Ábalos. Así transcurre la refriega política, mientras los miembros del tribunal que condenó a García Ortiz se toman su tiempo para explicar las razones que justifican tal decisión y —según revelación de elDiario.es— se distraen impartiendo cursillos en el Colegio de Abogados de Madrid, la entidad que presentó la primera querella contra el ex fiscal general.

El laboratorio de Génova le había preparado un titular a Feijóo para culminar el duelo parlamentario semanal con el presidente. Aprovechando que se acaba de estrenar la serie televisiva Anatomía de un instante, basada en el libro de Javier Cercas sobre el 23-F y rodada en el hemiciclo del Congreso, el líder del PP iba a describir a Sánchez y su circunstancia como “anatomía de un farsante”. Se lo impidió un tropezón: en el último momento, se trabó, tuvo que tragar saliva y pedir disculpas, rebasó el tiempo tasado y, cuando pronunció las palabras, ya le habían cortado el micrófono. No hay ocasión que deje pasar Sánchez para tratar con displicencia al líder del PP. Y se regodeó: “Entre sus virtudes no está la de ser un buen parlamentario”.

Feijóo se alzó como defensor del Supremo frente a un Sánchez que, según él, acusa al tribunal de mentir cuando discrepa de la condena al exfiscal. A la vez que se anotaba el tanto de la caída de García Ortiz, el líder del PP afeaba al Gobierno que la rechace cuando aún no se conoce la sentencia. “Usted solo está aquí de cuerpo presente, la mente la tiene a las puertas del Tribunal Supremo a ver lo que ocurre mañana”, insistió. Pareció anticipar que Ábalos y su antiguo asesor Koldo García serán encarcelados al advertir al presidente: “Usted es el único de la cuadrilla que está en libertad”.

Como viene haciendo desde la pasada semana, el jefe del Ejecutivo evitó cualquier palabra que pudiese sonar como una crítica frontal al Supremo. Lo que no le impidió reiterar su discrepancia con la condena y su confianza en que será corregida en instancias superiores, se supone que el Constitucional o incluso la justicia europea. “El tiempo pondrá las cosas en su sitio”, aventuró. Descendiendo más al detalle, el presidente proclamó que su Gobierno está del lado de la “verdad” de los periodistas que en el juicio exculparon a García Ortiz de la filtración que le llevó al banquillo frente a las “mentiras” de Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de la presidenta madrileña. Sánchez, por supuesto, también traía su etiqueta en busca de titular. Acabó proclamando que Feijóo ha suscrito una suerte de contrato fáustico: “Obediencia ciega” a Isabel Díaz Ayuso.

Mientras focalizaba todo su discurso en los asuntos judiciales, Feijóo recriminaba a Sánchez con la tesis de que esos problemas le impiden ocuparse de lo que de verdad importa, “la cesta de la compra, la inmigración o la pobreza”. Fue como un anuncio del cambio de guion en la portavoz popular, Ester Muñoz, quien, ante la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, abandonó su papel de azote de corruptelas para acercarse al supermercado y denunciar el aumento de precios de productos básicos. De lo que no se privó Muñoz fue de llamar “déspota” a Sánchez. Su compañero Elías Bendodo sí transitó por el camino más trillado ante Montero. Y en este duelo de andaluces se encontró con el contragolpe previsible, el que había evitado Muñoz: la trama corrupta del PP de Almería.

Al asunto de la Fiscalía aún le faltaba el clímax. En esas cumbres siempre brilla la estrella de Miguel Tellado. Lo más suave que dijo el secretario general del PP en sus dos minutos y medio fue llamar “la bruja Lola” al ministro de la Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, por haber confiado en la absolución del fiscal general. Lo demás, la retahíla de costumbre, con energía renovada por la condena: García Ortiz “es un delincuente”; el Gobierno, “una organización criminal”… El ingenio de Tellado consigue enhebrar las historias más estremecedoras con independencia de la realidad o de los hechos conocidos. Aseguró, por ejemplo, como si fuese algo incontrovertible, que el propio Bolaños se ha librado del banquillo gracias al borrado del móvil de García Ortiz. O que este seguía “instrucciones de La Moncloa” para actuar contra el novio de Ayuso, pese a que el propio Supremo desechó esa teoría por falta de apoyo probatorio. A tales afirmaciones les faltará base empírica, pero en la bancada del PP despiertan los más encendidos aplausos.

El ministro vio en todo eso una muestra del “salvajismo” verbal del número dos del PP, que de tan repetido, según él, ya no logra sorprender. Lo dijo con cierto rictus de cansancio, que de inmediato dio paso a la ironía: “Va a tener que dedicarse al canibalismo si quiere llamar la atención”. Bolaños prodigó, como viene haciendo, las muestras de respeto al Supremo, dentro de la discrepancia. En vistas de que nadie lo hacía, el ministro presumió de la nueva fiscal, Teresa Peramato, por su trayectoria “impecable e intachable”. El PP siguió ignorándola. Veremos hasta cuándo.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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