_
_
_
_

Los castores vuelven a un río Tajo menos contaminado: “Quien los soltó sabía que era un sitio ideal para ellos”

La presencia de estos animales en el cauce desde 2022 es a priori una buena noticia, plantea dudas a expertos y agentes medioambientales por los riesgos que conllevan las sueltas descontroladas

Castores Rio Tajo
Un castor, nadando en aguas del Tajo, en una imagen cedida por Celia García Prendes.

La presencia del castor europeo (Castor fiber) en aguas del Tajo no fue una sorpresa cuando, hace unas semanas, dos investigadores del Centro de Estudios Animales ―una agrupación de profesionales de la zoología que realiza labores divulgativas y de consultoría en esta materia― documentaron su presencia en Galemys. Spanish Journal of Mammalogy, la revista oficial de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos (Secem). El cuerpo de agentes medioambientales de Castilla-La Mancha encontró dos ejemplares muertos en 2022 y 2023, aunque los vecinos de la zona de Almoguera (Guadalajara), en el tramo medio-alto del río, ya les habían mostrado vídeos y fotografías en los que quedaba patente su presencia en estas aguas, menos alteradas por los usos humanos que otras latitudes del río más contaminadas. El agente que se halló el cuerpo del castor flotando en aguas del Tajo fue Carlos Manuel Jiménez, con 17 años como miembro de este cuerpo en la provincia de Guadalajara. Esas primeras evidencias, eso sí, no trascendieron públicamente hasta el pasado mes de diciembre, tras la publicación del artículo científico.

Jiménez no oculta su sorpresa por el revuelo levantado por la noticia cuando este cuerpo, adscrito a la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha, tenía constancia de la presencia del roedor desde al menos 2020, reintroducido ―como ya ocurriera en el Ebro y más tarde en el Duero y el Guadalquivir― de forma ilegal. “Posiblemente, se soltaron tres parejas en tres zonas del río diferentes”, explica. La hipótesis sobre una recolonización natural queda así descartada. “Los tuvieron que trasladar en furgoneta”, apunta Marco Ansón, paleozoólogo y coautor, junto a su compañera Celia García, del artículo publicado en Galemys, que no encuentra otra explicación posible al tratarse de cuencas muy distantes entre sí y no interconectadas.

Troncos raídos por un castor en el Tajo, en una imagen cedida por Marco Ansón.
Troncos raídos por un castor en el Tajo, en una imagen cedida por Marco Ansón.

Desde que ambos investigadores avistaran lo que, a todas luces, parecía un castor ―estaban haciendo un trabajo de campo sobre el martín pescador cuando se percataron de su presencia― se ha constatado, con base en los rastros, la existencia de al menos tres grupos familiares, aunque también podría haber ejemplares dispersos. “En un país lleno de gente, totalmente antropizado y con tantas infraestructuras y carreteras, es imposible que estos animales hayan podido llegar por sus propios medios hasta el Tajo”, afirma el paleozoólogo.

Quien los liberara escogió bien el lugar. “Sabía que era un sitio ideal para hacerlo porque se trata de una zona que conserva un ambiente de ribera mínimamente bien conservado, con porciones de bosque galería con cinco o diez metros de profundidad y con aguas menos contaminadas que en otras partes de la cuenca. Quien los haya soltado ahí lo ha hecho con una intencionalidad muy clara y con un conocimiento previo de la zona, buscando optimizar la reintroducción de estos ejemplares”, asegura Ansón.

A día de hoy, el hábitat del castor, según el seguimiento realizado por los agentes medioambientales, ocuparía ya una extensión de 36 kilómetros aguas arriba y aguas abajo del Tajo, desde la presa de Bolarque hasta el embalse de Estremera, en los términos municipales de Driebes (Guadalajara) y Leganiel (Cuenca). Y no se descarta que siga expandiéndose hacia el sur. “No se puede responder a lo que no se conoce, ahora mismo estamos ampliando nuestro conocimiento sobre el castor para ver cómo habita en el contexto ambiental del Tajo”, sostiene este experto, que prefiere no aventurar ninguna hipótesis. Todo dependerá, añade, “de la plasticidad del castor para sobrevivir en otras zonas infinitamente más degradadas”.

Ejemplar de castor muerto en aguas del Tajo.
Ejemplar de castor muerto en aguas del Tajo.Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha

Si es o no es una especie invasora depende también de a quien se le pregunte. El castor europeo estuvo presente hace siglos en la península Ibérica, por lo que no se ajustaría estrictamente a esta catalogación, aunque se vigilan de cerca sus posibles impactos en el entorno. En ese limbo, similar, por ejemplo, al del bisonte europeo, el principal temor de los agentes medioambientales son los daños que la especie pudiera causar en las pistacheras situadas a ambos lados del cauce, en la zona de Zorita de los Canes e Illana, si no encontraran el alimento suficiente ―su favorito es el álamo blanco― en las riberas.

“Aunque las han tenido al lado, de momento no se han metido en ellas”, explica el agente medioambientales Jiménez. Ansón apunta, mientras, los beneficios que su reintroducción, pese a ser ilegal, tendría a priori en los ecosistemas fluviales: “Los castores son ingenieros del paisaje, transportan ramas y dinamizan los ambientes en los que se encuentran creando oportunidades para otras especies, como los xilófagos [que se alimentan de la madera] o los artrópodos que utilizan los árboles procesados por estos roedores como alimento o como hábitat, o los anfibios que se ocultan bajo ellos”. “Contribuyen positivamente a la ecología del ambiente”, agrega.

Un hábitat que ha cambiado

Científicos y agentes medioambientales vigilan de cerca las poblaciones detectadas en el Tajo y alertan, eso sí, de los riesgos de reinsertar especies sin un control veterinario previo por el peligro, por ejemplo, de que pudieran portar algún patógeno que, a través de las captaciones de agua, acabara transmitiéndose al ser humano. “Recuperar biodiversidad siempre es un beneficio y, si no hay voluntad política, hay quien se toma la justicia por su mano”, recuerda Ansón.

El problema, añade el paleozoólogo, es que al hacerse sin un control previo ―y pese a que los potenciales efectos del castor en los hábitats de agua dulce son bastante nulos comparados con otras intervenciones―, existe la amenaza de que pudieran albergar algún parásito o alguna enfermedad que afectara al resto de la comunidad biológica. “Ese sería el problema más grave”, advierte. Lo cierto es que, varios años después de ser liberados, no ha saltado ninguna alarma y los avistamientos y los indicios en la vegetación de ribera, como las ramas y troncos raídos o los refugios que construyen, indican que el castor se ha adaptado a la perfección al que hace siglos fue también su hogar.

El dilema ahora es qué hacer con ellos. Una vez reintroducidos no tiene ningún sentido retirarlos, pero es importante aclarar que estas sueltas ilegales no pueden producirse. Basta ver lo ocurrido con los siluros, el mejillón cebra o el cangrejo americano, que han colonizado las aguas de muchos ríos españoles, donde han ocasionado importantes problemas a la fauna autóctona. Jiménez recuerda que, pese a ser una especie protegida, el hábitat en el que el castor vivió hace 400 años ha cambiado.

Los impactos, por el momento, son controlables: “Los daños que estos ejemplares están causando sobre la vegetación son, de momento, admisibles, pero no sabemos qué ocurriría si hubiera una superpoblación de castores que acabara con parte de las riberas”. El otro escenario, el que todos desean, es que la población se estabilice y pueda ser beneficiosa para el ecosistema. “Es algo que está por ver”, explica el agente. Ansón va más allá y plantea para el castor algo similar a lo que se ha hecho con los programas de recuperación o cría en cautivad del lince ibérico o el ibis eremita: “Aunque desapareciera hace siglos, es una especie nativa que hay que estudiar y respetar, un vecino que se había ido hace mucho tiempo y que ha vuelto”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_