La España rural se hace escuchar en Madrid: “A nuestros pueblos solo llegan los desechos”
Cientos de habitantes de pequeñas localidades de todo el país piden igualdad de derechos respecto a las ciudades y visibilidad para los problemas que solo ellos afrontan


“En las zonas rurales tenemos los mismos problemas de las ciudades y además todo esto”, dice Pedro Mesa, vecino de Villarobledo, Albacete, mientras sostiene un gran cartel en defensa de la sanidad pública como medio para evitar la despoblación. Él es uno de los cientos de manifestantes que llegaron este domingo a Madrid desde todas partes de España, en autobús, en coche o en tren, para visibilizar en la capital los problemas que solo ellos sufren. La plataforma Salvemos el Mundo Rural Agredido ha logrado reunir a unos 500 colectivos para protestar por lo que han llamado “los clavos” con los que se está sellando la tapa del ataúd de la España rural. Desde la ganadería industrial y las macrogranjas, hasta los centros de datos y la minería, pasando por amenazas más conocidas como la despoblación y el desmantelamiento de los servicios públicos, el “campo” quiere que se le escuche de una vez.
Mosqueruela, Villafalé o Taragudo son algunos de los nombres de pueblos de la España rural que han estado representados en esta manifestación, cuya afluencia ha sido de 1.500 personas, según la Delegación de Gobierno en Madrid. “Ser pocos no nos resta derechos. Solo pedimos igualdad para todos, como dice en la Constitución. Es sencillo, otra cosa es que nos escuchen”, reclama Ernesto Romeo, coordinador de la plataforma Salvemos el Mundo Rural Agredido.
Para Romeo, el mayor ejemplo del olvido al que están sometidas las zonas rurales son los incendios que ocurrieron durante el verano en varios puntos del país. El fuego arrasó con más de 358.000 hectáreas, la mayoría de ellas pertenecientes a pequeñas localidades como Larouco (437 habitantes), Uña de Quintana (121 habitantes) y Llamas de Cabrera (22 habitantes). “¿Quién va a hablar de los incendios ahora?”, se pregunta Romeo, que señala la falta de planes de prevención frente a estas catástrofes en el medio rural como parte de la gasolina que alimentó las llamas. “Hasta que lleguen los incendios del verano que viene, nadie volverá a mencionarnos”.
Los manifestantes recorrieron las calles desde Atocha hasta Cibeles con carteles en los que se leían las motivaciones de cada colectivo. “El campo es mucho más que un resort de vacaciones”, “Por un ferrocarril público y social”, “Sin mis gallinas, no comes huevos” o “Fuera fondos buitre de nuestras tierras”, han sido algunas de las reivindicaciones que los manifestantes han gritado a viva voz.









En uno de los bloques, medio centenar de habitantes de varios pueblos de Jaén cantaban contra la instalación de paneles fotovoltaicos en sus olivares. Ana Rocío Ruiz, abogada de la plataforma Campiña Norte, apunta que los vecinos no dan crédito a que una zona que cultiva uno de los mejores aceites de oliva del mundo quiera ser destruida para instalar paneles solares. “Estas placas quieren colocarse en una zona de olivares que cuenta con Denominación de Origen Protegida, y que es una de las más productivas del país”, argumenta Ruiz. Según la abogada, hay empresas energéticas interesadas en crear proyectos en varias localidades de la ribera del Guadalquivir, como Lopera, Arjona y Marmolejo. “Hemos emprendido todas las acciones legales que hemos podido y estamos pendientes a las resoluciones, pero en la zona de Marmolejo el proyecto de la empresa ya ha avanzado mucho”, comenta.
“En mi pueblo había un bar, lo tuvieron que cerrar. En mi pueblo había una farmacia, la tuvieron que cerrar. En mi pueblo había un centro de salud, lo tuvieron que cerrar”. Con esa seguidilla, un grupo de vecinos castellanomanchegos continúan mencionando a toda voz lugares que alguna vez existieron en sus localidades y que, al desaparecer, los obligan a trasladarse kilómetros y kilómetros hasta las capitales de provincia para acceder a servicios básicos que cualquier persona debería tener muy a la mano, como la salud. “El hospital de Villarobledo atiende a toda una comarca de 70.000 personas y le faltan muchos médicos”, asegura Pedro Mesa, el vecino del municipio de Albacete.
Mesa habla de cómo en los pueblos el desmantelamiento de los servicios públicos no solo provoca privatizaciones y atascos, como ya sucede en las ciudades, sino también la pérdida directa de habitantes. “La gente se tiene que ir”, dice el vecino, sin más, sobre el fenómeno de la despoblación, que provoca que tan solo el 9% de la población de España viva en el 69% del territorio, que es el que agrupa a los pueblos de menos de 5.000 habitantes.
La lista de problemas que aqueja al medio rural es larga, pero casi todos se conectan por el hecho de que comienzan afectando a las localidades pequeñas y los estragos, antes o después, terminan llegando a toda la geografía nacional. “A nuestros pueblos solo llegan los desechos. Traen toda la basura que no quieren en las ciudades”, asegura Romeo. “No queremos enfrentamientos ideológicos, queremos soluciones. Y que laente del medio urbano también sea consciente de que el medio rural es suyo, tan suyo como de los que viven allí”.
Vecinos de la comarca de El Rebollar, en Castilla y León se quejan de las minas para la extracción litio que se quieren abrir en las inmediaciones del río Águeda, que podrían terminar contaminando las aguas que abastecen zonas agrícolas que producen alimentos para todos, como explica la bióloga Ángela Anta. Los de la Alcarria, la Serranía y La Mancha, en Castilla-La Mancha, protestan por las macrogranjas de cerdos que también contaminan y agotan el agua, y que, como señala María José Peralta, de la asociación Pueblos Vivos, “están enfocadas en producir carne para la exportación, ni siquiera para el consumo nacional”.
Mientras a unos pocos metros, en la plaza de Colón, se alistaba todo para el gran concierto de la cantante Gloria Estefan en las Fiestas de la Hispanidad 2025, con las que Ayuso quiere promocionar Madrid frente al mundo, en el paseo del Prado Concha Cañón y tres amigos tocaban la gaita y el tamboril. “Venimos de pueblos de León y de Guadalajara, y nos unimos a la protesta para visibilizar que cada vez hay menos gente que preserva estas tradiciones”. Cañón, que vive en Villar de Masarife (León, 320 habitantes), sabe que todos los problemas que los manifestantes han visibilizado este domingo también dejan su huella sobre la cultura más local. “Esto alcanza a todos los sitios”, asegura.
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